© de la imagen La meva maleta

miércoles, 10 de noviembre de 2010

El eco de vuestras voces

Llego a casa a mediodía cuando ya habéis salido hacia la escuela. Siempre corriendo, y con ganas de comer, por fin. Mientras se calienta la comida pongo la lavadora; luego enciendo el televisor para sentirme acompañada en la mesa y como en un suspiro.

Si no tengo un trabajo que hacer, recojo los juguetes desangelados que encuentro, y los dejo en su sitio, coloco los cuentos desperdigados por las alfombras en las estanterías, repaso con un trapo las huellas de vuestros deditos enjabonados en el lavabo. Preparo meriendas y anticipo cenas.

Esta semana habéis comido fuera.


Y la casa me recibe con un silencio en el que resuenan mis pasos, como en una catedral. Me digo a mí misma que las paredes no pueden guardar los sonidos. Pero tengo mis dudas. Esta casa, nuestro hogar, no suena igual cuando no estáis, cuando no habéis estado. Entiendo que los padres que pierden a sus hijos enloquezcan de dolor. Yo, por fortuna, volveré a veros dentro de media hora, y podré repetir el "no grites" de todas las tardes. E incauta de mí añoraré el silencio que ahora deja a mi alma desolada.

9 comentarios:

tomae dijo...

Como somos Princesa Del! si están porque están, si no están...

...Como son!

Carme Sala dijo...

Sólo puedo añadir:¡Benditos sus gritos aunque nos den dolor de cabeza!

Petonets guapa!
:-)

Ana, princesa del guisante dijo...

*Tomae: habría que aprender a valorar lo que tenemos antes de que ellos se hagan demasiado grandes. Son... geniales!

*Mevamaleta: Amén! Un petó

Mofletes dijo...

Como te entiendo Ana, es como si faltara algo, no sabemos disfrutar de los momentos de silencio porque les echamos de menos continuamente.

besos

Ana, princesa del guisante dijo...

*Mofletes: qué extraño el silencio en una casa con niños... un beso

Itsaso dijo...

Tienes mucha razón, cuando los tienes contigo te vuelven loca, pero si no están el silencio es atronador.

Ana, princesa del guisante dijo...

*Mar: cuando volvieron a casa, las paredes parecían sonreír.

Mariapi dijo...

Pero las paredes van quedando impregnadas de sus voces, sus músicas, sus gritos y peleas...y cuando ya se han ido, ese aroma que han dejado, sigue calentándonos el corazón. Disfruta de su "AHORA". Un besico.

Ana, princesa del guisante dijo...

*Mariapi: ¿se quedan pegadas, verdad? un beso

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