© de la imagen La meva maleta

domingo, 29 de junio de 2014

Vuestro tiempo

Acaba de empezar el verano y siento que se os esfuma la infancia a grandes zancadas. Sin embargo, vosotros vivís a lo grande. Entre partidos de baloncesto en el jardín, de vuestro deporte inventado en el garaje. El campeonato mundial en el cual os alternáis para ser el equipo visitante contra España. Lecturas libres -cuánto me alegra que me hayáis salido ratitas de biblioteca-. Juegos de mesa desperdigados por doquier. Cartas y videojuegos, piscina y carreras. Y peleas. Sanas y con palabrotas... cada insulto merece una reprimenda, cada falta de respeto un pedir perdón. 

Hoy he capturado uno de esos rincones en los que improvisáis vuestro juego, un mercado en el que los billetes son auténticos trozos de papel con unos euros dibujados y la balanza lleva lustros estropeada en el almacén. 


Cuatro patatas maltrechas y unas judías que quedaron en el fondo de una bolsa, la materia prima, unas cajas de madera hacen de mostrador. Bendita sea vuestra niñez. 

domingo, 22 de junio de 2014

Cada vez menos

 Empecé en este mundo virtual hace ya 15 años. Lo que se estilaba, por aquel entonces eran los chats, en los que personas con afinidades comunes nos encontrábamos y manteníamos diálogos de besugos en un muro público, pero las buenas conversaciones se encontraban en los privados que mandabas y recibías. Recuerdo aquella época divertida y libre, no tenía aún hijos. Conocí a algunas personas en la llamada vida real, pero nada permaneció en la posteridad.
De repente, la gente empezó a desaparecer de mi círculo habitual: todo "el mundo" estaba metido  en los foros, lugares en los que uno podía dejar algo escrito sin la necesidad de coincidir en el tiempo y en el espacio con las otras personas con quienes tenías alguna clase de afición compartida. Los foros dejaron de ser lo que eran allá por el 2004, año que recuerdo con dolor porque fue uno de los años negros en mi vida. Como había pasado con los chats, la gente se esfumó, como por arte de ensalmo. Bien, me hice lectora ávida de blogs, hasta que, en el 2010 creé el mío, éste. Desde el año pasado, sin embargo, "la gente" parece haberse mudado a Facebook -participo en algún grupo de forma activa- y a Twitter. Ya me disculparán, pero el minimalismo de los 140 caracteres es demasiado escueto para mi locuacidad.
No me parece mal, en serio, la interacción por las redes sociales, como en su tiempo los chats, los foros, el blog, me han regalado buenas amistades y me han devuelto algunas que tenía alejadas. Pero me disgustaría que los blogs terminaran desapareciendo, como pasó con las otras dimensiones del gran Matrix que, lo creamos o no, ya es una realidad paralela.

martes, 17 de junio de 2014

Lectores y lecturas


Se podría decir que existen tantos tipos de lectores como de personas. Tengo en mis genes la sangre de dos ávidos devoradores de libros. Cada uno de ellos lo es de una forma distinta. Mi padre tiene predilección por grandes autores de la novela negra, por la novela histórica y todo lo que tenga la estructura, se podría decir que más habitual y ordenada. Casi me atrevería a decir que su forma de lectura es muy masculina, es cuadrada, su biblioteca tiene colecciones de determinados autores y se enfada si le hacen perder el tiempo con un mal libro, una mala encuadernación o un lenguaje vulgar. Mi madre es una lectora compulsiva. Lo lee todo, desde la lista de ingredientes del champú hasta las encíclicas papales. Todos los libros del mundo, si cayeran entre sus manos, serían devorados con glotonería por ella. Su forma de leer sería, por contraposición, femenina, flexible, redonda, amplia, generosa.

En el término medio estaría yo (mis hermanos no han heredado la misma pasión por leer). No soy capaz de leer un libro que me tira constantemente de sus páginas con expresiones como “María, tú ya sabes cuánto adoro las obras de pintura clásicas”, o que presentan incongruencias o anacronismos, como mujeres en el siglo XIII con actitudes feministas al gusto actual, por decir algo. Como mi tiempo es el que es, es decir, escaso o muchísimo, cuando tengo que leer a ratitos robados me pone muy nerviosa que los nombres de los personajes se parezcan porque tengo que hacer un esfuerzo enorme en saber quién era quién. Si hay demasiado personaje me pierdo y me aturullo. Así que este tipo de novelas quedan reservadas para las vacaciones. Y cuando tengo tiempo, me convierto en una máquina tragalibros, tres de una sentada en una semana. Pim pam pum. Se podría decir que en cuanto al tipo de libros que escojo soy bastante ecléctica. Me gusta tanto la novela de cualquier tipo, las biografías, los relatos intimistas afrancesados, los best Sellers, los cuentos infantiles. No soy demasiado sibarita, lo admito. Sin embargo, lo que pido yo al libro que leo es que esté bien escrito, que acaricie mi corazón, que me arranque una sonrisa, o una lágrima, que no me deje indiferente, que no me haga perder el tiempo.

