© de la imagen La meva maleta

martes, 30 de noviembre de 2010

No entiendo

No entiendo cómo una madre puede mirar a los ojos de su hijo mientras le ahoga en la bañera.
No entiendo cómo en el corazón de una persona pueda existir maldad suficiente como para trocear a ese niño y meterlo en una maleta, con parte de sus pertenencias más valiosas, a saber, un estuche, unos cómics.
No entiendo cómo un niño de 10 años puede desaparecer sin que nadie le eche de menos.
No entiendo cómo todo eso pueda ser hecho por amor, en teoría la madre desnaturalizada lo hizo por amor a su pareja.

No. Alguien así no es capaz de amar a nadie.

Tengo el alma descompuesta de pena. ¿Alguien se ha planteado la tremenda tristeza en la que ha vivido toda su vida ese hijo no deseado?

lunes, 29 de noviembre de 2010

Concentración

Hacer labores es una actividad muy saludable. Por una parte, ocupa las manos, y las dota de un control extraordinario de los movimientos. Por otra, el hecho de realizar movimientos monótonos, permite a la mente reorganizarse. Y además, cuando se crea algo se secreta serotonina, que es el neurotransmisor que nos produce sensación de bienestar. Si encima te sale algo que va a servir como regalo, el placer está servido.

Algunas de las últimas creaciones del guisante,





A mi abuela le comentaba, el día que le regalé nuestro libro, que cuando era pequeña, yo sabía hacer punto de media, y que ahora no recordaba cómo se hacía. Su respuesta fue contundente: "Dedícate a escribir y déjate de puntos". 

Yo, no sé, creo que puedo seguir con las dos cosas, de momento.

sábado, 27 de noviembre de 2010

El trono de los valientes



Mediodía. Madres con abrigos pequeños colgados de las sillas. Padres con cámaras de vídeo, nervios y carreras por los pasillos. Aplausos, y silencio relativo.

El primer héroe, Marlin. Con su inseguridad entre los dedos, su mirada huidiza, con su guitarra entre las manos, que adivino ligeramente sudadas. Su profesora le indica que tiene que saludar. Yo pienso que tendría que habérselo dicho fuera del escenario, pero aplaudo. Una sola vez, yo tengo mi cámara entre las manos. No empieza bien, la profesora nos regaña por hacer ruido. Silencio, ahora sí. Primeras notas titubeantes, precioso dúo de una canción que suena como Love me tender. Lucho por mantener a raya las lágrimas, pero no lo consigo del todo. Me repito que llorar no es malo, no pasa nada, seguro que otros lloran. Acaba, aplausos, casi puedo escucharle suspirar de alivio.

Suben más niños al escenario. Siempre empiezan los más pequeños, así que va mejorando la calidad. Lloro con casi todos. Poco, tengo a mis suegros al lado, así que puedo disimular bien.

Leo un nombre de niña en el programa de mano, piano. Sube al escenario una niña con síndrome de Down, de la escuela especial. Su profesor se sienta junto a ella.



Primeras notas del Himno de la alegría, tañidas lentamente, parecen más tristes que nunca, y a la vez, esperanzadoras. Se levanta un señor de pelo blanco de la segunda fila, me sorprende. Le miro a los ojos azules, llenos de lágrimas.

Demasiado para él. Y para mí. Una treintena de niños han subido a ese trono de valientes. Hay que serlo para enfrentarse a tantas miradas que esperan tanto de ti. Ellos no saben de nuestra emoción.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Sobre la vejez



Sus manos nudosas intentan alcanzar un vaso medio vacío con el que tratarán de tragarse las medicinas que les ayudan a vivir ¿mejor? ¿más?

En sus miradas grises quedan los recuerdos del ayer, y los olvidos del hoy. Tal vez sea el guiño de su memoria para retomar aquel pasado que, por supuesto, fue mejor. Porque el presente les dice que están en el camino de regreso, en la senda del punto y final.

La vejez es triste, y si es una vejez en soledad, peor. Los cuerpos pierden su forma original perfecta y tersa, los cabellos se transforman en hilos de seda blanca, o simplemente desaparecen, las pieles se marchitan, las voces tiemblan.

No se reconocen en el ser que les devuelve la tristeza desde el espejo, si es que aún conservan la coquetería de mirarse. Se sienten olvidados por sus seres queridos, a pesar de que ellos estén a su lado permanentemente, porque la soledad del alma a veces no se mitiga con la compañía. Estar con alguien no significa necesariamente no estar sólo. Porque los hijos tenemos las vidas que ellos cedieron al Mundo. Plantaron la semilla, regaron los brotes tiernos, enderezaron troncos torcidos, y los frutos cayeron en sus propias tierras y dieron frutos a su vez, que tienen que sembrar, regar, enderezar. Y en ese trasiego del ser humano, el anciano queda olvidado.

