© de la imagen La meva maleta

viernes, 30 de mayo de 2014

Curando

Quisiera poder aliviarte el dolor que late con arrogancia bajo tus sienes, pero poco puedo hacer, más que sentarme al otro lado a poner por escrito algunas de las cosas que el teléfono me ha impedido decirte.

Se asemejan las heridas del alma a las de la piel. Cuando una herida no se cierra, después de tanto tiempo de haberse producido, probablemente se limpió  mal. Los bordes quedaron mal delimitados, nadie supo qué debía hacer, proliferaron las malas palabras como si fueran microbios y gérmenes. No te estoy diciendo que sea imposible volver a conseguir una piel sana, pero requiere varias cosas de las que no sé si dispones.

En primer lugar, necesitarías una buena encarnadura. Una buena alimentación y una hidratación adecuada harán que tu piel cierre mejor. Así, una relación que se nutre de lo básico, de lo realmente importante, afrontará mejor la recuperación cuando las cosas van mal. 

Luego, como te decía, en caso de haberse lastimado (¡nos pasa a todos!), habría que haber limpiado  bien la lesión: resolver el bache antes de acostarse si es posible, y muchísimo mejor un polvo de aquellos que te reconcilian con la vida misma (perdón por la imagen gráfica, pero ya no estamos en horario infantil). Claro, eso se hizo mal. Así que quedó suciedad que hace que supure la herida cada dos por tres. Se acumularon capas y capas de reproches sobre los que el perdón encontraba una costra purulenta que no hacía más que crecer y crecer.

Así no hay manera de curar nada. La única opción que se me ocurre es una  cura radical, de quirófano. Primero, dejar que corra el aire sobre esa herida, poner distancia y dejar que el flujo sanguíneo  deje que vaya muriendo el rencor. Y luego viene la parte más dura, la que tenéis que saber que duele más, desbridar la herida, es decir, recortar el tejido muerto y cuidar mucho la carne nueva que nacerá en su lugar.

No hay garantía alguna de que la infección no haya pasado al torrente sanguíneo, de hecho, lloramos porque tememos que tendremos que dar sepultura a ese amor que agoniza en vuestras manos. Y, si se pudiera desechar ese rencor, el agujero que hay que cerrar es grande y dejará una cicatriz tremenda, que quizá vuelva a infectarse. Sólo tú sabes, bueno, vosotros sabéis, si la piel, vuestro tejido será capaz de superar la cirugía y si sereis lo suficientemente fuertes como para dar un buen tijeretazo a lo que la infecta. 


Sea lo que sea, estoy aquí para aguantar tu mano mientras corra el bisturí, mientras te pongan los puntos de sutura  y para acompañarte en el duelo si finalmente no lograrais superarlo. Va a doler, pero debes ser muy valiente, porque ahora el mal ya está hecho, hay que curar, sí o sí.


domingo, 25 de mayo de 2014

Tres aniversarios

La semana que acaba de pasar ha sido intensa en emociones. Después del regreso del viaje a Gran Canaria, se ha cumplido el primer aniversario del adiós de la abuelabesitos. Se supone que uno se prepara toda la vida para despedir a los que le preceden, más cuando éstos superan los noventa. Sin embargo, yo sigo echándola tanto de menos... Extraño su mirada, sus manos, su compañía, su cariño. 

Claro, que la vida sigue para los que nos quedamos aquí. A lo mejor es una tontería, pero me gusta celebrar el aniversario de la casa en la que vivo, que fue el día 21, aunque, en realidad, lo recuerdo sólo porque es un par de días antes de nuestro aniversario de boda. Las celebraciones este año se limitaron a comprar un par de cosas bonitas para nuestro nido y en irnos al cine. Lo sé, no tiene ningún mérito, pero créanme, cumplir 16 años de matrimonio y seguir queriéndose sí lo tiene.  

El castillo vuelve a estar plagado de gatitos, de rosas, de rincones por ordenar. Mi máquina de coser aguarda muda a que yo vuelva a tener algo de tiempo. Los pucheros cambian sus caldos por comidas frías, la primavera se esconde tras las cortinas. Los niños se hacen mayores y afrontarán este final de curso que se presenta cuesta arriba. O cuesta abajo, porque ya sabemos cómo pasa el tiempo. Así es.


lunes, 19 de mayo de 2014

Es tan fácil ser tu amiga...