Mis hijos tienen, a pesar de ser muy pequeños, formas de leer muy definidas. El mayor, a pesar de ser sensible y creativo como mi madre, tiene una forma de leer parecida a la de mi padre: misterio, novela negra, ordenado y cuadriculado. En cambio, el pequeño, que es calcadito a su abuelo hasta en los andares, matemática y lógica pura, es un lector de prospectos de medicamentos, es decir, se parece más a mi madre, que lo lee todo todito, aunque no sea “de su estilo”.

Bien, y para los más curiosos, todos nosotros tenemos algunas manías más. Mi padre le pone nota numérica, mi madre los reparte por doquier, con dedicatoria de regalo, y yo, antes firmaba los libros y les ponía la fecha de compra. Ahora utilizo este precioso ex libris que me regaló Carme Sala (do-it-herself).

Y por último, una intimidad muy íntima: si el libro que he terminado me ha gustado mucho muchísimo le doy un besito al cerrar la última página y me abrazo a él unos segundos, y siempre, siempre, me da un poquito de tristeza despedirme de él cuando me lo he pasado bien.

Ah, sí, éste es el libro que estoy leyendo ahora, y me gusta mucho, de momento, porque está bien escrito y porque me gusta lo que dice.

miércoles, 11 de junio de 2014

De besos y celos


Te acuesto. Buenas noches cariño, buenas noches mami.

Recuerdo que te pones rojo hasta las orejas cuando tu padre y yo nos damos un piquito (¡¡se están morreando, puaj!!). Pienso cómo reaccionarás si te beso en los labios...

Te beso, sonríes.

- Shh, Bufón, nos hemos dado un morreo...

-¡No se lo digas a papá! -Exclamas con gravedad y cara de pillastre.

Encantada con la sensación de "traición", repito el besito y en cuanto puedo parar de reír, me voy a chivarme a tu padre (¡que sufra jajaja!)

Esta mañana, beso a tu padre, te escondes de nuevo muerto de vergüenza. Papá te dice:

-Oye, tú. Estoy muy celoso...
- (silencio y cara de póker)
-...le diste un "morreo" a mamá.
- (sonrisa de oreja a oreja) Uno no, ¡DOS!


Lo escribo, convencida de que no te va a gustar que comparta este momento. No lo hago por fastidiarte, ni por presumir. Lo escribo en ésta, mi ventana, sólo para que no se me olvide nunca este momento. Te quiero, niño.

jueves, 5 de junio de 2014

Aunque ya sabía que tenía que llegar este momento

Escribo hoy el Punto final de esta despedida que llevo temiendo desde hace ya mucho. Ahora ya sé que no va a consolarme el hecho de que fueras tan anciano, de que llevaras tanto tiempo enfermo, de que es ley de vida, de que te tocaba a ti antes que a nadie más. 

Si algo aprendí de su partida, del adiós de mi abuelabesitos, fue que no importa la edad que tenga la persona que se te muere, porque siempre vas a pensar que era demasiado pronto. 

Te guardaré en mi corazón con tu estar discreto, tus silencios, la firmeza de tus decisiones, la lealtad desmedida hacia los tuyos, tu mesa generosa, tus nietos sentados en tus rodillas, a veces a pares. 


Defenderé ante todos tu carácter severo, tan necesario. Te buscaré en mi forma de trabajar, en la mente de mi hijo menor, en la introversión del mayor, guardaré tu nombre como un regalo y el recuerdo de tu hogar como el que fue el mío, aquél en que nací. 

En nuestras últimas visitas te he repetido como un mantra que vamos a estar bien, te he agradecido que hayas hecho de nuestra familia un lugar seguro, te he dicho cuánto te quiero. Os quiero, a los dos. Hoy os reuniréis hasta el fin de la eternidad. Doy gracias a Dios por haberme permitido disfrutar de vosotros. 


https://www.youtube.com/watch?v=sAChzSnPbBA

viernes, 30 de mayo de 2014

Curando

Quisiera poder aliviarte el dolor que late con arrogancia bajo tus sienes, pero poco puedo hacer, más que sentarme al otro lado a poner por escrito algunas de las cosas que el teléfono me ha impedido decirte.