No comprendo como es posible que para esta sociedad únicamente "valgan" los de la edad intermedia. Ahora empezamos a descubrir que la cara B de una población envejecida es la enfermedad y la discapacidad. Y en muchísimos casos, en la pobreza.

Estos días, para explicar el porqué de "La abuela necesita besitos", me he escuchado a mí misma hablando de  cómo la magia del amor de los niños es el único antídoto para la tristeza del envejecimiento. Siempre tendría que haber un niño cerca de un anciano. Lo que ellos cuentan es necesario para que los pequeños aprendan aquello que sus padres no tenemos tiempo para contarles, y los niños, a su vez, son una fuente de amor inagotable.

Yo fui una niña criada en los regazos de mis abuelos, y me considero una privilegiada por ello. Ahora que vivo de cerca su despedida casi lastimosa, aunque afortunadamente ni en la soledad, ni en la pobreza, pienso que vivir muchos años no siempre es una ventaja. Me sabe mal que mis hijos les conozcan tan lejos de lo que fueron, y no en la plenitud que conocí en mi infancia. Pero cuando les veo compartiendo algo juntos, me doy cuenta de que mis abuelos tienen para mis hijos la paciencia que a mí me quitan las prisas, que los niños pueden darle el afecto que a los mayores a veces se nos olvida dar. 

Gracias a Matermanías por llenar mi corazón con este vídeo en su blog



jueves, 25 de noviembre de 2010

Orden de alejamiento

¿Recordáis la extraña enfermedad de Pollo? Bien, corrí a seguir el consejo de Mari, y les compré el hueso de sepia, por si les faltaba calcio. Y nos quedamos indignados cuando Periquita, que está estupendamente, se ponía a roerla como una loca, y cuando el otro se acercaba, le tiraba al suelo, claro, no puede volar sin alas.

Y un par de días después, encuentro salpicaduras de sangre en el cristal y en el suelo, junto a la jaula. Pues estábamos nada más y nada menos que ante un caso de violencia de género. Pero los animales son mucho más sabios, y los machos de los periquitos jamás agreden a las hembras (las hembras son unas malas piezas, como podéis ver).

Aplicamos enseguida una órden de alejamiento.



Compramos una jaula un poco más grande, porque la verdad es que la que teníamos no era suficiente para los dos, y, cosas injustas de la vida, se la quedó ella. Ahora quedará recuperar a Pollo, al que agasajamos con gajitos de mandarina, y barritas energéticas.

25 de noviembre: día internacional de lucha contra la violencia de género. No podemos quedarnos como espectadores, hay que dar voz a quienes sufren, y ofrecerles ayuda. 

miércoles, 24 de noviembre de 2010

La chica de las sillas

Un grupo de mujeres fuimos convocadas a una reunión. Todas con ideales que nos unen, todas de distinta edad y condición. Una de ellas, de las más jóvenes del grupo, algo mayor que yo, de pelo corto, gafas y mirada huidiza. Nos sonreímos al llegar, sabiéndonos cómplices de lo mismo. Estábamos convocadas una a una, por teléfono, seríamos unas 20, y otras tantas sillas ocupaban el centro de la sala.


En un rincón una pila de sillas permanecía callada, y la chica del pelo corto, de la mirada huidiza, se ofreció para ayudar a la organización a poner más sillas, para que no faltara nada. Yo la observaba medio distraída, buscándome un asiento cerca de la puerta por si se alargaba la sesión para poder volver a mi puesto de trabajo.
Sobre esto estuvimos bromeando, total, que quedamos sentadas juntas.
No habían pasado dos minutos y con los ojos empañados y la barbilla tiritando, me dijo que hacía algo más de un año un cáncer se llevó a su hermano y que ahora era un tiempo duro porque habría cumplido años. Maldito cáncer... le conté que tenía una amiga enferma.... y ella que su hijo de 14 años lo llevaba fatal, que todos lo llevaban mal, cada uno a su manera. Ni siquiera sabía su nombre, y se agarraba al clavo ardiendo de las orejas predispuestas de una desconocida. No me anduve con rodeos ni con tapujos. "¿Tienes ayuda?" A susurros en mitad de la charla, me dijo que sí, que el niño veía a un psicólogo. Hablaba apresurada, nerviosa, y conteniendo el llanto. "No te he preguntado si tu hijo va al psicólogo, te he preguntado si vas tú.", le dije con cariño. Un aplauso nos interrumpió. Y me pidió abiertamente ayuda. Quiero hablar contigo, ni sabía mi nombre. Y no se me ocurrió nada más que darle, en una tarjeta de visita, la dirección de este blog y mi dirección de correo electrónico.

