© de la imagen La meva maleta

domingo, 12 de abril de 2015

La famosa charla y mi punto de vista

Cómo explicar esto sin parecer una oportunista... Bueno, creo que yo necesito verlo escrito, así que tomadlo con cariño.
http://youtu.be/q7mBuoYYF-M

Habréis visto y leído sobre esta charla de cinco minutos en todas partes. Me inspiró el blog de Marta Barroso, de hecho. Me gustó mucho, y me sorprendió mucho también darme cuenta de que yo sabía ya estas tres cosas.
Sin llegar al dramatismo de ver que se estrellaba mi avión, por dos veces me he visto en un quirófano con la vida pendiente de un hilo por hemorragia interna. A pesar de saber que estaban a punto de salvarme el pellejo (gracias, Emilio), y seguramente por el hecho de estar desangrándome, yo pensé algunas de las cosas que se le ocurrieron a Ric Elias. 
Supe que pesar un kilo y medio más de lo que quisieras no es una tragedia. Ni cinco... Toda la vida a dieta, estúpidas revistas y estúpidos diseñadores de tallas 34 y 36. Para qué. Perder la vida sí es grave. Y lo digo yo que, de camino a la clínica, dos horas antes de mi operación de urgencia pasé a la esteticista a depilarme.
Supe que es una soberana idiotez discutir por cosas tan banales como la forma de estrujar la pasta de dientes. Discuto por deporte, por entretenimiento, pero procuro no discutir en serio. Para qué. 
Supe que sientes un gran frío en el alma cuando te mueres (yo tenía muchísimo frío en todas partes por falta de riego sanguíneo).
Pensé en los hijos que no podría conocer. La primera vez no los tenía aún. 
Pensé, la primera vez, con una tremenda tristeza, que menudo papelón le dejaba a mi marido, que quedaba viudo con 29 años. La segunda fue mucho peor, pensaba que dejaba viudo y huérfano. 
Ahí me planté. No pensaba morirme y perderme su vida y la de sus hermanos. No tenía miedo de morirme yo, sino que me mataba pensar en su tristeza y en lo que iba a perderme.
Ahora os cuento qué fue lo que cambió en mi vida. No es un cambio radical, porque existe un hábito demasiado grande, pero 15 años después de ese momento (bueno, me di cuenta mucho antes), sé que mi vida sufrió un punto de inflexión.
La relación con mi marido adquirió un matiz de profundidad. Nunca fuimos los mismos, empezamos a amar de verdad,  a lo bolero, como si fuera esa noche la última vez. Podría haberlo sido.  
Aprendí quien estaría conmigo si lo necesitaba. 
Aprendí a toser sujetándome la tripa, que las tareas de casa no se hacen solas y que me acompañarán toda mi vida y que todos te ayudan si pides cosas concretas, y a poder ser, pocas.
Por el gran shock del susto que me di, caí en una depresión. Sin diagnóstico, sin tratamiento, bastante sola. Me di cuenta que tendría que salir de ella sin diagnóstico, sin tratamiento y sola. Que cuanto más bajara hasta lo hondo, de más abajo tendría que remontar, asi que dejé de lamentarme y empecé a subir. Supe, para siempre, que no debes ceder ante una  depresión. 
Desde entonces, mi vida giró hacia una actividad frenética, detesto sentir que estoy perdiendo el tiempo.
¿Me hizo mejor persona esa experiencia? Sin duda sí. No sé si escucharlo de otra persona me hubiera servido de algo. Sirva mi propio testimonio para apoyar la reflexión de ese superviviente.

12 comentarios:

ro dijo...

Hola. TE leo siempre y te comento pocas veces. Vi también la famosa charla y me impresionó, supongo que igual que a todo el mundo. No creo que me haya pasado, afortunadamente, nada tan drástico, pero sí es cierto que tiendo a relativizar cada vez más las cosas que no tienen importancia, que son muchas, y a disfrutar cada vez más del día al día, sin pensar en cuándo llegará el fin de semana o las vacaciones. Hoy es lunes, pero este lunes no se repetirá, así que voy a intentar que sea bueno.

Besos.

Ana, princesa del guisante dijo...

Cada día es una oportunidad de que pase algo fantástico, un abrazo y gracias por venir y comentar

aaana dijo...

Pues mira no la conocía... Se me han puesto los pelos de punta. Qué gran verdad... me quedo con deberes, tanto que pensar y tanto que cambiar...
gracias por la reflexión

Nuria dijo...

Es bueno darse cuenta de estas cosas. No me ha hecho falta que me pase nada extremadamente dramático, aunque sí ha habido bofetadas de la vida que me han hecho ver lo efímero que es todo.
Hace años que no discuto con mi marido, porque pienso que las chorradas no merecen una discusión, y en las cosas importantes podemos hablar y llegar a acuerdos.
Como madre, creo que en cada momento de mi vida hice lo que buenamente pude y supe, crecí casi al mismo tiempo que mi hija mayor, la tuve muy jovencita y padeció todas mis inseguridades. Pero hoy en día, ya una mujer adulta, sé que está contenta con los padres que le tocaron en el sorteo.

Todos tendríamos que ver esta charla de cinco minutos, abriría los ojos a mucha gente que se creen inmortales y un día se van a pegar un chasco que pa qué.

Un abrazo, princesa guisantera.

Ana, princesa del guisante dijo...

Aaana, está bien que nos quiten la tontería de encima de vez en cuando. Incluso a mí me gusta que me quiten las telarañas. Un besazo

Susana dijo...

Yo también me he sentido morir un par de veces y por eso aprecio tanto la vida. Sin embargo, la depresión no puedo vencerla sin pastillas. Un beso.

Ana, princesa del guisante dijo...

Enebea, supongo que algunas personas tienen mayor clarividencia al respecto. Fíjate, pienso en el resto de supervivientes, cada uno lo vería a su modo. Algunos seguirán su vida miserable sin aprender la lección. Un abrazo

Ana, princesa del guisante dijo...

Susana, lo de la depresión es un tema aparte. Una cosa es una depresión reactiva, como la mía y otra una depresión endógena o mayor. Cada cosa en su lugar, un beso

Juanpe dijo...

Por dos veces continúe con mi vida miserable sin aprender la lección. La aprendí cuando mi madre murió y los dos años y medio que continuó viva.

Ana, princesa del guisante dijo...

Juanpe, aquí estamos, disfrutando de un par de Bonus Track... La aprtida continúa. Nunca es tarde si la dicha es buena

aaana dijo...

Ay Princesa
quien me iba a decir que 22dias despues de tu post, el 4 de mayo iba a entenderte tan bien... ayer lo hablaba con mi santo marido, que venía al hospital al nacimiento de su hija y pensó que se iba a ir él solo del hospital a casa con dos niñas. En fin. Que suscribo una por una tus palabras. La depresión ya la pasé hace tres años y no pienso volver a caer en una. No cederé
gracias, como siempre. Pero hoy más. Por tus palabras y por esa vela. Todos en casa te lo agradecemos, pequeñita incluida

Ana, princesa del guisante dijo...

Aana, voy a autonombrarme madrina de honor de esa niña tan linda.
Esto nos pasa por querer ser tan listos y pensar de vez en cuando que sabemos loa planes que Él tiene para nosotros, ja!
Un beso grande, gracias a ti

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