Se asemejan las heridas del alma a las de la piel. Cuando una herida no se cierra, después de tanto tiempo de haberse producido, probablemente se limpió  mal. Los bordes quedaron mal delimitados, nadie supo qué debía hacer, proliferaron las malas palabras como si fueran microbios y gérmenes. No te estoy diciendo que sea imposible volver a conseguir una piel sana, pero requiere varias cosas de las que no sé si dispones.

En primer lugar, necesitarías una buena encarnadura. Una buena alimentación y una hidratación adecuada harán que tu piel cierre mejor. Así, una relación que se nutre de lo básico, de lo realmente importante, afrontará mejor la recuperación cuando las cosas van mal. 

Luego, como te decía, en caso de haberse lastimado (¡nos pasa a todos!), habría que haber limpiado  bien la lesión: resolver el bache antes de acostarse si es posible, y muchísimo mejor un polvo de aquellos que te reconcilian con la vida misma (perdón por la imagen gráfica, pero ya no estamos en horario infantil). Claro, eso se hizo mal. Así que quedó suciedad que hace que supure la herida cada dos por tres. Se acumularon capas y capas de reproches sobre los que el perdón encontraba una costra purulenta que no hacía más que crecer y crecer.

Así no hay manera de curar nada. La única opción que se me ocurre es una  cura radical, de quirófano. Primero, dejar que corra el aire sobre esa herida, poner distancia y dejar que el flujo sanguíneo  deje que vaya muriendo el rencor. Y luego viene la parte más dura, la que tenéis que saber que duele más, desbridar la herida, es decir, recortar el tejido muerto y cuidar mucho la carne nueva que nacerá en su lugar.

No hay garantía alguna de que la infección no haya pasado al torrente sanguíneo, de hecho, lloramos porque tememos que tendremos que dar sepultura a ese amor que agoniza en vuestras manos. Y, si se pudiera desechar ese rencor, el agujero que hay que cerrar es grande y dejará una cicatriz tremenda, que quizá vuelva a infectarse. Sólo tú sabes, bueno, vosotros sabéis, si la piel, vuestro tejido será capaz de superar la cirugía y si sereis lo suficientemente fuertes como para dar un buen tijeretazo a lo que la infecta. 


Sea lo que sea, estoy aquí para aguantar tu mano mientras corra el bisturí, mientras te pongan los puntos de sutura  y para acompañarte en el duelo si finalmente no lograrais superarlo. Va a doler, pero debes ser muy valiente, porque ahora el mal ya está hecho, hay que curar, sí o sí.


domingo, 25 de mayo de 2014

Tres aniversarios

La semana que acaba de pasar ha sido intensa en emociones. Después del regreso del viaje a Gran Canaria, se ha cumplido el primer aniversario del adiós de la abuelabesitos. Se supone que uno se prepara toda la vida para despedir a los que le preceden, más cuando éstos superan los noventa. Sin embargo, yo sigo echándola tanto de menos... Extraño su mirada, sus manos, su compañía, su cariño. 

Claro, que la vida sigue para los que nos quedamos aquí. A lo mejor es una tontería, pero me gusta celebrar el aniversario de la casa en la que vivo, que fue el día 21, aunque, en realidad, lo recuerdo sólo porque es un par de días antes de nuestro aniversario de boda. Las celebraciones este año se limitaron a comprar un par de cosas bonitas para nuestro nido y en irnos al cine. Lo sé, no tiene ningún mérito, pero créanme, cumplir 16 años de matrimonio y seguir queriéndose sí lo tiene.  

El castillo vuelve a estar plagado de gatitos, de rosas, de rincones por ordenar. Mi máquina de coser aguarda muda a que yo vuelva a tener algo de tiempo. Los pucheros cambian sus caldos por comidas frías, la primavera se esconde tras las cortinas. Los niños se hacen mayores y afrontarán este final de curso que se presenta cuesta arriba. O cuesta abajo, porque ya sabemos cómo pasa el tiempo. Así es.


lunes, 19 de mayo de 2014

Es tan fácil ser tu amiga...

