domingo, 31 de octubre de 2010
Ser y estar
Es cierto que todos tenemos que tragar con situaciones que no nos apetecen. Y yo te di total libertad para estar, o no. Si no hubieses venido no me habría enfadado, pero me habría faltado la complicidad de tu mirada, el calor de tu mano en aquél instante de fastidio, la sonrisa cómplice cuando hemos visto a la doble de la mismísima exVicedelavogue...
Tu sola presencia me confiere el equilibrio que a veces siento que me falta... Gracias por estar y por ser.
(También me gusta estar contigo cuando te sumerges en la historia de una novela de polis, o cuando te enganchas con la serie de Montalbano)
viernes, 29 de octubre de 2010
Desde mis ojos
Mater, para que sepas que en tu amanecer de mañana, estaré a tu lado, tomándome ese café (o tilica) en la mesa de tu cocina. Un beso.
Con banda sonora....
jueves, 28 de octubre de 2010
Barriguitas
De los de esta foto, puedo recordar con claridad la trona y la bañera.
miércoles, 27 de octubre de 2010
Cinco años
Hace 5 años y un día estuve en un curso en Madrid. Quedamos unas compañeras y yo en ir a ver el musical Mamma Mía. Y tenía una certeza que no podía comprobar, porque hacía a penas 26 días desde el principio de mi ciclo. Recuerdo que ya le hablé, le pedí disculpas por meterle en un lugar tan ruidoso, a él, tan pequeño. Nadie sabía que estaba dentro de mí, pero había algo me decía que ya vivía.
Un día después, por la mañana, una tímida rayita rosa confirmó mi intuición. Y mi pequeño Bufón pasó a ser una realidad. Un milagro.
Sólo su padre y yo entendemos la grandeza de ese día. Me empeñé en darle un hermano a nuestro primogénito, sabía que nuestra familia no estaba completa. Pero mis antecedentes recomendaban muchísima prudencia en un embarazo. Luchamos por su existencia por encima del miedo. Quedaba más de un mes de angustia por saber de su continuidad y la preocupación por que estuviera bien ucado en el útero, y no en algún lugar perdido dentro de mi cuerpo.
Aposté por él, y ganamos todos. Hoy, ese cascabelito que anidó en mí, es la alegría de nuestro hogar. Sus bracitos nos abrazan todas las mañanas, y su sonrisa es capaz de iluminar un edificio de 20 plantas. Es inteligente, movido, curioso, y gracioso. Es travieso, pero con buenos sentimientos. Es trabajador, constante, terco y dulce. Esta mañana, cuando sus ojitos estaban abiertos, pero su corazón seguía dormido, he besado su pelo y le he susurrado: "Felicidades, bebé".
Soplo las velas de esta tarta imaginaria y le pido a Dios que su vida sea plena y dichosa.
martes, 26 de octubre de 2010
Otra forma de esperar
Estas toallas son el regalo de cumpleaños de mis sobrinitos. Mucho mejor que un juguete (tienen juguetes para jugar tres vidas seguidas), y bastante más práctico. Su mamá me puso una sola condición, los colores tenían que combinar con su cuarto de baño, que tiene azulejos en naranjas y rojos.
lunes, 25 de octubre de 2010
Esperar
No, no me gusta esperar. Y eso que desde que quedé embarazada por primera vez hasta que nació mi primer hijo pasaron 22 meses... embarazo de elefanta, pareció.
Estoy en tiempo de espera.
Llevo diez días esperando a que me instalen el ADSL en casa, y 8 meses esperando algo muy muy importante, de lo que estoy en la recta final. Y ambas cosas, en teoría tendrían que ser resueltas esta semana.
Espero que pase la semana, porque el jueves es Santa Nómina Bendita.
Espero.
Espero.
Desespero.
sábado, 23 de octubre de 2010
Nunca he contado lo nuestro...
Lo nuestro fue un amor intenso y poderoso. Durante doce años maravillosos fuimos lo más: abuelo y nieta. Tus ojos azules-grises, y mis cabellos negros. Tu mano rugosa y castigada por el trabajo en el campo, y mis deditos torpes de uñas mordidas.
