Habéis discutido como niñas con palabras de adultas, alentadas por quienes os regalaban los oídos tras cada derechazo asestado y que vertían vinagre en las heridas recibidas, para lograr sublevaros con sed de venganza. Empecé decantándome por una de las dos, pero enseguida entendí que mi lugar era el silencio.
Ya pasó. Una pipa de la paz se intercambia sembrando de buenas intenciones vuestro futuro.
Ahora, que todo ha terminado, afortunadamente, voy a dejaros a las dos, con todo mi respeto y mi cariño, una historia que conozco desde hace muchos años. No sé quién la escribió, pero ya forma parte de la literatura de cabecera en mi hogar.
Imagen de aquí
Esta es la historia de un joven que tenía muy mal carácter.
Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia, debería clavar un clavo detrás de la puerta. Pronto la puerta se llenaba de clavos. Pero, a medida que aprendía a controlar su genio, clavaba cada vez menos clavos detrás de la puerta. Descubrió que podía controlar su genio, pues el clavar le hacia pensar sobre su mala actitud.
Llegó el día en que pudo controlar su carácter y ya no tenía razón de clavar. Después de informar a su padre, éste le sugirió que retirara un clavo cada día que lograra controlar su carácter. Los días pasaron y el joven pudo finalmente anunciar a su padre que no quedaban más clavos para retirar de la puerta. Era ciertamente un gran logro, pero su padre lo tomó de la mano y lo llevó hasta la puerta. Le dijo: "has trabajado duro, hijo mío, pero mira todos esos hoyos en la puerta. Nunca más será la misma. Cada vez que tu pierdes la paciencia, dejas cicatrices exactamente como las que aquí ves. Tu puedes insultar a alguien y retirar lo dicho, pero la herida permanece y el mal se propaga. Una ofensa verbal es tan dañina como una ofensa física. Ahora hace falta trabajar mucho mas para que la puerta quede como nueva. Hay que reparar cada agujero y muy difícilmente lograrás que quede como nueva.
No volváis a empezar jamás. Me ha quedado un sabor amargo en la boca.
17 comentarios:
Me ha gustado mucho ésta entrada...
Muuuuchos besicos, princesa!
Cuanta razón tienes, no nos damos muchas veces cuenta de los zarpazos que damos, hasta que nos enseñan los jirones.
Los vehículos más potentes del mundo, los que más aceleración y velocidad consiguen, también son los que están dotados de mejores frenos.
...
Casi todos los abuelillos tienden a la prudencia.
No puede ser casualidad.
Hola Ana.
Si tuviera que definir lo que siento ante lo que ha pasado con un adjetivo este sería: vergüenza.
De mí misma que es ante quién respondo.
No olvido nunca lo que hiciste por mí, créelo.
He tenido que borrar el comentario anterior porque me he saltado una palabra y la frase era ininteligible.
Buenas noches.
Un beso
Asun
Yo obligaría, por decreto ley, a que la gente se diese un abrazo muy, muy, pero que muy fuerte antes de iniciar cualquier desavenencia. Con las cosquillitas tenues que deja ese acto, a ver quien se atreve a comenzar una discusión.
Juanpe
Gracias, las flores siempre vuelven todo más bonit bonito, parece más fácil la paz. Un beso.
Siempre hay público que se alimenta de la carroña, eso no ayuda...
Las casualidades no existen... Buenos frenos y marcha atrás. Imprescindibles.
Asun, no te avergüences. Equivocarse es humano... Veo muchísimo peor a aquellos que alimentaron la discordia y empozoñaron todo sólo por deporte. Gracias por tu ejemplo.
Besos
Incluso de lomalo se obtiene una lección. No, no compro lo del abrazo. Prefiero apostar por el respeto.
Me temo que el morbo vende más que las buenas acciones. Por eso la masa se une a la lucha con entusiasmo. Bien está lo que bien acaba. Un beso.
Ya pasó, afortunadamente para ellas. Cada uno en su casa y Dios en la de todos.
Un beso, Ana
Afortunadamente ya pasó...
Sí, venden más las sombras de Grey que libros buenos de verdad que se quedan en las estanterías de las librerías.
Por suerte, acabó bien. Besos
Gracias, Sunsi
No quería deja de colgar la historia de los clavos, pero me daba miedo que se alentara otra vez la polémica. Ya pasó. Son grandes.
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