Las manos de los niños, en el lugar en el que me crié, estaban acostumbradas a tocar hierba, y tierra, mariquitas y lombrices, a oler a alfalfa recién segada y a verano. A calmar una picadura de avispa con barro, a llevar las uñas negras, a conjunto con las rodillas. No recuerdo haber llevado pañuelo, ni una bolsita con una botella de plástico con agua. En cambio, sí recuerdo haber bebido de un grifo y haberme lavado las manos en una acequia.
En nuestros paseos, humildes amapolas, como éstas, nos servían para jugar. ¿Cómo?
Pues aquí tenéis la solución:
CÓMO FABRICAR UN OBISPO (O CARDENAL) CON UNA AMAPOLA.
En realidad, necesitáis dos. Una de ellas nos servirá para la cabeza.
Para ello eliminamos los pétalos rojos y nos quedamos con la parte central, la cápsula que contiene los óvulos.
La otra flor deberá estar aún cerrada, como la que veis a la izquierda de la foto.
Os recomiendo que recurráis a la ayuda de las manos de alguien experto en manualidades, aquí, Marlin, con sus uñas ¡¡sin morder!! (lo está dejando, felicidades, hijo)
Bien, el colaborador, con muchísimo cuidado, separa los dos sépalos...
y tira con cuidado de los pétalos que están escondidos en su interior, que van a ser los faldones de nuestro sufrido "obispo" o "cardenal".
Como podéis ver en la foto superior, los sépalos, que ahora están abiertos, conformarían la capa del prelado. Sólo nos falta darle una cabeza. Para ello, introducimos la pequeña porción de tallo que hemos dejado en el capullo de la amapola, en la parte inferior de la cápsula.
Esta acción requiere la habilidad y destreza de las manos de un chico grande, como mínimo de tercero, o cuarto. Pero para posar para la foto final, os sirven las manos de uno de primero, como éstas.
Bueno, nuestro cardenal nos ha salido muy moderno y ha optado por la sotana en color magenta, en lugar de la clásica más oscura, pero no está nada mal.
Feliz primavera, ¿os la estáis perdiendo?