© de la imagen La meva maleta

viernes, 26 de noviembre de 2010

Sobre la vejez



Sus manos nudosas intentan alcanzar un vaso medio vacío con el que tratarán de tragarse las medicinas que les ayudan a vivir ¿mejor? ¿más?

En sus miradas grises quedan los recuerdos del ayer, y los olvidos del hoy. Tal vez sea el guiño de su memoria para retomar aquel pasado que, por supuesto, fue mejor. Porque el presente les dice que están en el camino de regreso, en la senda del punto y final.

La vejez es triste, y si es una vejez en soledad, peor. Los cuerpos pierden su forma original perfecta y tersa, los cabellos se transforman en hilos de seda blanca, o simplemente desaparecen, las pieles se marchitan, las voces tiemblan.

No se reconocen en el ser que les devuelve la tristeza desde el espejo, si es que aún conservan la coquetería de mirarse. Se sienten olvidados por sus seres queridos, a pesar de que ellos estén a su lado permanentemente, porque la soledad del alma a veces no se mitiga con la compañía. Estar con alguien no significa necesariamente no estar sólo. Porque los hijos tenemos las vidas que ellos cedieron al Mundo. Plantaron la semilla, regaron los brotes tiernos, enderezaron troncos torcidos, y los frutos cayeron en sus propias tierras y dieron frutos a su vez, que tienen que sembrar, regar, enderezar. Y en ese trasiego del ser humano, el anciano queda olvidado.

No comprendo como es posible que para esta sociedad únicamente "valgan" los de la edad intermedia. Ahora empezamos a descubrir que la cara B de una población envejecida es la enfermedad y la discapacidad. Y en muchísimos casos, en la pobreza.

Estos días, para explicar el porqué de "La abuela necesita besitos", me he escuchado a mí misma hablando de  cómo la magia del amor de los niños es el único antídoto para la tristeza del envejecimiento. Siempre tendría que haber un niño cerca de un anciano. Lo que ellos cuentan es necesario para que los pequeños aprendan aquello que sus padres no tenemos tiempo para contarles, y los niños, a su vez, son una fuente de amor inagotable.

Yo fui una niña criada en los regazos de mis abuelos, y me considero una privilegiada por ello. Ahora que vivo de cerca su despedida casi lastimosa, aunque afortunadamente ni en la soledad, ni en la pobreza, pienso que vivir muchos años no siempre es una ventaja. Me sabe mal que mis hijos les conozcan tan lejos de lo que fueron, y no en la plenitud que conocí en mi infancia. Pero cuando les veo compartiendo algo juntos, me doy cuenta de que mis abuelos tienen para mis hijos la paciencia que a mí me quitan las prisas, que los niños pueden darle el afecto que a los mayores a veces se nos olvida dar. 

Gracias a Matermanías por llenar mi corazón con este vídeo en su blog



16 comentarios:

Unknown dijo...

Yo tb necesito ver el video más veces para seguir reflexionando...
Nos pasamos la vida proponiéndonos metas y deseando que pase el tiempo para poder alcanzarlas sin pensar siquiera qué es lo que nos llevó a querer esos propósitos o lo que nos costó llegar a ellos. Y el tiempo pasa y pasa...
¿Cuál será la meta a alcanzar cuando haya transcurrido todo nuestro tiempo?
Supongo que la vejez sí que es triste. Triste por todos los buenos recuerdos que dejas atrás, por todos los que fueron felices contigo y ya no están, por esas cosas que, a lo mejor, te hubiera gustado vivir y que sabes que no las vivirás...quien sabe... Supongo que nuestros abuelos nos verán con esos ojos sabios y tristes... Jo!! Yo también pienso que un anciano siempre tendría que estar acompañado de un niño, ambos se ayudarían mutuamente. En mi casa, desde que llegaron nuestros angelitos, hay mucha más alegría, la alegría que ellos nos contagian cada día.
Mi bisabuelo falleció con 102 años. Tuvo la "suerte" de gozar de todas sus facultades hasta el final. Quince días antes de fallecer, estando bien, nos dijo que ya no se veía con fuerzas para seguir. Que creía que había llegado su hora y que ya no quería seguir viviendo. Nos chocó mucho, puesto que siempre lo habían caracterizado sus ganas de vivir pese a su edad. Yo estaba embarazada de Sara, me dijo que le hacía mucha ilusión la idea de ser tatarabuelo y que le enseñara a mi hija que hay que vivir siempre con Ilusión. Empezó a dejar de comer y se nos metió en cama. El último día se despidió y lloró con nosotros. Durmió y no se volvió a despertar.
Mi bisabuelo siempre me dejará una marquita, y quiero vivir con esa Ilusión. Espero no perderla nunca.
Siento el ladrillo de hoy.
Bicos pesoletina.