Así que, M, tal vez estés leyendo esta entrada que habla de ti. Me pediste contactar conmigo para ayudarte, y yo sólo tengo palabras. La primera, que debes ponerte en tratamiento, no puedes deshacerte en lágrimas ante una desconocida. Y la segunda, bienvenida a este castillo. Espero que aquí encuentres alivio para tu lastimado corazón.

martes, 23 de noviembre de 2010

Ropa de invierno/Ropa de verano

La recuerdo en la penumbra de su habitación. Yo la aguardaba metida dentro de sus sábanas, de crujiente algodón secado al sol. Ella, con delicadeza y pudor se quitaba la bata fresca que había vestido todo el día, y se ponía el camisón. Sólo entonces, dejaba caer su combinación, que caía arrugada a sus pies.
La luz de la luna que entraba por la ventana recortaba sus silueta de abuela, aunque su cuerpo sólo tendría 50 años. La esperaba para dormirme a su lado. "Ani, ¿has tirado el chicle?". Y yo estiraba mi mano, disimulando bajo la fina colcha de verano, hacia la mesilla, y lo dejaba ahí, para mañana (el que esté libre de pecado que tire la primera piedra :-)

-Jesusito de mi vida, venga.
-que eres niño como yo (pero yo soy una niña, eh, pensaba)
- por eso te quiero tanto
-que te doy mi 'corasón'
-Tómalo
- tuyo es
- mío no
- (¿como era ?) Virgen 'bendida'
- ven a mi cama
- dame un abrazo (esta es la que más me gusta)
- y ¡hasta mañana!

La seguridad de esas palabras me arropaban toda la noche. No había habido abrazo ni besito, pero estaba ella, con la presencia de su cuerpo durmiendo a mi lado, en una cama con cabecero de estilo Thonet.

De ella aprendí a guardar la ropa cuando cambiaba la estación. Con un innegable sentido práctico escribía en una caja, con su pulcra letra de maestra: ROPA DE INVIERNO/ ROPA DE VERANO. 


Era, como acabo de decir, maestra. De lengua castellana, de latín y religión. Presumía de haber empezado a leer con cuatro años, como yo, y como Bufón. Así que no es de extrañar que escribiera muy bien, y para gran envidia mía, era una magnífica rapsoda.

Todos sus nietos aprobamos, sin estudiar apenas, latín. En una hora de clase magistral privada, nos explicaba todas las conjugaciones y los verbos. Y nos inculcó el amor por la lectura y de sus manos me llegaban los mejores libros, y aún hoy, llegan los mejores libros para mis hijos de las manos de mi abuela, y de las de mi madre.

Este fin de semana quiero ir a llevarle el libro que he escrito. No lo sabe, ni lo sospecha. Por cuestiones de salud, y por su propia voluntad, vive en una residencia de ancianos a algunos kilómetros de mi casa, y no puedo ir a verla tan a menudo como quisiera. 

Tendré que salir llorada de casa, porque en cuanto sus ojos, que casi no ven,se inunden de lágrimas al ver mi nombre en la portada de un libro, sé que no podré soportar la emoción.  Jesusito de mi vida....

domingo, 21 de noviembre de 2010

El tesón

Sí, lo decía de mí el otro día Carme, comentando cómo mi energía había sido útil para poder materializar el sueño de nuestro libro. Y me ha venido a la mente algo que leí sobre el signo del horóscopo chino al que se supone que pertenecemos los ejemplares de la cosecha del 73
Copio y pego de algún lugar de internet:




El signo del Buey (o Búfalo) representa la prosperidad, alcanzada a través de la fortaleza y el trabajo. Una persona nacida bajo este signo será digna de confianza, tranquila y metódica. Trabajador paciente y esforzado, el Buey es rutinario, sabe escuchar y es muy difícil hacerle cambiar de opinión, porque es obstinado y con prejuicios. Pese a ser muy introvertidos, su férrea naturaleza puede convertirles en excelentes oradores cuando la ocasión se presenta. Suele moverse bajo esquemas fijos y respeta la tradición. Sabe que sólo haciendo las cosas como es debido se alcanza un éxito duradero. Jamás confiará en su suerte. El Buey logrará las cosas a través de su tenacidad y dedicación. Es absolutamente digno de confianza, siempre cumple la palabra empeñada. La opinión pública no cuenta para él. Se entregará de todo corazón a la tarea que esté haciendo, y no dejará nada por hacer.


En las cosas del corazón, el Buey puede ser muy ingenuo. No puede llegar a valerse de estrategias de seducción para ganar una causa romántica. No se puede esperar de él poesías ni serenatas. Incluso es probable que sus regalos sean objetos sencillos y sin pretensiones.

Como además son muy tradicionales, serán proclives a noviazgos largos, porque necesitan tiempo para llegar a una relación de suficiente intimidad. Son lentos para reaccionar y revelar sus verdaderos sentimientos. (...)

