© de la imagen La meva maleta

jueves, 12 de agosto de 2010

La magia de las pequeñas rutinas

Me veo a mí misma sentada en el taburete del baño, bailando mis piernitas, demasiado pequeñas para alcanzar el suelo. Frente al espejo, el rostro, curtido por el sol crudo del mes de agosto, de mi abuelo, con sus tristes ojos azules enmarcados por un millón de surcos bien definidos.
El espectáculo estaba a punto de empezar. Él utilizaba una maquinilla de afeitar eléctrica, que frotaba por toda su barba, convirtiendo sus mejillas-que-pinchan en campos de besos para mí. Estiraba su cuello, con la boca apretada, luego la pasaba por debajo de su nariz, de forma que siempre parecía que se  la iba a afeitar también.
Cuando acababa con su rasurado, se lavaba la cara con agua y jabón. Mi abuela compraba jabón Lux, o Tulipán negro. Mi abuelo, después de secarse, sacaba su peine del bolsillo de la camisa, y estiraba sus escasos cabellos de plata para tratar de disimular sus carencias. Lo pasaba con una mano, y con la otra, acababa de alisarlo.
Los domingos, después de peinarse, levantaba el cuello de su eterna camisa azul, pasaba la corbata, y ajustaba el nudo al cuello.

Mis pequeños rituales serán observados por mis hijos. A menudo siento el suave aliento de Marlin a mi lado, viendo como preparo la máquina para coser. O a Bufón, de puntillas junto a mí, ayudándome a preparar magdalenas.


Los movimientos repetitivos nos dan seguridad, y nos alivian un poquito el pensamiento. Si tienes paciencia para observarlos bien, son casi como un baile del alma.

11 comentarios:

Mariapi dijo...

Esas "rutinas" dan seguridad...y van construyendo el alma de nuestros amores, del sentirse en casa...los rostros que amamos. Me ha encantado como explicas lo sublime de la cotidianidad , gracias, Ana. Un abrazo.

Ana, princesa del guisante dijo...

*Mariapi: fíjate que muchas religiones tienen algo parecido al rezo de un rosario... repetir y repetir, de forma rutinaria. Para dar seguridad, y para que no olvidemos. Gracias a ti, por volver con tanto cariño. Un abrazo

Lisset Vázquez Meizoso dijo...

Es cierto, las rutinas nos proporcionan seguridad, pero a veces también se la llevan cuando de pronto te sorprendes viviendo nuevas aventuras sorprendentes que te hacen sentir un poco más viva. Mira que es complicado todo... lo mismo que es mágico para unos, se convierte en pesadilla para otros...me he ido por las ramas :) ea, un abrazo.

Ana, princesa del guisante dijo...

*Lisset: A mí me gustan los gestos repetitivos, pero también las cosas distintas, yo creo que no se anulan unos a otros. Tú puedes irte por las ramas siempre que quieras :-)Un abrazo

tomae dijo...

PrincesaDel,

...me has recordado cuando observaba de niño afeitarse a mi padre y te agradezco que me lleves a esos recuerdos. Recuerdo que mientras lo miraba anonadado, pensaba que era un artista en el ¡arte de Gilette!

Gracias PrincesaDel, espero que se acaben tus apatías y que tus rutinas te aplanen la cuesta arriba de la vuelta al trabajo...

Ana, princesa del guisante dijo...

*Tomae: justo estaba buscando esas rutinas para afrontar el lunes, cuando he recordado la historia de mi abuelo... ¡Gracias!

Marta piesdescalzos dijo...

¿y te acuerdas del olor del Floïd after shave?... con tu entrada me ha llegado su aroma. Besos sin pensar en el lunes!

Ana, princesa del guisante dijo...

*Marta: El abuelo del Floïd Blue era el otro :-)) Es verdad, sigo oliéndolo... era tan ¿limpio? Besos de crucero

Nuria dijo...

Qué bonito, Ana. Me has emocionado mucho.

TE PROMETO que ahora mismo corre una lagrimita boba por mi mejilla.

Me ha encantado.

:-)

Ana, princesa del guisante dijo...

*Enebea: un beso sobre esa lágrima que no es nada boba, seguro que salió de algún recuerdo bonito tuyo...

Nuria dijo...

Me ha enternecido cómo hablabas de tu abuelo. Yo no tuve esa suerte, y me he sentido triste porque con tanto currar y tanto rollo, no sé si mis hijas se habrán fijado mucho en las rutinas que yo hago. Tal vez sí y no he sido consciente...

Ahora me ha venido el recuerdo de mi abuela poniéndose cremitas en la cara, je je, qué recuerdo tan lindo.

¿Ves? ahora estoy sonriendo como una boba al recordar a mi abuela, ja ja ja.

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