Una parte importante de mi actividad laboral consiste en realizar reconocimientos médicos. Es un trabajo que no me gusta. Nada. Lo realizo de forma muy profesional, con la mejor atención hacia la persona que tengo delante, porque entiendo que, para ella, ese es un día importante. Pero cuando has tomado doce tensiones y has medido todo lo medible, y escuchado doscientas veces en un mes la misma línea del optotipo C N F M O H Z T R, terminas por detestar tu trabajo.
(He tenido que eliminar la imagen porque me llegaban comentarios spam sobre productos para perder peso!)
Dentro de esa rutina tan organizada (analítica, tensión, peso y talla, espirometría, audiometría, control visión y electrocardiograma si procede) suelo practicar un juego que consiste en calcular la edad de la persona que tengo delante de mis ojos. Me equivoco mucho. En lo que no fallo demasiado es en el cálculo del peso. Antes de que suban a la báscula pongo la pesa en el valor que creo que les corresponde, y suelo tener buen tino. Lo sé es un juego absurdo, pero me ayuda a mantener mi cabeza entretenida. Esto no se parece a la enfermería que a mí me gustaría practicar.
Sé que en éstos tiempos es una temeridad querer introducir cambios en ejercicios tan rutinarios como la antropometría a la que me estoy refiriendo. Pero si me dejaran decidir a mí, valoraría el estado físico de los trabajadores desde otros criterios menos objetivables, por ejemplo, un cuestionario emocional.
Me explico. A menudo, al terminar de tomarle la tensión a alguien e infomarle de que se encuentra dentro de los límites normales, me pregunta "¿Pero está descompensada, no?". Otros, en cambio, tratan de quitarle importancia a algún problema real de salud porque no pueden permitirse el lujo de estar enfermos y no trabajar. Siempre son los mismos los que llegan tarde a la cita, te cambian cincuenta veces la hora o, simplemente no acuden. Los mismos, siempre, los que se disculpan por no haber podido venir recién duchados, y siempre, los mismos, los que llevan la camisa sucia desde hace, al menos tres días.
Sólo si pudiésemos escuchar cinco o diez minutos lo que nos dicen sus palabras, el lenguaje no verbal, nos daríamos cuenta de cómo se encuentra en realidad la persona que tenemos delante y cual es su verdadero estado de salud. Claro, que eso no cambiaría la realidad de su cuerpo.
O sí.
12 comentarios:
Qué bueno.
¡Me ha encantado esta Entrada! Y ¡cómo os admiro a las enfermeras, siempre pienso que sois el verdadero puntal del enfermo o...en estas revisiones de quien pudiera estarlo!
Mil gracias y un abrazo
A
Pero ese trabajo entra más en el campo de la psicología y no creo que mucha gente se prestara a ello. Un beso.
Me encanta conocer cosas del trabajo de los otros, y por como lo explicas, te comprendo perfectamente!
Como en todos los trabajos, veo que hay fases más rutinarias y otras més creativas...espero que esta al menos, pase pronto :-)
Me ha encantado Ana,
Petonets.
Gracias. Un placer.
Sólo tenemos que tratar de no olvidar por qué elegimos nuestra profesión, aunque a veces cuesta. Un abrazo, gracias a ti.
En realidad la enfermería se ocupa de todas las dimensiones de la persona, así que eso es lo fundamental, no puede obviarse
Nada como el trabajo bien hecho para dormir a gusto, sea cual sea. Bssssts
Me ha encantado tu post, princesa. Me has recordado al reconocimiento anual de empresa...todos los años llego sin ayunar, me tomo mi café con leche al levantarme, para tener fuerzas de lidiar con las niñas, llevarlas al cole, y conducir 50 km hasta el centro médico...
Todos los años la enfermera (siempre diferente) me regaña
Todos los años le digo que tengo el café ya en los pies
Todos los años me pregunta a qué hora fue, y Todos los años me lo perdonan
Todos los años me dicen que los demás, vienen en ayunas (no me lo creo)
Qué quieres princesa...no soy superwoman, sin café tanto rato...muero!!!
;)
(eso sí, duchadita y limpirriiiiiiitita hasta el último momento, que todo lo hago a cámara lenta para no sudar ni mijita)
Tita, este año voy a hacer un total de 800 reconocimientos. No sabes cuánto agradezco que no me generen problemas. Eso me quita tiempo y ganas de dedicarme a ellos... Haz el favor de ir en ayunas, es un día al año, puñetera. Un beso
No sé porqué presiento que no sólo - que no es poco- te quedas en las antropometrías. No sé porqué sospecho que sabes ver y trascenderlas. Y eso es mucho más que un modo de espantar la monotonía.
Besos y gracias, me has ayudado a reflexionar e intentar mirar con ojos nuevos la rutina de mis papeles de trabajo.
Tú sabes tomar medidas mucho mejor que yo. Me queda mucho que aprender... Un beso, ya queda menos, acabo a final de este mes.
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