La muchacha Buey será una esposa ideal. Te corresponderá a ti tomar la iniciativa. Después de todo, seguramente una persona nacida bajo este signo estará haciendo más de lo que le corresponde.
Son muchas las cosas maravillosas que vienen envueltas en un papel marrón y sin gracia, y una de ellas es el Buey. Ni se te ocurra despreciarlo por la envoltura porque seguramente vale su peso en oro.
El Buey alimenta durante mucho tiempo sus resentimientos. Su memoria es capaz de registrar hasta el último detalle de una ofensa por demasiado tiempo. El Buey insistirá en pagar las deudas hasta el último centavo. Jamás se perdonaría el no demostrar su gratitud de manera tangible. No saldrán de él grandes palabras de agradecimiento. Considera lo que hay que hacer con las acciones más que con las palabras.
Ten cuidado con la paciencia del Buey, porque cuando una persona de este signo pierde los estribos, no pasa inadvertida. No habrá manera de razonar con él. Pero en general, es muy raro que llegue a tal agresividad. Tiene un enfoque materialista de la vida y aunque suele tener exagerado afecto por su familia, también les exige mucho. Usará los logros personales para medir su amor por ellos.
En su peor forma, el Buey es de mentalidad estrecha. Con ninguna consideración por los demás. Sin embargo, se le respeta y quiere por su sinceridad, su falta de pretensiones y la firmeza de sus principios.
Estos nativos concienzudos, hacen las cosas hasta terminarlas. La tenacidad que el Buey lleva en sus genes se extenderá a las generaciones siguientes, aunque no hayan nacido bajo el mismo signo. Su excelente carácter hace de él un constructor de imperios, que tomara todas las precauciones para asegurar la prosperidad y la supervivencia de su linaje. Como jefe de familia, no tolerará ninguna rebelión juvenil. Su vida está construida en torno a su hogar y su trabajo, y preferirá siempre las inversiones estables y a largo plazo. Como es una persona de hábitos conservadores, la poca seguridad le desalienta.



No sé, querida, ¿cuadra algo de esto conmigo? ;-)

sábado, 20 de noviembre de 2010

La abuela necesita besitos

Tal vez las palabras que conforman este libro estuvieron aletargadas en algún lugar de mi corazón durante mucho tiempo, como quien guarda un pequeño polvorín. Y entonces me crucé por el camino con las suaves líneas de las obras de Carme Sala, y tras una breve implosión, nació este libro. Espero que todos lo compréis :-) (please) y que disfrutéis de él tanto como nosotras.



La abuela necesita besitos

de Ana Bergua (texto) y Carme Sala (ilustraciones) 
(edición en castellanoISBN 978-84-15047-32-2)

L'àvia necessita petonets  
d'Ana Bergua (text) i Carme Sala (il·lustracions)
(edició en català, ISBN 978-84-15047-33-9)







Un cuento lleno de sensibilidad sobre el valor del amor y la ternura, espcialmente de los nietos, ante la vejez y las enfermedades degenerativas. El libro pretende fomentar el respeto hacia las personas mayores y ayudar a los más pequeños a ver el envejecimiento y los posibles procesos de deterioro mental asociadoscomo algo natural y, a menudo, inevitable. Además de exponer algunas acciones recomendadas para estimular la memoria, las autoras proponen un remedio infalible para apaciguar los procesos degenerativos: amor, ternura y muchos besitos.

21x21 cm
encuadernación cartoné
PVP: 12€
info@editorialproteus.com

viernes, 19 de noviembre de 2010

"No puedo creer que no la hayas visto,"

.. me dijo mi hermano. "pero si es muy 'del guisante'". Hablábamos de Amélie.

Admito que siempre me había llamado la atención, pero las cosas suelen suceder en su preciso momento, y éste no había llegado aún.

Mi flechazo con la película de Jean-Pierre Jeunet llegó a los dos minutos de empezar, puesto que la fecha en la que nos cuenta que es concebida Amélie es el 3 de septiembre de 1973, justo un día después de mi nacimiento, y estas cosas absurdas, quieras que no, siempre causan empatía.



No sé por dónde empezar para describir lo que me gustó de esta película. Para empezar, el cásting... Audrey Tautou tiene una belleza cautivadora (no creo que otra actriz hubiese aguantado esos primeros planos, ni ese peinado, ni esas faldas, ni esas chaquetas verdes), y cada uno de los personajes que flotan a su alrededor no podrían haber sido mejor elegidos. Su escenografía, su fotografía, sus primeros planos, la voz en off, el guión. Incluso la lamparita de cristales idéntica a las de la casa de mis suegros.

El guión, la vida de esa niña Amélie, tan curiosamente desdichada y aislada, que llega a una madurez silenciosa. Cómo entonces procura el bien en todos los que la rodean,  y que vivir para crear ese bien la dota de una luz interior incombustible. No pienso contar nada más: para los que la habéis visto ya, seguro que me quedaría corta, y para los que no la habéis visto, os la recomiendo, porque seguro que os sorprenderá.



Definitivamente, no sé si es 'Del guisante', pero me ha gustado muchísimo.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Pequeñas epidemias

Empezó Bufón. Debe de estar empachado sentenciamos los mayores, porque este niño es tan goloso...
Descenar varias veces, lengua blanca, y "mal de panxa".