Le dijo Meredith Grey a su amiga Cristina que era su persona. Y yo te lo dije a ti: eres mi persona. No, no olvido que él llegó antes, pero su lugar es otro, él es mi pilar. 
Nuestra amistad es otra cosa. Allí donde no llega mi escasa capacidad de ver en tres dimensiones el mundo, llegas tú con tu magia y haces que yo comprenda. Cuando no sabes como arrancar, suelto mi retahíla que te inspira. Cuando estás triste, lloro un poco contigo. Cuando me hago pequeña a tu lado, tú acaricias mi pelo y me haces sentir acompañada. Cuando trabajamos en común, las ideas brillan, queremos ser perfectas, y sabemos hacer que todo salga bien. Me desespero cuando fotografías cosas que yo ni siquiera he sido capaz de ver, y me empapo de la belleza que eres capaz de detectar donde mis ojos ni siquiera han llegado. Me entregas tu confianza para ayudarte resolver tus dudas. 
Las fisuras de nuestras almas tienen las mismas cicatrices. La fuerza que nos mueve, es la misma. 
Juntas somos capaces de hacer cosas bonitas, de hacer el bien, de repartir cariño, de reír, de interpretar papeles, de anticiparnos a la sonrisa ajena, de ser payasas, valientes, ingeniosas y grandes. Nuestros hemisferios cerebrales se complementan cuando nos encontramos. Incluso nuestros "ellos" han aprendido que es un poco inevitable. 
Me lo he pasado muy bien contigo, ha sido como volver a los juegos de la infancia, aquellos que nos alborotaban el corazón y nos pintaban las mejillas de verano. Sí, ya sé que nos conocimos hace apenas cuatro años, pero las niñas que fuimos se parecían muchísimo. 
Espero que el futuro nos permita disfrutar de nuestra compañía mutua para que podamos dejar nacer de nuestra manos más proyectos emocionantes. Gracias, Mevamaleta., eres muy grande.
http://grooveshark.com/#!/now_playing/Hawaiian+Guitar/2QUFiv

miércoles, 7 de mayo de 2014

Marcando tendencias

No me lo puedo creer, ¡¡he acuñado un neologismo!! 

Hoy en su post, Gema Lendoiro vuelve a hablar de la Corrala 2.0.  que presenté aquí.

¿La razón? Pues otro parto de famosa a la cual ni siquiera le dieron la oportunidad de esperarse a ver si le hacían la cesárea o no para criticarla. 

Me pregunto si es que estas mujeres no tienen nada mejor que hacer con sus vidas. El otro día una me  decía en una conversación de Facebook que si se ponía como una hidra en favor del parto vaginal y prolactancia o no sé qué era en defensa de mis partos y de mis lactancias. Os juro que no daba crédito. No sabía yo que algo que mis senos y mi útero hicieron por su cuenta fantásticamente programados por la Madre Naturaleza, necesitara abogados. 

No me atreví a decirle a esa amazona, a esa Juana de Arco, que, salvo sorpresas de última hora, no tengo intención de procrear más.

En fin. Me pregunto si no sería un acierto contratar a estas graciosas Cheerleaders de la teta para causas tan saludables como exigir que se reduzcan los contenidos de sal, azúcares y grasas de los alimentos, o que se prohíba la exhibición de cuerpos enfermos a las pasarelas. Eso también es defender la salud.  

lunes, 5 de mayo de 2014

De amores y suertes II

Las cosas buenas llegan así como sin que uno las espere.

Como estas cerezas, que ha dejado en mi cocina para nosotros alguien que hace todos los días mucho más por nosotros de lo que jamás hubiera podido esperar.




Bueno, no pensaba en las cerezas, precisamente, de camino a mi casa este mediodía, ya he dicho que han sido una sorpresa. Pensaba en contaros algo que pasó en el castillo, en una cena cualquiera de un día cualquiera. 

Descubrió mi niño grande, que cada día lo es más, que la mejor parte de la lechuga es el centro, el pequeño cogollito de hojas tiernas y blancas, que ofrecen al morder una resistencia suave. Él, reservado y tímido, sonreía agradecido cuando se lo servía (sí, ya saben, las madres solemos comer las hojas más feas y verdes). La otra noche le enseñó a su hermano su descubrimiento. 

-Bufón, mira, si te toca esta parte de la lechuga, es lo más rico.

Entonces, dividió en dos su codiciado corazón de la ensalada y le dio un trocito a su hermano pequeño. 

Pensaba, mientras regresaba hoy del trabajo en contaros este retalito de amor, mi regalo por el día de la madre. Y resulta que mi suerte, mi verdadera suerte, está en que nosotros estamos rodeados de amor, así es tan fácil aprender... 

Las cerezas están deliciosas, parecen corazoncitos minúsculos. 

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