Lo mejor de la nieve no es ver como cae, como si Dios estuviera rallando queso parmesano sobre nuestras cabezas. Ni es el crujir de las pisadas sobre el manto blanco. Ni quedarse como un pasmarote detrás de la ventana, calentito, sin hacer nada más que observar la nevada.
Lo mejor, sin duda, es ver la sonrisa de tu hijo cuando siente, por primera vez, caer un copo de nieve sobre su mano diminuta.
Fue una bonita nevada que pilló a todos por sorpresa. Además hemos tenido la suerte de que ya se ha fundido de las calles y carreteras, y sigue habiendo nieve en las zonas más verdes, así que mis cachorritos podrán disfrutar de este mágico elemento.
¿qué más se puede pedir?
2 comentarios:
Todo, absolutamente todo, en las manos de un niño refleja su lado más brillante. Las cosas cuando sienten la mirada de un niño sobre ellas nos regalan su luz; diríase que son como pequeños magos. Una magia que es capaz de contagiarnos, que consiguen el aliento de la infancia en nuestras miradas de adulto.
Precioso.
*Ana: tienes razón, los niños hacen que todo sea mejor...
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