Hoy va de lectura. Estoy devorando con ilusión el último libro de Leopoldo Abadía. Hace un montón de años, fui compañera de clase de su hija más joven y compartí buenos ratos con otra de sus hijas, con la que pasé más de una tarde agradable en su piso de estudiantes. Hace un montón de años, sí, pero hay cosas que se quedaron grabadas en mi disco duro. La primera, el amor, la admiración y el respeto que las dos hermanas sentían por su padre.Leyendo el libro 36 cosas que hay que hacer para que una familia funcione bien, lo comprendo a la perfección. Otra cosa que aprendí fue su capacidad de trabajo y esfuerzo. La tercera, el ambiente de libertad bien entendida que había en aquella familia.
En el regreso del largo viaje que me tocó hacer en autobús el pasado miércoles leí con cariño casi todo el libro. Me reí a carcajadas, lloré de emoción, lloré un poco por tristeza por la gran diferencia entre su numerosísisma familia de 12 hijos y la mía. Me parece que todos podemos aprender mucho de ellos, que han sido tan generosos para mostrarnos el camino hacia nuestra propia parcela de felicidad. Porque lo mejor de todo, es comprobar que, aunque puedes mejorar mucho, en esencia lo estás haciendo bien. Y con muchísima ilusión me doy cuenta que al escribir La abuela necesita besitos , el Sr. Abadía y nosotras, hablábamos de lo mismo: lo principal para que una familia funcione bien es el cariño.