Nadie más que tú podía calmar mi llanto. Nadie, sino tú, podría haberme hecho sentir más princesa. Me sentaba a tu lado en tu sillón. A tu lado. Era tan diminuta, que mi trasero cabía junto al tuyo en tu sillón. Sí, había un sofá vacío al lado, pero ese no era el que a mí me gustaba, porque tú no estabas sentado en él. Claro que iba creciendo, por lo que pasé a ocupar el majestuoso trono de tus rodillas. Me abracé al cobijo de tu paciencia y, cuando ya fui demasiado pesada para tus piernas, empecé a sentarme en el brazo del sillón, pero nunca dejé de estar a tu lado.
Me gustaba ir al huerto a ver como trabajabas. Y me sentaba a la sombra junto a las tomateras, con sus perfectos encajes de cañas que las elevaban hacia el cielo. Allí, escogías para mí el más maduro de los tomates, y yo bebía sus vitaminas directamente hacia mi corazón.
Ningún sabor se podía comparar a ese. Luego, cuando se acercaba la hora de la cena, subíamos la calle polvorienta de tierra reseca. Tú, cargando tu carretilla llena de tesoros comestibles, y yo, saltando, con infatigable energía, parloteando sin parar, y haciéndote preguntas difíciles, casi todas sobre la guerra.
Porque tuviste el triste honor de pertenecer a la "Quinta del biberón". De hecho, cuando empezó la contienda, tú acababas de cumplir 16 añitos, y participaste en la batalla del Ebro. Sólo lamentaba ver la tristeza en tu mirada al hablar de aquellos tiempos. Pero escuchar tus historias era fascinante. Te sabías de memoria las alineaciones de los equipos de primera división, por años. Sabías qué luna era la adecuada para plantar y cosechar, las semillas que iban a ser buenas, y las que no. Y sabías que en mi corazón habitabas tú.
Cuando te salieron aquellas manchas en la mano, en tu piel de rubito castigada constantemente por el sol de justicia de los veranos de la Terraferma, los médicos pusieron mala cara, vieron que algo no estaba bien. Llegaron incluso a plantearse hacerte como un bolsillo en la piel de tu abdomen para introducir la mano en él y que volviera a encarnarse.
No lo sabíamos, pero fue el principio de tu fin.
Nada me habría hecho imaginar, por aquel entonces que no iba a tenerte el resto de mi vida. Seguía siendo la princesa (aunque yo casi me sentía reina, dueña y señora de tu casa, en la que prácticamente vivía la mitad del año). Sí, había más nietos, pero sé que ninguno era como yo. Porque tú eras mío.
Tu mayor ilusión era jubilarte para poder ir a los viajes del inserso. El primero que pudiste hacer fue a Fátima. Me alegré tanto por ti... volviste cargado de regalos, que recuerdo con una claridad sobrecogedora. Uno de ellos era un gallo de vivos colores, que debía ser típico de allí. Recuerdo tu voz contándome la historia de los tres pastorcillos que encontraron a la Virgen, y cuánto me habría gustado ser la protagonista de una historia así.
El segundo viaje llegó enseguida. Esta vez, al Santuario de Lourdes. De allí trajiste para mí, el regalo más bonito de los que compraste: una medallita de plata con la imagen de la Virgen, que llevo siempre conmigo para que me proteja dondequiera que vaya. Lo gané por haber encontrado algo que habías extraviado, que necesitabas para ese viaje.
Entonces ya te encontrabas muy mal. A mí sólo me dijeron que estabas enfermo. Te operaron en Barcelona, y fui a verte al hospital.
Puedo recordarte envuelto entre lo que ahora supongo que serían sueros y drenajes. Supongo que no fueron suficientes para que yo cayera en la evidencia.
No entendí tampoco la presencia de la única hermana (de 7) que te quedaba, María. Ella, con su hábito de monja de clausura, su piel transparente de octogenaria y su bondad, te dijo:
- José, vales más que las pesetas.