Le dijo Meredith Grey a su amiga Cristina que era su persona. Y yo te lo dije a ti: eres mi persona. No, no olvido que él llegó antes, pero su lugar es otro, él es mi pilar. 
Nuestra amistad es otra cosa. Allí donde no llega mi escasa capacidad de ver en tres dimensiones el mundo, llegas tú con tu magia y haces que yo comprenda. Cuando no sabes como arrancar, suelto mi retahíla que te inspira. Cuando estás triste, lloro un poco contigo. Cuando me hago pequeña a tu lado, tú acaricias mi pelo y me haces sentir acompañada. Cuando trabajamos en común, las ideas brillan, queremos ser perfectas, y sabemos hacer que todo salga bien. Me desespero cuando fotografías cosas que yo ni siquiera he sido capaz de ver, y me empapo de la belleza que eres capaz de detectar donde mis ojos ni siquiera han llegado. Me entregas tu confianza para ayudarte resolver tus dudas. 
Las fisuras de nuestras almas tienen las mismas cicatrices. La fuerza que nos mueve, es la misma. 
Juntas somos capaces de hacer cosas bonitas, de hacer el bien, de repartir cariño, de reír, de interpretar papeles, de anticiparnos a la sonrisa ajena, de ser payasas, valientes, ingeniosas y grandes. Nuestros hemisferios cerebrales se complementan cuando nos encontramos. Incluso nuestros "ellos" han aprendido que es un poco inevitable. 
Me lo he pasado muy bien contigo, ha sido como volver a los juegos de la infancia, aquellos que nos alborotaban el corazón y nos pintaban las mejillas de verano. Sí, ya sé que nos conocimos hace apenas cuatro años, pero las niñas que fuimos se parecían muchísimo. 
Espero que el futuro nos permita disfrutar de nuestra compañía mutua para que podamos dejar nacer de nuestra manos más proyectos emocionantes. Gracias, Mevamaleta., eres muy grande.
http://grooveshark.com/#!/now_playing/Hawaiian+Guitar/2QUFiv

miércoles, 7 de mayo de 2014

Marcando tendencias

No me lo puedo creer, ¡¡he acuñado un neologismo!! 

Hoy en su post, Gema Lendoiro vuelve a hablar de la Corrala 2.0.  que presenté aquí.

¿La razón? Pues otro parto de famosa a la cual ni siquiera le dieron la oportunidad de esperarse a ver si le hacían la cesárea o no para criticarla. 

Me pregunto si es que estas mujeres no tienen nada mejor que hacer con sus vidas. El otro día una me  decía en una conversación de Facebook que si se ponía como una hidra en favor del parto vaginal y prolactancia o no sé qué era en defensa de mis partos y de mis lactancias. Os juro que no daba crédito. No sabía yo que algo que mis senos y mi útero hicieron por su cuenta fantásticamente programados por la Madre Naturaleza, necesitara abogados. 

No me atreví a decirle a esa amazona, a esa Juana de Arco, que, salvo sorpresas de última hora, no tengo intención de procrear más.

En fin. Me pregunto si no sería un acierto contratar a estas graciosas Cheerleaders de la teta para causas tan saludables como exigir que se reduzcan los contenidos de sal, azúcares y grasas de los alimentos, o que se prohíba la exhibición de cuerpos enfermos a las pasarelas. Eso también es defender la salud.  

lunes, 5 de mayo de 2014

De amores y suertes II

Las cosas buenas llegan así como sin que uno las espere.

Como estas cerezas, que ha dejado en mi cocina para nosotros alguien que hace todos los días mucho más por nosotros de lo que jamás hubiera podido esperar.




Bueno, no pensaba en las cerezas, precisamente, de camino a mi casa este mediodía, ya he dicho que han sido una sorpresa. Pensaba en contaros algo que pasó en el castillo, en una cena cualquiera de un día cualquiera. 

Descubrió mi niño grande, que cada día lo es más, que la mejor parte de la lechuga es el centro, el pequeño cogollito de hojas tiernas y blancas, que ofrecen al morder una resistencia suave. Él, reservado y tímido, sonreía agradecido cuando se lo servía (sí, ya saben, las madres solemos comer las hojas más feas y verdes). La otra noche le enseñó a su hermano su descubrimiento. 

-Bufón, mira, si te toca esta parte de la lechuga, es lo más rico.

Entonces, dividió en dos su codiciado corazón de la ensalada y le dio un trocito a su hermano pequeño. 

Pensaba, mientras regresaba hoy del trabajo en contaros este retalito de amor, mi regalo por el día de la madre. Y resulta que mi suerte, mi verdadera suerte, está en que nosotros estamos rodeados de amor, así es tan fácil aprender... 

Las cerezas están deliciosas, parecen corazoncitos minúsculos. 

martes, 29 de abril de 2014

De amores y suertes

A veces pienso que tuve suerte de encontrarte en mi camino. Y te lo digo, y me miras desde el otro lado de tu muralla sin agujeros y me dices que es verdad, que tuvimos suerte los dos. Y yo sé que yo tengo más suerte, que yo sin ti...
Y entonces entro al lugar ese tan secreto de tu coraza, donde estás desnudo y sin huesos, y nos hacemos un ovillo como dos gatitos recién nacidos, y pienso que los dos, los dos tuvimos suerte. 

