Dedicado al
Por un momento casi me devuelves a aquel lugar en el que fui una niña insegura y llena de miedos. Casi, casi, me haces daño.
Cuando dejé de ser anónima por la publicación de mis libros, me planteé dejar de escribir y así lo dije aquí en numerosas ocasiones.
Pero enseguida me di cuenta de que no podría desprenderme de este lugar, el único, salvo mi propio hogar en el que soy libre para decir lo que pienso.
Si no te gustaba entonces, y crees que en éste lugar yo no soy yo misma sino que finjo ser algo que no soy, jamás podré gustarte. Ésta Ana Bergua soy yo. No se puede interpretar un papel durante tres años y medio. Soy así. Soy una buena persona, aunque a ti no te guste. Nunca aquí se ha pronunciado el nombre de nadie para ofenderle, aunque se ha mencionado de forma que esas personas que a mí me han causado dolor pueden saber que se está hablando de ellas si ellas quieren darse cuenta. Y con las que aquí son alabadas, lo mismo.
Te has querido burlar de mí, No soy mejor persona por haber escrito un libro en el que se habla de los besitos a una abuela (que por cierto, no era la mía) o porque he manifestado en numerosas ocasiones el amor a mis abuelos. Cierto, sólo hablo del amor hacia ellos, hacia mis hijos o hacia mi marido. Y eso no significa que no quiera y mucho, al resto de las personas de mi familia.
Seguramente no soy la hija ejemplar, ni la mejor hermana del mundo, ni la mejor sobrina ni la mejor nieta, ni la mejor madre, ni la mejor esposa, ni la mejor amiga. Pero, desde mi experiencia vivida y desde mi circunstancia personal y desde mi punto de vista intransferible, hago lo mejor que puedo con todo el mundo, porque necesito dormir tranquila.
Respecto a los amigos que tenía en la infancia y en la adolescencia, pues mireusted, con resultado desigual y variable. Pero siempre me sentí querida, así que si tuve problemas con alguno me harté de llorarles, porque sentí su pérdida que dejó en mí una gran sensación de soledad. Y no, no fue esa soledad la que me llevó a escribir el Magdalenas con problemas. Si conocieras bien a mi hijo que es muy introvertido, comprenderías que lo escribí para ayudarle a confiar en alguna persona mayor si alguna vez tuviera problemas.
Hasta los veinticinco años creí que no tenía razones para creer que podía ser querida tal como soy. Nunca fui ni la más guapa, ni la más lista, ni la más buena (es que si tienes boca resulta que tienes mal carácter). Hoy has dado un buen mazazo a mi autoestima... Pero ahora ya he aprendido a quererme, no voy a dejar que una persona cobarde -porque lo ha hecho de forma anónima- y sin escrúpulos me devuelva a aquel lugar en el que yo era frágil y vulnerable. Y si no te gusto a ti, o a quien sea, o si no os gusta mi manera de ser o mis ideas, no me leáis, no me sigáis. Olvidadme.
Yo nunca dejaré de respetaros, pero no dejaré que me volváis a hacer daño.
La puerta de este blog es muy grande, para que puedas salir con la misma facilidad que has entrado si no eres feliz aquí. Gracias por haberme recordado quién soy y de dónde vengo. Y, sobre todo, hacia adonde quiero ir.