Ella llevaba en clausura doce lustros, así que le contestaste, con voz frágil y benevolente:
- Pero si tú ya no sabes cuánto vale una peseta.
Éstas fueron las últimas palabras que te oí decir. Porque luego salí de tu habitación, y, me quedé sentada en una sala de espera.
Me sorprendió cuánta gente de la familia estaba allí. Y su silencio. Mi tía vino a achucharme, envuelta en unas lágrimas que yo no comprendía. Puedo recordar la conversación, la más triste conversación que hubiera tenido nunca. Me dijo que te morías. Y entonces afloró en mí la adolescente -tenía 12 años- envuelta en miedos y dudas, que seguía necesitando el apoyo de su yayo, y que ya no le tendría más.
No sé cuánto tiempo lloré, pero lloré mucho, mucho, muchísimo. El melanoma había hecho metástasis, así que cuando te te abrieron el abdomen volvieron a coser y sólo quedó acompañarte en su camino de despedida.Desvalida y desprotegida, sola y triste, afloraron todas mis debilidades, y la familia se rompió, porque nos faltabas tú. No me dejaron ir a tu funeral, porque seguro que no hubiera podido superarlo. Ni yo, ni los que sabían cuánto nos queríamos.
Nunca he dejado de echarte de menos, aunque creo que ya lo sabes. Me gustaría que pudieras leer lo que escribo todos los días. Creo que podrías reconocer en mis palabras a la niña que parloteaba y llenaba tu casa de los sonidos de la infancia. Estoy segura que volveré a escribir cosas sobre ti.
viernes, 22 de octubre de 2010
Revuelto de pies
No, no existe el entretiempo, qué le vamos a hacer.
Las tardes acortan sus horas de luz, que se verán diezmadas de forma brutal la próxima semana, cuando cambien el tiempo de nuestros relojes.
Y en esas tardes de vaso de leche con galletas, se producen los milagros. El milagro de escuchar vuestras risas cuando jugáis a la travesura de sentaros juntos en la cama de uno de los dos, esperando a ser encontrados por los mayores. El milagro de descubriros compartiendo deberes de verdad, y de mentirijillas. El milagro de veros viendo una película juntos, con un revuelto de pies, buscando sentir vuestra presencia.
Es una bendición saber que os queréis, saber que todas las personas a quienes yo quiero se quieren entre sí. Mi milagro.
jueves, 21 de octubre de 2010
Las fases del duelo
martes, 19 de octubre de 2010
Somos tan raros...
"En el mundo actual, se está invirtiendo cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y silicona para mujeres, que en la cura del Alzheimer. De aquí a unos años, tendremos viejas de tetas grandes y viejos con pene duro, pero ninguno de ellos se acordará para qué sirven".
¿Se supone que esto es lo que llaman la grandeza de la especie humana? A veces me pregunto si habrá un castigo divino para la soberbia de ésta, nuestra sociedad, que se llena la boca en defensa de la naturaleza y de los animales, y no es capaz de defender a sus ancianos ni a los nonatos, que premia a los gandules y castiga a los trabajadores, que fomenta el concepto de la eterna juventud, hasta que esta se acaba y condena a las personas mayores al desprecio.
Pasen y vean
lunes, 18 de octubre de 2010
Adicciones
Y el resto del tiempo, he sentido como una añoranza, o malestar, o vulgar síndrome de abstinencia, del blog. He visto cosas que me ha apetecido contar, he extrañado vuestros blogs, y he clicado a la nada con el índice de mi mano derecha, en busca de un consuelo que he encontrado esta mañana, cuando he vuelto al mundo virtual.