Alguien se preguntaba, en qué nos basamos para elegir al padre de nuestros hijos. 
Yo te encontré con la adolescencia a medio construir, la mía y la tuya. Recuerdo cuánto me resistía a aquello que me empujaba a no poder no amarte. No quería saber con tanta certeza que tú eras mi yo. Pero era una verdad que echaba raíces sobre mis pies en ti. Y me resigné a ese amor inevitable porque, sencillamente, era perfecto.

Si tú eras todo aquello que me faltaba, sólo podríamos crecer hacia otros, hacia esos hijos que tendíamos que tener. Y cuando los niños no llegaban, o llegaban y se iban, y cuando llegaron y por fin se quedaron para siempre, nunca dudé de que nadie podría ser el padre de mis hijos si no eras tú. 

Así que tengo la respuesta a la pregunta: te elegí como padre de mis hijos, porque eras perfecto para mí, para nosotros. Además, ¿les ves? son todo lo mejor de ti y de mi. Y saben que nos queremos y que, en el fondo, ellos son lo primero pero se irán y nos quedaremos queriéndonos cuando ellos encuentren a sus ellas.

No me hagas mucho caso, estoy tonta, te veo enamorándote de mi, y de repente me acuerdo de cómo era al principio, se me para a ratos el corazón.
Me voy a hacer la cena.

jueves, 24 de abril de 2014

De cómo os imagino

Hoy la  hemos despedido, tu amiga, tu amiga del alma, ha aguantado casi un año más que tú, a pesar de que su salud siempre fue mucho más delicada que la tuya. Yo siempre la conocí mayor, pero las fotos que he visto suyas me hablan de una mujer de una belleza digna de formar parte del elenco de una película de Mastroianni.
No sé cuándo os conocisteis exactamente, pero viendo vuestras fotos de juventud os imagino con los vestidos de corte perfecto, las faldas al bies, los bolsitos de piel, los zapatos de salón, el pelo impecable, como recién sacadas de un episodio de Velvet, sentadas junto a ellos, vuestros guapísimos maridos que os trataron  como reinas toda su vida. 
Hoy imagino vuestro reencuentro, en el más allá, despojadas de vuestros achaques de ancianas, de vuestras arrugas, de la tristeza que produce hacerse mayor y perder a quienes amas. Habéis colgado vuestro envoltorio nonagenario para regresar a lo más amable de la larga vida que compartisteis puerta con puerta. Imagino las confidencias en voz queda ante una taza de Nescafé, las carcajadas producidas por esa capacidad tan valiosa de reírse de vuestras propias penas, que sólo vosotras dos teníais. Cuánto bien nos hizo a todos vuestra amistad, vuestra compañía y vuestro apoyo mutuo. 
Sí, es cierto, seguramente para ella el reencuentro con su amor, que se marchó hace ya cuatro años, ha sido muchísimo más esperado y emocionante. Pero a ti te necesitará para compartir aquellas confidencias que uno sólo puede decir a un amigo de verdad: los miedos, las tristezas, lo que acarició su corazón, decirte cuánto echó de menos tu presencia, cuánto le habría gustado pasar sus últimos años junto a ti. 

Cada vez queda menos para que os podáis reunir los cuatro y reír juntos como siempre. Estoy segura de que cuando le llegue el momento al abuelo, se cerrará para vosotros el círculo de amor. Regresaréis al inicio de vuestro tiempo, a las pequeñas casas de la carretera que albergaron el nacimiento de vuestras familias. Fuisteis irrepetibles, os echo mucho de menos.



miércoles, 16 de abril de 2014

Érase una vez,

Si te cuentan alguna vez la historia de la Princesa del guisante, te hablarán de reinos, de una princesa que se perdió. Bueno, te explico, por lo visto, encontró un hogar humilde y como estaba desaliñada y harapienta, no podían comprobar si pertenecía o no a la realeza (no se fiaban un pelo, la verdad). Para poder constatarlo, la pusieron a dormir sobre una pila de colchones enorme, bajo la cual dejaron un guisante. La princesa no pudo pegar ojo en toda la noche, tan delicado era su dormir. 

Ya he contado alguna vez que yo no soy exactamente la mismísima princesa del guisante, sin embargo, soy COMO ella, con un dormir delicado y la necesidad constante de demostrar a todos quién soy yo (aunque tal vez sólo tenga que demostrármelo a mí misma). 

