© de la imagen La meva maleta

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Agua que se desliza

Las horas del día parecen estar todas colgadas de mi ropa, así que me desprendo de ella. Contemplo mi cuerpo desnudo en el espejo, sin juzgarlo. Hace algunos años que soy benevolente conmigo misma. De hecho, no lo fui hasta que supe que lo mejor era, sin duda, estar viva, la forma del recipiente importa poco. Tampoco hay tanto que lamentar, porque el paso del tiempo es implacable, pero yo me cuido para que no sea tan malo. Acaricio mis cicatrices como en un pequeño ritual, y tomo algo de calor antes de abrir el grifo. El suave estruendo del choque de la lluvia de la ducha contra las paredes del baño me aísla del resto del mundo por un momento, y me sumerjo.




Dejo que el agua se deslice por mi piel y arrastre consigo las cargas de la vida. Me siento purificada, como por la Palabra de Dios, como después del perdón, como por el abrazo de un niño, o por el amor. Agua

10 comentarios:

Unknown dijo...

Lo mejor de ese momento es cuando sientes caer el agua en tu rostro, suspiras y te relaaaaajas.
Pero, cuán frágiles somos desnudos!
Muchas veces, frente al espejo, es cuando nos damos cuenta de la mella que en nosotros está dejando la vida.
Un beso grande, princesa, y recuerda que las cicatrices no son más que muestras de nuestra fortaleza.

Ana, princesa del guisante dijo...

*Dolores: a mí esa fragilidad me ayuda a encontrarme, a ver todo desde otro punto de vistsa. Es necesario. borrar lo malo, y estrenarse en una nueva persona. Un beso.

Mariapi dijo...

Me parece precioso tu escrito...precisamente sobre la ducha. Porque eso tan simple y cotidiano, al abrir el grifo, me recuerda todos los días que es un auténtico lujo. Y doy gracias. Y pido por tantos que no pueden disfrutar con la amabilidad de ése abrazo de agua caliente.
Precioso, Ana, de verdad.

Un besote.

Ana, princesa del guisante dijo...

*Mariapi: me gusta cómo ves el mundo. Yo no había cuestionado siquiera la posibilidad de mi agua caliente. Gracias. Un besote

Rosa dijo...

¡Qué me gusta a mí una ducha! es casi un talismán, me relaja, me dejo todo ahí, se va por el desagüe...

Un acto tan cotidiano lo has teñido de poesía :)

un besete

Carme Sala dijo...

De todas las propiedades que tiene una ducha calentita la que prefiero, es la de vigorizarme y devolverme el calor que tan fácilmente pierdo estos días...
¡Qué manera más ràpida de resucitar del frío, que ésta!

Estoy de acuerdo con Mariapi...muchas veces nos olvidamos de lo difícil que es para mucha gente, disponer de agua caliente, sólo con girar el grifo.

Besitos Pesolet

TC dijo...

Llevo unos días muy liada, sin tiempo ni para leerte.

Tienes toda la razón, es asombroso el poder que una simple ducha calentita puede tener en nuestra mente. Mano de santo para casi todas las penas. Y aunque el alivio es temporal, tambien al menos es instantáneo y ayuda a ver las cosas un poquito mejor. Si le añades aromaterapia es un momento perfecto!

Itsaso dijo...

Siempre ha sido un simbolo de purificación, como en lo bautizos, o en los musulmanes cuando se lavan los pies... el agua es lo que tiene, que lo limpia todo, lo de fuera y lo de dentro.

Ana, princesa del guisante dijo...

*Mevamaleta: me gusta el calor, la intimidad, el tacto del jabón, y también, tener agua caliente, aunque no se me hubiera ocurrido. Un petonet

*TC: bienvenida de vuelta. Si nuestros males se alivian con un chorro de agua enjabonada, no lo son tanto.

Ana, princesa del guisante dijo...

*Mar: precisamente me evocó ese simbolismo... un beso

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