Hablando de clicar... Bufón es un tecno-adicto, también, al menos en potencia. Controla toda los aparejos electrónicos de la familia, lo cual no está nada mal, teniendo en cuenta que tiene cuatro añitos. Mi suegra, su abuela, le llama el "mandero" y nosotros "mando-man". Pues bien, Bufón conjuga el verbo clicar. Nos dice que clica el mando de la tele, el botón de llamada del ascensor, clica, incluso, el interruptor de la luz. Sin duda, las nuevas generaciones entran clicando fuerte.
sábado, 16 de octubre de 2010
Sólo palabras
Cuando se apaga la luz de tu habitación quedas tú sola, con tus miedos, con tu dolor, con tus angustias, y tus fantasmas reales, y soñados. Te debe reconfortar cuando oyes palabras de aliento, pero tú y yo sabemos, que, en el fondo, ésta es tu guerra, y nadie más que tú puede lucharla, sino tú. Y que tu espíritu valiente te ayudará a mantener tu cuerpo más fuerte en el proceso, pero que no te curará.
Tengo miedo, no quiero que estés enferma, no quiero que sufras. Y no puedo hacer nada, más que sonreírte y rezar.
Maldita sea.
viernes, 15 de octubre de 2010
En ruta
Hoy me he estrenado. No ha sido, por fortuna, durante todo el tiempo, pero en algunos kilómetros, mi visión de la carretera ha sido esta. Y os aseguro que la foto ha sido benevolente, porque yo no veía tan bien...
Los viajes largos en soledad dan mucho tiempo para pensar. La radio suele fracasar en la lucha desigual contra las montañas, así que poco después de adentrarme en el prepirineo, quedamos a solas mis miedos y yo. Mi soledad y mi serenidad. Los recuerdos dolorosos y las sonrisas.
Hoy me he estrenado en una sensación: la de intentar captar algo bello para contar aquí. Por supuesto he olvidado la cámara de fotos en casa, había pensado en llevarla conmigo para recoger imágenes del día de hoy. Con mi móvil (no sé quién tuvo la idea, pero le deseo una larga y próspera vida), he captado la paz de este pantano, para dejar testimonio en este estraño rincón que he estado echando de menos toda la mañana.
No he podido captar bien su luz, su profundidad, el olor a agua ni el sonido hueco de mis pies junto a la orilla del agua, que tenía a apenas un metro más abajo.
Como casi siempre, lo mejor del día ha sido volver a casa.
miércoles, 13 de octubre de 2010
Enemigos inesperados.
No hay derecho. Pediremos el libro de reclamaciones al Jefe y le diremos que ya está bien. Que nosotras ya sabemos valorar lo bueno de la vida, como comerse un plato de ensalada o poder ir a dormir a casa todos los días, y no necesitar ayuda para hacer lo más básico.
Esto no se hace, ahora no. Necesitamos estar relajadas y concentrar todas las fuerzas contra el mal de males, y plantarle cara.
Como ves, me sumo a tu lucha. Yo no tengo tu enfermedad, pero quiero estar pegada a ti para hacerle frente. Si toca llorar, lloramos; si toca enfadarse, nos ponemos hechas unas hidras. Y si toca decir basta, nos ponemos como Agustina de Aragón en la Puerta del Carmen. Y, por aquí, no pasará.
martes, 12 de octubre de 2010
Delicatessen
lunes, 11 de octubre de 2010
Escribir
En 8º de EGB, los profesores de lengua (en mi caso, de Catalán y de Lengua Castellana), escogían a dos alumnos de cada curso, cuando nuestros cursos eran de 30 alumnos, y nos mandaban al concurso de Redacción. Yo fui a los dos. No, no gané, me pasé todo el tiempo que me dieron para escribir distraída por la multitud de gente que estábamos allí. Pero recuerdo que me sentí bien... fui elegida por algo que yo hacía mejor que los demás, y eso siempre es agradable.
Escribía poesías, o cartas, o relatos, casi siempre movida por los flujos emocionales que tenían que ver con el amor, o las relaciones familiares. Había participado en algún concurso literario de poca importancia, con éxito nulo. Pero sin desanimarme ni por un momento. Porque escribir era, para mí, un placer.