Continuó Marido. Estoy mareado, y creo que no estoy embarazado (qué alivio, cariño), unas décimas por la noche, pan tostado, adiós al kilo de más.


Y ayer caí. Mientras comía la comida ya me sentó mal. Lo peor, preparar comida para otros cuando te sientes fatal. 
Cena de manzanilla y desvele a medianoche por el dolor de barriga. Y ese asqueroso olor a pan quemado que impregnaba las paredes de la casa (¿?). Desayuno de yogur, cara de asco...

¿Estás bien? pregunta un compañero en el trabajo. No. Pues en casa hemos caído todos, claro la niña (la nieta)...

Lo bueno es que ya sé que el malestar dura 24 horas, máximo 48. Ya me queda menos.

Por si acaso, no os acerquéis mucho al ordenador, este asunto es muy contagioso.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Fragilidad y lágrimas



Cuando se pasa por un trance como el tuyo, en el que la muerte flirtea contigo durante un tiempo, o cuando pierdes a alguien importante, o cuando tienes una experiencia traumática o muy dolorosa a cuestas, es inevitable experimentar un cambio en tu manera de ser.

Algunas personas se sumergen en un pozo depresivo del cual no les es posible salir por más que lo intenten, o simplemente dejan de intentarlo. Otras no dejan aflorar sus sentimientos, y los esconden bajo un manto ácido y duro, bajo el cual se encuentra, sin duda, un corazón lastimado.

Y otras, como tú, como yo, vamos cicatrizando la herida con sus más y con sus menos, pero en ello estamos. 
El 'pero' es que la cicatrización es un proceso lento, en el que, al principio, queda una fina capa de células en la parte superior que se desgarra con el más suave roce de cualquier cosa. Así, las lágrimas no tardan en brotar ante cualquier estímulo que te produce un sentimiento. Tú te enfadas un poquito contigo misma por no ser capaz de hacerte fuerte, dices que te sientes como si tuvieras un telón ante ti que se desmorona por cualquier cosa.

Yo ya me he acostumbrado a mi emotividad, y estoy empezando incluso a quererla. Cuando escucho la voz de un niño, explicando algo bonito, lloro, cuando veo a mis hijos o a los hijos de otros interpretando cualquier clase de función, lloro. Cuando escucho a sus maestras contándome cuáles son los proyectos para el curso, también. Si escucho una declaración de amor, si veo un anuncio bonito, si me abraza alguien a quien quiero y no suele hacerlo, si veo un paisaje conmovedor... Es como si se me hubiese abierto una capacidad secreta para conmoverme. Como encontrar el guisante bajo los 7 colchones. 


martes, 16 de noviembre de 2010

Templando nervios

Últimamente he estado recomendando a diferentes personas estrategias  para mantener la calma. ¿Qué recomiendo?

En primer lugar, espacio, y tiempo. No, no es siempre fácil. Los niños absorben cualquier indicio de libertad materna. Si trabajas fuera de casa, y les ves justo cuando acabas de trabajar, y encima, se acuestan a las tantas, olvídate de tu espacio.

Yo tengo mi espacio y mi tiempo casi todo los días, no es mucho, tal vez media hora, poco más, poco menos. Es mi tiempo para no hacer nada (¡ja!) o para dedicarme a algo que me gusta. En verano, me encanta sentarme en el cuarto de baño, y pintarme las uñas de los pies. Ahora no se me ven, así que me ahorro el trabajo. Mi tiempo últimamente se lo está comiendo todo el blog. Pero no me dejo.

Si no puedo esquivar las tareas domésticas, me pongo un poquito de música y las hago bailando. O me pego a uno de los niños, que todavía se dejan, y les doy besitos o les hago cosquillas.

O preparo algún postre para los nenes. Hoy les he hecho cuajadas (un litro de leche y dos sobres de cuajada Royal han tenido la culpa)

Y si está Marido, me escapo con mi bicicleta (sin niños) y voy a hacer algún recadito.

La clave está en dedicarse un momentito al día a quererse. Y si no sabes, aprende a hacerlo.

De regalo, esta canción, I need you now, de Lady antebellum

lunes, 15 de noviembre de 2010

Cuando alguien piensa en ti

Alguien se acuerda de ti en un viaje.
Ve una cosa que le recuerda a ti, y la compra.
Cuando te ve, te anuncia con ilusión que tiene un regalo para ti.

El regalo es esta tela tan preciosa (si pudiera pedir algo al cielo sería la capacidad de sacar fotos perfectas y saber cantar y dibujar. Me estoy yendo por las ramas)


Tiene que ver con mi profesión y con algo que había dicho que quería hacer...

Mi amiga Ana  se fue a dar un paseo por Creativa, la feria de labores de Barcelona, se acordó de mi agenda (que quizá se convierta en neceser) y compró esta tela para mí.

Gracias, bonita. Tú tienes un corazón grande; espero saber tratarlo como se merece.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Hoy quiero contar algo


Y cuando quieres contar algo a un niño, no siempre es fácil contarlo sólo con palabras.