Desde hace más de cuatro años comparto desvelos con una buena amiga, Carme Sala. No, no es solo una amiga más. Ella es mi media-yo, la comadre de nuestros dos libros, mi confidente y mi consuelo. Y yo espero que ella sepa -creo que así es- que yo estoy siempre preparada para escuchar, para ayudar, para reír y para llorar con ella cuando lo necesite. Carme tiene algo que sabe que envidio desde lo más verde y profundo del guisante del colchón: la capacidad de convertir el mundo en dibujos. Eso, y un gusto finísimo que convierte el mundo en un lugar plagado de delicatessen para los sentidos. A ella debemos la imagen hasta hoy, de este blog. Y hoy me ha hecho el regalo más bonito y delicioso que me han hecho en muchísimo tiempo. 

Mientras empiezo a limpiar el polvo de los rincones y a empapelar la pared del fondo, podéis ir abriendo boca con esta delicia.



... permíteme felicitarte y agradecerte el regalazo de dos formas: La frase impagable de Dindón, el reloj de cuco rococó de La Bella y la Bestia de Disney: 
"Si no es barroco, es barraca" 
y con esta canción, que está para siempre ligada a la amistad. 


http://youtu.be/2YP9SwSX980

Y te lo digo otra vez: t'estimo molt, guapa.


domingo, 13 de abril de 2014

Fachadas e interiorismos? III

Ésta ha sido una entrada sorpresa. Será una entrada festiva, porque con ella recibiré al visitante número 400.000 al castillo. En realidad, ese es el número contabilizado, porque los primeros seis meses del blog, no existía el contador de visitas en Blogger. Sea como sea, tú, que me lees esta mañana de domingo, eres el afortunado que ganará un aplauso virtual (la crisis es tremenda, recuérdalo)

Bueno, el post, la sorpresa prometida. Me la dio ella, porque no esperaba encontrarla tan vital y lúcida. Hoy voy a permitirme la licencia de cambiar el símil de la casa por la de un coche. Su cuerpo es una vieja furgoneta familiar con demasiados baches por el camino. Aunque su chasis no tiene demasiados golpes, el eje de la distribución la obliga a caminar con andador. Sus faros apenas le muestran el camino. Le fallan el carburador, la culata, el ventilador y hay que andar rellenándole el depósito cada dos por tres,  porque es una golosa, no vayan a creer que pierde aceite. Pero, ah, su interior. Bellas incrustaciones de madera en el volante y en el salpicadero, asientos tapizados de piel, luces brillantes por todas partes, sin duda, que hacen que ovides que estás sentado en una máquina de 84 años. 

Ese portento de mujer es mi abuela, la que fue, la que es, maestra. Es una lástima que no la tenga más cerca, y que el teléfono me impida establecer una conversación civilizada, -tenemos que hablar a gritos- porque hablar con ella te obliga a desempolvar ese espíritu marcial que te inculcó cuando te enseñaba a tensar las sábanas y a frotarte detrás de las orejas cuando eras una cría.  

Está tan informada, que me preguntó sobre una noticia que todavía no había salido en mis últimas noticias de Facebook, no digo más. Admiradora ferviente del Papa Francisco, casi tanto como lo fue de Benedicto, preocupada por la política, indignada por la poca vergüenza de quienes nos gobiernan que tienen los bolsillos llenos de nuestro dinero. 

Salí de allí con una lista (literal) de encargos que tengo que hacer para ella: una copia de la foto de su Virgen (la otra la perdió, dice, creo que se la regaló a su amigo del alma), una funda para colgar su móvil, una cinta (otra) para las gafas de cerca, unas fotocopias de algo que tengo escrito, unos patucos para que ella pueda regalarle a la directora de su centro... Y para pagar lo que vale todo eso, una frase que ella entonó como quien eleva una oración: ¡qué suerte tenemos de tener esta vida interior tan grande! 


viernes, 11 de abril de 2014

Fachadas e interiorismos. II

La historia de hoy tiene también relación con el hogar que nos viste, aunque nada tiene que ver con la anciana que pintaba y repintaba su fachada.
A ella, le pareció que su casa necesitaba con urgencia una renovación. Fue hace muchos años, cuando liquidó la tienda y volvió a hacerse cargo de su familia. Desmanteló cada una de las habitaciones, lavó lámparas, colchones, cortinas, rincones, pintó paredes, cambió alfombras, cojines y cuadros. Nada estaba lo suficientemente limpio, pasó intendencia general sobre los servicios mínimos que había podido cumplir su madre, ya anciana, mientras ella trabajaba fuera de casa por primera vez en su vida.
Su madre falleció este verano, siendo muy muy viejita, casi centenaria. Durante los primeros meses la tristeza la mantuvo distraída, pero hace unas semanas empezó a encontrar la pintura de las paredes y techos sucias, las cortinas dejaron de gustarle buscó un armario nuevo para poder ordenar su interior de nuevo. 
En ninguna de las dos ocasiones la suciedad era tan importante como para organizar el zafarrancho general, pero en los dos casos, ella, sin duda, necesitaba acicalar y ordenar su corazón. Estoy segura que encontrar luz y belleza le hará bien, se encontrará a sí misma. 