Quedé finalista en un concurso de cartas de amor, en la radio. De hecho, quedé varias veces finalista, hasta que, por fin, lo gané. Un viaje de fin de semana (del que todavía no he hecho uso).
Ese fue un punto de inflexión para mí. Me gustaba hacerlo, y alguien me dijo que lo hago bien. No es un criterio objetivo, pero ganar un premio, ayuda a creértelo.
El resultado del proceso de creación, en cualquiera de sus expresiones, no es como la cuenta de resultados de una empresa. Lo creado puede o no gustar. Desde luego, hay que hacerlo con cierto criterio, respetando las normas más elementales de la escritura, utilizando un vocabulario más o menos elegante y variado, y procurando que el texto escrito tenga algún interés: hay que escribir para alguien, no le hagamos perder el tiempo.
Pero aún así, cuando escribes, no tienes la seguridad de alcanzar el corazón de quien te lee, o de hacerle reflexionar sobre algo. Y si se produce el milagro, lo más habitual es que la otra persona aporte, mediante su experiencia, una visión que tú no habías contemplado cuando escribiste.
Este blog me ayuda a mejorar. Tener que escribir a diario para ser leída te obliga a esforzarte. Así que, gracias.
viernes, 8 de octubre de 2010
Amenaza de lluvia
Habrá que armarse de paciencia y planificar actividades alternativas. Museos, zonas de juego, centros comerciales.
Y también mantita en el sofá y película con un lío de piernas y calcetines calentitos. Chocolate y palomitas, cocinar y poner orden. Sacar juegos que habían sido desterrados al empezar el cole, y terminar deberes... y estudiar para los primeros exámenes. Está bien, de cabeza al otoño. Huele a castañas asadas, y a sopa de cocido. A pan tostado en el hogar, y a vino para dos.
No está tan mal
jueves, 7 de octubre de 2010
Conexiones humanas
Yo no dejo de ser un animalito asustado, y cuando alguien se acerca demasiado, le muerdo. Luego casi siempre me arrepiento, pero entiendo que mantiene el territorio limpio de intrusos... no es nada personal contra ti. Esa también soy yo.
Te agradezco tu largo mensaje, porque me ha servido para reflexionar. No estoy de acuerdo contigo cuando dices que lo que escribimos refleja al 100% lo que somos. Unas veces sí, y otras no. Me divierten las conclusiones sobre mi personalidad que se obtienen de mis posts (un día, la buena de Sunsi me dijo que me imaginaba muy tranquila y muy serena, con mis manos concentradas en la labor... y yo soy todo lo contrario, un torbellino :-). Y Driver también fracasó rotundamente en alguna ocasión.
Yo he conocido a algunas personas desde internet. Y ha sido una experiencia incomparable. Pero requiere un proceso.
Primero sientes cierta empatía en lo que lees. Luego intentas buscar a la persona "real" tras las palabras.
Haces un esfuerzo por desenredar los entresijos de los cómos y porqués de esa persona que un día te maravilló por sus palabras o por sus obras.
Un día te atreves a mandarle un correo electrónico mostrándole tu afecto y tu respeto, o recibes uno inesperado con un pequeño tesoro escondido. Si te ha dejado el teléfono, o se lo has dejado tú en la respuesta, un día, en un arranque de valor, marcas el número.
Y sientes que te sudan las manos, mientras piensas si utilizarás tu nombre verdadero, o te presentarás como la Princesa del guisante, o Sunrise, o quien quiera que seas por aquel entonces... Primeras palabras medio balbucidas, para acostumbrarse a la voz. Y si has acertado tus pronósticos, al otro lado, en el lado real, encuentras el mismo espíritu que un día empató con el tuyo.
Hablas algunas veces, podríamos quedar, que te parece sí... y traspasas. Y tocas esas manos que habías imaginado tecleando tras una pantalla. Y le miras a los ojos, y encuentras el brillo de las palabras.
Yo no tengo un gran afán por cruzar el charco de la pantalla. Lo he hecho desde esta ventana algunas veces, y no solo no me arrepiento, sino que me ha dado amistades de cinco estrellas. Pero no me siento con fuerzas como para abrir mis puertas a diestro y siniestro. Al fin y al cabo, éste es el refugio de mi alma.