Ana, princesa del guisante dijo...

*Dolores: muchísimas gracias por tu comentario, no me parece un ladrillo en absoluto. No sé como esta sociedad de la inmediatez y de la belleza y de la perfección, asumirá su vejez. Me preocupa, Biquiños

Marina dijo...

Mi madre es muy mayor, mucho mucho y vive sola porqiue no quiere venir a mi casa, dice que en mi casa también está sola y es mi casa...tiene razón, pero me da tanta pena...

Buen post, muy bueno.

Besos agridulces.

Ana, princesa del guisante dijo...

*Marina: sí, es eso, un sabor agridulce. Sabes, mi amiga, la que padece cáncer, me dijo poco antes de su diagnóstico, que el único sentido que tenía la muerte de las personas jóvenes era, precisamente, darle sentido a la vejez. Qué duro pensar que uno sólo se hace viejo para morir. Curiosa reflexión. Un beso

Ana, princesa del guisante dijo...

*Rosa: Esta "divagación" es lo que me ha llevado a escribir. El sentimiento tan complicado que nos produce la vejez. Un beso, y muchísimas gracias por tu comentario, y por el cariño hacia tus abuelos.

Mariapi dijo...

Ana, tal vez porque ya no soy tan joven como tu, y veo como pasan rápidamente las etapas...no me asusta tanto la vejez.
De todo lo que describes, sólo me aterra la soledad. Cuando tenía 30 años me aterraba llegar a la edad que tengo ahora...y te aseguro que ahora no volvería atrás, cada etapa tiene aspectos muy positivos, que no se ven desde fuera... Cuando uno se siente querido y valorado, hasta en su "inutilidad", la vida tiene sentido...
¡pero qué te digo yo, a tí, la autora de "La abuela necesita besitos"...!
Hoy he estado toda la mañana con alguien, que siempre va descalza (ahora se ha puesto calcetines) y hemos hablado mucho mucho de lo que ansiamos tu libro, dedicado, por supuesto...

Un besote.

sunsi dijo...

Qué post más... tierno, profundo, real. Me parece que vivimos cabalgando. Ellos ya lo hicieron pero ahora no pueden seguirnos. Demasiadas veces es la soledad forzosa porque no se puede aminorar la marcha.

He observado bastante ...Últimamente pienso mucho en la vejez. Es algo que me produce un cierto desasosiego. Ya no tengo abuelos...pero mis padres se hacen mayores y alguna vez he llorado a moco tendido porque no estoy con ellos todo lo que querría y necesitan. He notado en su voz una conformidad que me duele "No tenéis tiempo, ¿verdad?" Bueno, Princesa. Es un tema que ahora mismo está entre mis prioridades. Escucharles, acompañarles... El tiempo se saca si uno quiere.

Gracias por el post, pesoleta.

Ana, princesa del guisante dijo...

*Mariapi: yo no tengo miedo por mí, por mi propia soledad. Me destroza ver a los míos sufriendo sus propias limitaciones. Mi abuelo preferiría que no le viéramos como está. Estoy segura. Besitos a ti, y a la dueña de los pies.