jueves, 10 de abril de 2014

Fachadas e interiorismos. I

A todo el mundo le llama la atención que una persona tan mayor, 88 años, tenga la fachada de su casa tan limpia y cuidada. Dejó de pintarla personalmente cansada de que la gente hablara de si era capaz de hacerlo, porque si por ella fuera, seguiría ocupándose de esa tarea. A pesar de las habladurías, con el pincel pequeño sigue dando su toque impecable a la barandilla de su balcón y a la puerta de madera de la entrada. Cada año se ocupa de las pequeñas reformas de su casa, para que se vea bien.
Vive sola, su única hija le insiste en que deje el pueblo y se vaya con ella a la capital, en su cómodo duplex hay siempre lugar para su madre. Pero su yerno le gusta lo mínimo, seguramente percibe su hostilidad cuando la salud la obliga a hospedarse en su casa. 
Será por eso que ahora, más que nunca, dedica todo el esfuerzo en procurar que su aspecto exterior esté inmaculado. Y nadie se preocupa de ver que hay tras ese exterior impoluto. 

domingo, 6 de abril de 2014

Claro que voy a escribir sobre nuestro encuentro

Me resistía a acudir a la cita, porque me sentía totalmente incapaz de resumir los últimos 26 años de mi vida, el tiempo que había pasado desde la última vez que coincidía con vosotros. Me superaba la sensación de que, además, entre algunos de vosotros sí habíais mantenido un contacto habitual.

Pensé que poco quedaba en mí de la niña que fui, y a duras penas recordaba algo de quienes fuisteis vosotros, de algunos, ni el nombre (perdona, Ramón). Pero algo tras tu petición insistente me hizo aceptar.  

Me has preguntado qué ha sido exactamente lo que has dicho para convencerme. Y creo que ya sé. Has estado tan enferma, que ya no sólo te limitas a ir viviendo. Tú devoras la vida a grandes bocados, con la fruición del que sabe que hay que vivir cada día como si fuese el último. De lo que me has contado (un infarto a los 33, doce intervenciones quirúrgicas, cáncer de tiroides, el fallecimiento tristísimo de tu padre hace cinco años, embarazos ectópicos, como yo...) ciertamente se podría escribir un libro, como te he dicho. Pero a mí me gusta mirar más allá, y me ha divertido que todos vosotros, que me conocíais siendo una cría, ya os habíais dado cuenta de esta manía mía de observarlo todo.

Me ha llamado la atención que te preocupara tu cicatriz (te aseguro que no la he visto hasta que me la has señalado), porque yo miraba tus ojos, esos ojos, esa mirada de haberle mirado de frente a la muerte que disimulas con tanto desparpajo pero que a mí no se me escapa. Bueno, yo no sólo a los tuyos. He visto muchas cicatrices del alma entre nuestros compañeros, ¿sabes? Casi todas, heridas sanadas, porque estábamos alegres como aquellos cachorritos que jugaban en el pequeño patio del colegio. He visto miradas curiosas, divertidas, tímidas, la mirada desconfiada de aquel niño con el que discutía, la barriguita cervecera de nuestro espíritu rebelde, que aún lo es. Incluso he encontrado una mirada tan triste que ha arañado mi corazón. Esa la guardo para mi colección de momentos en los que he sido demasiado cobarde para preguntar, porque temía no estar a la altura con mi respuesta.  

Me he quedado con ganas de un café largo y tendido con cada uno de vosotros, para conoceros, para volveros a conocer, porque, en realidad, todos somos un poco aquello que fuimos. Brindo por el reencuentro, y brindo por ti, por haberme dado ese tironcito en el alma, niña valiente. 