Ten en cuenta que en muchas de las entradas que he dejado en el castillo se habla de mis sentimientos, de mis miedos, de mi dolor, de mi amor, de mis hijos, de mis mejores amigos, y de mis peores enemigos. Siempre tengo que andar midiendo mis palabras porque sé que me lee gente muy cercana a mí, y no siempre lo que pienso puede sentar bien a todo el mundo.
Me han presentado a seguidores asiduos de este blog, y me han emocionado sus palabras, de apoyo y de admiración, y admito que me animan a seguir, pero me da mucho reparo saberme descubierta. Supongo que me iré acostumbrando, pero soy tímida al principio, y nunca sé qué decir (lo juro).
Y por último, cuando traspasas la barrera, no sólo traspasas tú. Cuando yo conozco a alguien, arrastro conmigo a Marido y a los cachorritos. Y eso es una invasión de su intimidad. Por ello, me siento con la obligación de sentirme absolutamente segura de la decisión que tomo, porque lo que está en juego es la seguridad de mi clan.
(Como diría Dori, de Buscando a Nemo: "¡Qué alivio, por fin lo he soltado!")
miércoles, 6 de octubre de 2010
Cose que te cose
Aquí, más cerca
y este es el detalle del acolchado.
martes, 5 de octubre de 2010
Triunfadores, vencidos y luchadores
Marlin y Bufón, tienen ya, de hecho, su propia madera.
Bufón es un superviviente nato. Desde ni me acuerdo cuando, él alcanza su vaso, se sirve agua/leche/cacao, se limpia con una servilleta, recoge. Sabe utilizar todos los aparatos electrónicos de mi casa, de la casa de sus abuelos, y de sus tíos. Está aprendiendo a leer, porque él tiene necesidad de saber qué pone en lo que le interesa. En grupo, él es un niño que juega con alegría, pero que se cansa pronto de ruidos. Entonces, él se aisla y se busca juegos que estimulen su intelecto. Este verano, os contaba que aprendió a nadar en un suspiro, y a montar en bicicleta. Cuando algo le cuesta, lucha hasta conseguirlo.
Marlin, es radicalmente distinto. Es un chico tímido, introvertido, y aparentemente poco luchador. Él espera a que la cuchara le llegue a la boca, a que alguien le recoja las cosas, a que el arte de magia le conduzca a la meta. Y muchas veces es así.
Cuando ve una montaña es capaz de inventar una tesis doctoral para buscarse una excusa y no subirla. Sus amigos son los "parias" de la clase, los que se aislan más, los menos/más inteligentes, los más raros... Como si él quisiera protegerles. Porque ese es el rasgo más hermoso de su forma de ser: su bondad. No busca peleas, y cuando le surgen problemas se indigna por la injusticia de la situación. He dicho que era poco luchador... para lo que él considera que no tiene importancia. Sin embargo, cuando algo le gusta, es capaz de esforzarse por lograrlo. Tal vez no busque el camino más pedregoso; su tesón y su inteligencia trazarán atajos y construirán puentes.
Ayer por la tarde un sinsustancia compañero y amigo de mi hijo, me vino corriendo, y con voz de pito me dijo:
"Eeh, ehh, madre de Marlin, prométele a tu hijo que no lo dejarás ir a la plaza."
Me quedé un minuto analizando la sintaxis de la frase... entendí que me pedía que le prohibiera ir a la plaza. El desustanciado continuó, ante la cara de pasmo de mi hijo: "Es que J, le ha dicho que tendrían una lucha en la plaza esta tarde".
J era el mejor amigo de mi hijo. Bueno decidió ser el mejor amigo de mi hijo, anulándole por completo. Si Marlin jugaba con otros niños, J se enfadaba y dejaba de hablarle. Le prohibía ir al baño cuando él quería, y le tenía absolutamente dominado. Incluso tuve que hablar con la maestra, porque le hacía las fichas de clase. Es verdad, Marlin, se dejaba. Cuando te pisan todo el tiempo, tienes que dejar de ponerte en posición de alfombra...