*Sunsi: acompañar, estar, que ellos se sientan queridos. Es lo más, gracias, guapa. Un petonet

meloenvuelvepararegalo dijo...

A mí también me producen mucha ternura las personas mayores, y lo que pienso, como dice Sunsi, es que mis padres se van haciendo mayores.
Y yo, también me voy haciendo mayor.
En principio, es lo deseable, y yo también me pregunto quién nos atenderá si no somos capaces de inculcar el valor del cuidado, el cariño, la paciencia, etc. a nuestros hijos e hijas hoy en día.
bss,

Ana, princesa del guisante dijo...

*Meloenvuelve: vivimos como si el mañana no llegara a existir, como si no nos lo creyésemos. Nuestros hijos ¿harán con nosotros parecido a lo que nos vean hacer?
Un beso

ana dijo...

Yo no puedo con esa soledad de los ancianos. El vídeo que colgó Mariapi me dejó un nudo bien gordo.

Sin embargo, cuando recuerdo a mi abuela, me alegra saber que ella no se sentía sola, y que le gustaba a ratillo estar así, aislada. Incluso en esos raticos en que se quedaba como ensimismada, no estaba sola. Pude observar que aunque estén acompañados, ellos a veces se aíslan... ¿por qué?, quizá para regresar a sus recuerdos, a su mundo, a aquel escenario que era el suyo. Mi abuela solía desconectar, la podías observar ausente... excepto cuando llegaba algún niño. Entonces sí, salía de sí misma al encuentro de la infancia. Recuerdo sobretodo como, al acabar la tarde, cuando encendíamos la tele, ella acababa cantando mientras estaba así, como ausente. Mi abuela era cantarina. Mi prima y yo nos mirábamos mientras pensábamos que por qué lugares estaría su mente. Lo recuerdo como si fuera ahora, y aunque no nos dejaba oír la tele, pocas veces la interrumpíamos. Eras precioso su sonido.

Es curioso, el otro día me desperté con la necesidad de poder tocar un rato a mi abuela, de poder abrazarla de nuevo. Si se pudiera... tan sólo un ratico... un ratico de nada...

Ana, princesa del guisante dijo...

*Ana: cuando voy con los niños a ver a los abuelos, se alegran muchísimo, pero al poquito tiempo, les noto que les estorbamos, porque alteramos su quietud. No me extraña que añores a tu abuela cantarina... Un besito, bonita

Lisset Vázquez Meizoso dijo...

Tendría que ser una época maravillosa, la vejez, con tanta sabiduría a cuestas, con tantos retos superados y más si vamos dejando nuevas partes de nosotros en las nuevas generaciones y sin embargo, una buena parte del tiempo es un momento melacónlico en nuestra vida... los recuerdos de tiempos mejores porque aún podían hacerlo todo y no dependían de nadie, cuando aún creían que todo era posible, cuando aún confiaban en que la vida les deparaba con mil sorpresas, unas llegarían y otras no... es duro, saberse indefenso nuevamente cual bebé, justo cuando en tu cabeza tienes todo el conocimiento que fuiste capaz de acumular en tantos años vividos. Me he hartado a llorar leyendo esto, supongo que me da algo de miedo mi propia vejez... no lo sé. Un abrazo.

Ana, princesa del guisante dijo...

*Lisset: la indefensión... qué realidad. A veces la vida me parece muy injusta. Siento haberte hecho llorar, sé que es una reflexión muy dura. Un beso

Maria Cininha dijo...

Anne, é muito triste o destinos dos velhos. Alguns ficam abandonados, alguns se isolam por opção propria. Todos nos devemos nos preparar para esta época natural da vida. Eu acredito que a criatividade é um forte aliado no envelhecimento, ela te torna ligado a vida sempre.

Ana, princesa del guisante dijo...

*Mariacininha, tienes razón, la creatividad puede ser un buen aliado. Todos deberíamos potenciar nuestra creatividad, seríamos mucho más felices. Gracias por venir al castillo.

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