Le he pedido ayuda a Carme Sala, de La meva maleta, ella me ha prestado a Rita.




¿Tú quieres mucho a tu abuela?





jueves, 11 de noviembre de 2010

El paro y el pañuelo en la cabeza

Esperaba a mi hijo mayor en el pasillo de la escuela de música. Aparecieron tres niñas, de unos 10 años, hablando como mayores, sobre un chico, pongamos David. Una de las resabidas sentenció: "Los padres de David lo han cambiado porque están en paro". Las otras la miraron sin haber comprendido. Preguntó: "Sí, el paro, ¿sabes qué es?" . La otra niña respondió, dudando "Sí, eso que no tienen trabajo o algo así".

Faltaba un par de minutos para que saliera mi hijo, y me pregunté cuántas cosas les sonaban de haberlas escuchado en casa, y qué era lo que entendían sobre ellas.

Al salir, nos cruzamos con una niña musulmana, jovencita, con velo. Y decidí que ese era un buen momento para averiguar lo que me había estado preguntando.


Mientras caminábamos hacia la salida, le dije:
-Marlin, ¿tú sabes por qué lleva un pañuelo en la cabeza esa niña?
-No.
-Esa niña es musulmana, eso quiere decir que su religión es distinta de la nuestra.

Iniciamos un diálogo sobre religión, y sobre temas como el paro. Por no atosigarle con demasiada información le pedí que se fijara en lo que ve y que preguntara sin miedo todo aquello que no entendiera.

Se hizo un silencio a través del cual casi podía escuchar el engranaje de su pensamiento funcionando a toda velocidad.

-¿Qué religión tiene M?

M, es un niño vecino de nuestra casa y compañero de clase de Marlin. Son Testigos de Jehová, por lo que el niño no asiste a las clases de religión. Les llama especialmente la atención a los niños el hecho de que no se le permita celebrar los cumpleaños y fiestas.

Espero que mi hijo siga preguntando, damos por hecho que ellos comprenden nuestro mundo, su mundo, pero me temo que muchas veces no es así.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

El eco de vuestras voces

Llego a casa a mediodía cuando ya habéis salido hacia la escuela. Siempre corriendo, y con ganas de comer, por fin. Mientras se calienta la comida pongo la lavadora; luego enciendo el televisor para sentirme acompañada en la mesa y como en un suspiro.

Si no tengo un trabajo que hacer, recojo los juguetes desangelados que encuentro, y los dejo en su sitio, coloco los cuentos desperdigados por las alfombras en las estanterías, repaso con un trapo las huellas de vuestros deditos enjabonados en el lavabo. Preparo meriendas y anticipo cenas.

Esta semana habéis comido fuera.


Y la casa me recibe con un silencio en el que resuenan mis pasos, como en una catedral. Me digo a mí misma que las paredes no pueden guardar los sonidos. Pero tengo mis dudas. Esta casa, nuestro hogar, no suena igual cuando no estáis, cuando no habéis estado. Entiendo que los padres que pierden a sus hijos enloquezcan de dolor. Yo, por fortuna, volveré a veros dentro de media hora, y podré repetir el "no grites" de todas las tardes. E incauta de mí añoraré el silencio que ahora deja a mi alma desolada.

martes, 9 de noviembre de 2010

Dices que ya pasó

Que vertiste montones de lágrimas saladas pasando un aspirador, y que te sirvieron para desahogarte. Ya, ya sé que es eso de llorar con ganas, y lo bien que te quedas luego... y lo poco que cambian las cosas después.
No puedo ofrecerte mucho más que el pañuelo de este blog, porque no estamos suficientemente cerca. No dejaré de rezar para que todo mejore, para que lo que te rodea no te haga estar triste. Y si lo estás, nos acurrucamos en este rincón y miramos hacia el horizonte, porque parece que un rayito de sol asoma por encima de ese mar agitado por la tormenta.




Éste es el regalo que te hace Marlin. Iba a ser un caballo, pero no lo creamos a tiempo. Sé que también te gustará. He tapado la firma, pero ha puesto el nombre de los dos. Y ha tocado las notas de esta canción que él ha inventado con un piano, y no suena mal.

lunes, 8 de noviembre de 2010

La cabra boba/La cabra ximpleta

Apareció ante mi vista semejante individua, y me llevé el libro a casa sin dudar. Los niños se partían de la risa


La historia narra como el niño Miguel va buscando su cabra, y mientras, encuentra distintas personas que le dan sus consejos y ayuda. La cabra es una tipa de armas tomar, como bien podéis ver. Si os animáis a comprarlo, descubriréis unas fantásticas ilustraciones, con una perspectiva que empuja a centrar la atención sobre lo que nos quieren contar, pero con unos maravillosos personajes secundarios en segundo término que no se pueden olvidar. Y la cabra se pasa la película  el libro cagando (con perdón) con un estilo peculiarísimo. Bueno, a ella no debe de parecérselo.