Marlin, que no es tonto, y tiene voz, le debió decir, hace ya un año, que también quería tener el mando. Y J determinó unilateralmente que, en ese caso, ya no quería ser amigo de mi hijo.
Todo esto lo supe mucho después. El caso es que él se buscó nuevos amigos, y punto pelota.
Ayer me contó lo que había pasado: Marlin se había negado a jugar con J, y el otro le amenazó con "luchar" con él. J, que había sido el ídolo de mi hijo, por fin, cayó de su pedestal, pasó de triunfador a vencido y la lucha de Marlin por acceder al trono, había logrado el objetivo.
domingo, 3 de octubre de 2010
Menús familiares
Decir que me gusta cocinar tal vez sería exagerar. Pero hay que hacerlo. Y variar menús, y sacarle partido a lo que se compra.
Haciendo caso a las señoritas...
POLLO A LA CERVEZA, SIN GUISANTES.
Para 4 personas,
8 jamoncitos de pollo, o 4 cuartos traseros, o un pollo troceado...
4 dientes de ajo
Buen aceite de oliva
Una lata de cerveza. (tener a mano otra, si la cantidad de pollo es mayor)
Romero, tomillo, cebollino, laurel u otras especias al gusto.
Un puñadito de piñones
Tomates secos
Calentar en una sartén grande dos cucharadas de aceite, dar un golpecito a los ajos (no es preciso pelarlos) y freírlos. Sazonar el pollo y freír en el aceite con los ajos. Cuando ya está dorado, añadir las especias, e ir incorporando la cerveza, pero en un par de veces, de forma que no quede el pollo nadando en líquido, sino que se vaya cocinando lentamente. Añadir al cabo de 15 minutos los piñones y los tomates secos, y dejar que se cueza totalmente (no pongo el tiempo, porque eso dependerá del tamaño de los trozos de pollo y de la forma en que se corten). Añadir más cerveza hasta que la coccion finalice. La cerveza y los juguitos que suelta el pollo y las especias se van a reducir hasta formar una salsita.
Que lo disfruteis.
sábado, 2 de octubre de 2010
Lo que encuentras
viernes, 1 de octubre de 2010
¿Dónde?
Vive en las rosas que cortas para mí, y que dejas de vez en cuando junto a la mesa que me preparas, para que, cuando llegue a las tantas a comer, no tenga que hacerlo yo. Ahí también reside...
Está en los deditos que acarician mi cabello mientras te subo por las escaleras. Quiero tomarte en brazos mientras pueda cargar con tu peso. Lo siento por ti, espalda, pero el amor es el amor.
Ayer vi Donde reside el amor. Me llamó la atención por su título en inglés How to make an American quilt. Es una historia bonita, me sobra Winnona Ryder, que me parece una actriz limitadísima. Ella interpreta el papel de una joven, prometida con Sam. Está escribiendo su tesis, y en su casa están haciendo unas obras, así que se va a pasar tres meses a la casa de su abuela. Ella, su hermana y unas amigas hacen colchas de patchwork. Y van a hacerle una para ella, con un motivo: Donde reside el amor. Y cada una de ellas, le cuenta la historia del bloque que está cosiendo, en el que se dibuja dónde reside su amor.
Se me han ocurrido los tres bloques que he contado al inicio de esta entrada: una piedra, una rosa, unas escaleras. Ahí reside el amor en mi hogar. Pero también reside en los juegos de piernas enredadas en el sofá, en el puzzle compartido con papá, en los deberes pintados un poquito a medias cuando tenemos que ir corriendo a las clases de música, en los abrazos con carrera cruzando el patio del colegio, en el baño con burbujas y velitas...
Creo que necesitaría muchas telas para bordar mi colcha.
Por favor,
Este es un espacio de libertad y, sobre todo, de respeto.