Sigue el invierno. Ahora lleva el traje de camuflaje, porque aunque tras las ventanas se percibe el cálido sol de febrero, el viento, el mismo que en Zaragoza llaman cierzo, sopla congelándonos el espíritu.
Para esos momentos, nada mejor que un bálsamo interior, en forma de
sopa de cebolla.
Esta es mi receta, pero la sopa de cebolla se hace en todas las casas, y en todas, de forma distinta. Apta para niños, y versionada para valientes.
Para hacer una sopa de cebolla, necesitamos un buen caldo. En el mío, además de buenas hortalizas (puerro, zanahoria, nabo, apio, perejil...) cuecen 1/4 de gallina, tres alerones de pavo, huesos de ternera, espinazo de cerdo, y un hueso de jamón.
Mientras pongo a calentar el caldo, en una cazuela sofrío una cebolla en juliana fina, hasta que está bien blandita y dorada. Mientrastanto, en el horno tuesto media barra de pan de ayer en rebanaditas finas, finísimas, hasta que están bien crujientes. Las corto a trocitos pequeños, y las añado a la cebolla.
Ahora, y sólo en la versión adultos (si hay niños, separar su sopa en un recipiente aparte), añadimos media cayenita, y rehogamos un segundo. Luego añadimos un par de cucharones de caldo hirviendo, removemos por si ha quedado algo pegado en el fondo de la cazuela, y añadimos el resto de caldo (1,5 litros). Yo calculo en función del pan que hay, que siempre se hincha un poco. Si gusta más clarita, añadir más caldo. Se deja hervir un rato, para que el pan se empape bien en el caldo.
Como complemento, dos opciones:
-Podéis añadir queso parmesano, bien en polvo, bien hecho una torta, metiéndolo en el horno entre dos papeles de hornear.
-Cuando está hirviendo con ganas, echáis un huevo, de forma que se cuaje la clara (y si no lo habéis conseguido, San Microondas se encarga de hacerlo).
... ¿Recordáis la canción de los hijos de Rocío Durcal? Sopa de amor, señor, sopa de amor. Sopa de amor, caballero... Como me gusta la sopa de amor...