  
He llegado a pensar que es su mensaje subliminal respecto de la situación político-económica. En fin, os lo recomiendo vivamente, los niños se reían a carcajadas, y más cuando descubrieron el POP. Os aseguro que al final, el olorcito de imprenta recordaba vagamente al de la cabra.

La cabra boba
La cabra ximpleta
Texto de Pep Bruno
Ilustraciones de Roger Olmos
OQO Editora
 84-96573-22-2
36 pàg. | cartoné | 25x23cm |

domingo, 7 de noviembre de 2010

¿Algún veterinario en la sala?

Hoy voy a presentaros a los inquilinos 5 y 6 del castillo. Tienen nombre: Peri, y Pollo.
Ejercicio de agudeza visual ¿quién es quién?


Por alguna razón que desconocemos, el aspecto original de los pajaritos de la casa era éste. Peri está estupendo, todo amarillo en su amarillez, desafiando a las Leyes de Molière:



Peor fortuna corre su compañero de jaula, Pollo. De un día a otro empezó a arrancarse o perder las plumas, las larguitas y las del cuerpo.



Y por eso si alguien me puede dar alguna sugerencia de qué hacer con él, se lo agradecería.




Pobre Pollo...

sábado, 6 de noviembre de 2010

Dar voz

Las víctimas del terrorismo han salido a la calle en masa. No os habréis enterado, porque la mayoría de medios de comunicación no ha tenido a bien darles voz y apoyo. Eran muchos.


El gobierno no se lo ha puesto fácil, la Policía Nacional no estaba preparada, una de las manifestantes contaba cómo han tenido que discutir con un guardia porque no estaban las calles cortadas para tanta gente.
La oposición ha rechazado la invitación a la manifestación.

El objetivo de la llamada de atención de los ciudadanos de bien es la de manifestar su oposición radical a cualquier clase de negociación con la ETA.


Bien, pues ya que no he podido estar en Madrid, dando mi apoyo, voy a utilizar mi ventana para que su voz se oiga.
Las fotos están extraídas de dos periódicos digitales que sí han querido dar eco a esta noticia. Mediante los enlaces podéis acceder a la noticia:

Libertad digital
El mundo.es

viernes, 5 de noviembre de 2010

Vientos


Ya pasó. El temporal amaina. Los problemas que anduvieron revoloteando a mi alrededor se han ido desvaneciendo. Quedan los últimos flecos que atar de este complicado manto que me envuelve. Parece como si existiera una tendencia a agrupar las cosas buenas y las cosas malas. En pueblos pequeños, como el mío, cuando fallece alguien, es como una pequeña epidemia, fallecen dos o tres personas más en pocos días. O como las catástrofes aéreas: casi siempre se producen (o nos informan sobre ellas) a pares.
Sucede algo parecido con las cosas buenas, y las buenas noticias. A montoncitos...

Esta semana, después de un interminable tiempo de espera para mí, con pocas horas de diferencia, se han resuelto gran parte de las cuestiones que me tenían en ascuas. Además es tiempo de celebraciones varias: aniversarios, cumpleaños, santos, y muchas otras cosas.

Voy a sentarme a contemplar los destrozos causados por la tormenta de viento, a apilar los montones de papeles revueltos, a festejar con quienes corresponda su día, y a seguir esperando, deseando que la próxima vez sean, como ésta, vientos cálidos cargados de bondades.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Ventajas

No sé si sería exagerado dividir al mundo entre los que nos gusta madrugar, y los que no, y si esa división llevaría implícito el hecho de que a los que madrugamos, nos gusta el mundo interior, las horas de la tarde en casa, y , por ende, el hecho de que los relojes se hayan adelantado una hora, lo que nos permite permanecer en nuestros hogares y hacer los montones de cosas que ocupan nuestras mentes.

Para mí, esta época es buena. No hace un frío excesivo, por lo que puedo salir a la calle sin parecer el Doctor en Alaska. Veo salir el sol de camino al trabajo, lo cual es un espectáculo casi todos los días. Y la oscuridad anima a recogerse pronto. Así que las labores salen del escondrijo de los costureros, los libros ocupan de nuevo su lugar junto a la lamparita del sofá, las mantas y plaids y cojines vuelven a su alboroto y la música y los olores a comida recién hecha impregnan las paredes de mi casa.

Los niños tienen más tiempo a su papá y yo aprovecho que él llega antes a casa para dejarme llevar por el cálido sonido de su voz. Cenamos antes, así que tenemos más tiempo y más ganas de una sobremesa con dulces y palabras.

Allá en el Sur ahora empiezan con su primavera, así que tendrían que estar leyendo lo que yo escribí en marzo y en abril, porque les parecerá más coherente. Sean de donde sean, tomen asiento, y sírvanse algo que les llene el corazón y les endulce el espíritu.