jueves, 3 de abril de 2014

Negocios de familia

Este post no habla de nada que tenga que ver con empresas ni dinero. 
Otros negocios subyacen en el seno de cada una de las familias del mundo, de las parejas, en las relaciones  entre padres e hijos, nietos y abuelos, incluso en las amistades
He tenido la oportunidad de pasar largos espacios de tiempo en hogares que no eran el mío propio: en casa de mis abuelos, de cada uno de mis tíos, de amigos de los de verdad. Curiosa desde siempre por todo aquello que define a las personas, por conocer cómo vencen sus dificultades y superan sus diferencias, curiosa a secas, me fijaba en cuáles de las relaciones no cabian en el mapa de lo que para mí hubiera sido deseable, aceptable, tolerable, acaso. 
Y entonces me planteaba si esas dos personas entre las que había algo que a mí no me cuadraba, desde la libertad para entrar en la intimidad, hasta el reparto de las tareas domésticas, pasando por quedarse en la cama holgazaneando mientras el otro madrugaba para ir a trabajar, estaban aceptando  su parte del negocio. 
Cuando desde nuestro palco de espectadores de la realidad de los demás algo no nos convence, creemos que uno de los dos miembros de una relación se aprovecha o abusa de su posición respecto del otro; tendríamos que plantearnos si ese es su negocio, el que ellos tienen entre manos. 

martes, 25 de marzo de 2014

De energía


Me sorprendes por la enorme fragilidad que encierra ese verbo rápido y elegante en el que te envuelves. Sin embargo, a pesar de tu admirable capacidad de autogestionar tu vida, tu forma de contactar con los demás, tu magnetismo, tu poder, llega él y te rompe en mil pedazos de un soplido.

Te quebranta, y no te das cuenta, porque se introduce en las más diminutas fisuras de tu alma y, como agua que se hiela, rompe la piedra más dura. Porque no te dice que no te quiere, sino lo contrario. Con esa suavidad logra llegar a lo más profundo de tu ser; y allí siembra su indiferencia y te fractura, de la forma más dolorosa y terrible.

Por eso te insisto tanto en que interpongas una distancia entre vosotros, para que no pueda herirte más. Así, rota, no puedes ver con claridad. Si cruzaras a este lado, lo verías nítido y cristalino.

Parece una simple cuestión de energía. Bien sabes que la energía no se crea de la nada. Digamos que tu fuente de energía sería esa fractura del alma que él te ha causado ya –dices que sin querer, y yo te creo-. Al principio no era más que dolor, tristeza, un sufrimiento profundo e inconsolable que te bloqueaba. Ahora esa energía es rabia, fuerza incontrolada que, lejos de servir para nada, te desgasta y te deja el corazón en carne viva, que, sin querer, hiere al pobre que pasa por allí (un hijo, un buen amigo).

¿Imaginas poder transformar toda esa energía en luz, en movimiento, en impulso? Tal vez en lugar de quedarte firme, de pie, esperando a que él vuelva o cambie –y no cambiará porque no admite ser el problema- deberías dejar que la energía fluya a través de ti y se transforme. Debes hacerte porosa a aquellos que de verdad quieren, queremos lo mejor para ti; relájate y disfruta del vaivén suave, como quien se mece en un columpio. Ninguna sensación se puede comparar a la brisa que se enreda en el pelo cuando vuelas impulsado por alguien que sólo quiere verte feliz. Venga, sube, ahora doy yo.



Foto de aquí

viernes, 21 de marzo de 2014

Supongo que me comprenderéis

No paso tan a menudo por el blog, es cierto. No tengo más trabajo (aunque no me aburro, a decir verdad), ni menos cosas que contar. 
Pero mis hijos se hacen mayores y, más que nunca, aquello que les pasa, que dicen, que hacen, pertenece al ámbito de su intimidad, y ya no quiero contarlo aquí. Porque recuerdo cómo me sentía yo cuando mi madre contaba -cuenta- cosas de mi vida; creo que ha llegado el momento de interiorizar lo que ellos son y aprender, y volver a crecer un poco más como persona.

Podría volver a escribir a diario y hacer una entrada "de charla de ascensor" que si el tiempo, que si la crisis, pero eso es tan socorrido como vacío. 

O contaros lo último que he leído (La verdad sobre el caso Harry Quebert) o lo que estoy leyendo ahora (Romeo y Julieta).

O explicaros que por fin aprendí a hacer punto, y que también eso me hace feliz.

Quisiera poder decir sobre qué estoy trabajando, pero es más de lo mismo, ando poniendo velas para que se haga la luz y por fin todo mi esfuerzo fructifique, aunque estoy a nada de terminar perdiendo la esperanza. Yo, que soy incombustible. 

Y la realidad de mis mayores es que el paso del tiempo es implacable, no quiero hablar de ese camino, que se me anuda en la garganta. 

Espero, pues, que me perdonéis los silencios. Me encanta comprobar cómo, a pesar de todo, seguís viniendo a esta casa. Dejo a todo el personal de castillo a vuestro servicio para que sigáis encontrándoos aquí como en vuestro propio hogar. 

Yo sigo, aprendiendo. 




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