Y les dejo con esta foto de un atardecer de otoño en Zaragoza, ciudad en la que reside un trocito de mí.


miércoles, 3 de noviembre de 2010

La culpa es tuya

Día 14 de octubre. Conseguimos que, después de unos meses, nos confirmen que podemos realizar un cambio de tarifa en nuestra conexión móvil a internet sin penalización. El cambio se hace efectivo a las 0.00 horas de ese mismo día. Decidimos contratar un ADSL con otra empresa. Esperamos 10 días de los 15 que nos dicen que tardarán en venir, y llamamos para conocer el estado de nuestra solicitud. Nos dicen que esa solicitud no es viable, y que en mi pueblo no tienen cobertura.



Llevaba ya 10 días sin internet en casa, bien... Busco otra compañía, la misma que tenía ya, ahora solicito su ADSL. Voy el miércoles de la semana pasada, me dicen que vale, que vuelva el jueves por la mañana, que en ese momento cree que no está seguro que tenga ninguno a mano (es decir, que no le apetece mirarlo). Vuelvo al día siguiente, a la hora convenida. La oficina con la puerta, la reja, quiero decir, cerrada. El chico con el que hablé no está. Paso por la oficina "madre", me dicen que no saben nada, que a las 5 de la tarde abren. Muevo a todos los míos porque llegaré tarde a casa. Me dan el ADSL, que me vendrán a instalar a casa en unos días, y un módem USB para que pueda conectarme mientras, pero que me van a activar en nada, "puede tardar o 5 minutos, o 24 horas, ¡máximo 48".

Al día siguiente estoy de viaje, por lo que pido que me manden un sms para confirmarme si estoy ya con conexión. Nada. Por la tarde, nada. Vienen tres días de fiesta, y yo sin conexión.

Llamo a última hora del viernes a una chica, y me dice: "Es que estás muy nerviosa" ¿disculpe? No, hija, le dije, estoy tranquilísima, lo que tengo es un cabreo de no te menées. Sin internet el sábado, el domingo, el lunes. Llega el martes, llamo, y ni siquiera contestan al teléfono en toda la mañana. Por la tarde, hablo con el primer chico, que me dice que él ya está al corriente y que lo está siguiendo, que había habido una incidencia por error que ya ha corregido. Que él ya me había advertido que podían ser 48 horas (laborables), es decir que estábamos en plazo... y que después de corregirlo con mucha mala suerte, a lo mejor eran 48 horas más.

Y la culpa, mía, que estoy nerviosa. Que se vayan a la $%@#!

lunes, 1 de noviembre de 2010

Casa Princesa, comidas y cenas.

He elegido la opción de complicarme la vida. Mis hijos no comen en el comedor escolar (a pesar de que es comida casera, son unos 40 niños en el comedor), y mi marido no come en casa de su madre, aunque vive cerquita. Así que a diario, cocino para cuatro, y comemos en tres turnos. Genial.

Hoy he adelantado las comidas para la semana, y he estado cocinando, atención, lo siguiente:

- Carne picada para hacer pasta. Compro 1,5kg de carne, y preparo salsa boloñesa, que congelo en bolsitas que corresponden a una ración. Me ha salido para 5 raciones ¡bien!  Servirá para 5 semanas de macarrones y espaguetis....

- Una olla de puré de calabacín. Comida del miércoles, cena de hoy, y probablemente sobre un poquito para un plato.

- Pollo con cerveza. Ya os di la receta aquí.  Es el segundo plato del miércoles.

- Trinxat. Es un plato típico del pirineo, consistente, básicamente en col y patata rehogada con longaniza y botifarra negra (morcilla), y panceta. He pasado de la panceta, y he lo he hecho algo más ligero. Es la comida de mañana. Sí, los niños comen esas cosas.

-Filetes. Vale, es fácil, pero era el segundo plato de hoy.

- Crema de champiñones. Plato favorito de Marido. Laborioso, pero exquisito. Os dejo la receta, por si os animáis

300 g de champiñones
2 cucharadas de harina
una cebolla
25 g de mantequilla
1/2 l de leche
3/4 l de caldo

Rehogar la cebolla en una cazuela con aceite. Mientras, limpiar y picar menuditos los champiñones. Añadirlos a la cebolla,  añadir sal y tapar y dejar cocer 10 minutos. Entonces, añadir un cucharón de caldo. Dejar cocer media hora más, tapado. En un cazo, hacer una bechamel y dejar que cueza durante 15 minutos. Luego, verter sobre los champiñones, cocer junto 10 minuitos más. Yo lo trituro junto con una batidora,  porque no me molestan los trocitos de champiñones. Pasar por un chino, diluyéndolo con el resto del caldo caliente. Servir con queso parmesano espolvoreado.



Total, tres horitas en la cocina. Buf

Tengo reservas hasta el 2068, más o menos, que calculo que será la edad a la que se me independizarán los churumbeles, por lo que ruego se abstengan de solicitar reserva de mesa.
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