Estoy digiriendo la noticia que me diste de forma serena, de la misma forma en que, supongo, tú tomaste tu decisión.
María, ¿clausura?
Eso es un salto a un abismo de silencio. Pero voy a confesarte que envidio tu valentía. A lo mejor ahora te sorprendo yo...
Desde que volví a encontrarte te he visto en Facebook, siempre rodeada de niñas con las que estabas haciendo apostolado, como hiciste conmigo hace ya más de veinte años. Siempre activa, con tu energía capaz de acabar con el mundo, siempre con tu sonrisa en los labios, siempre con la mirada entristecida.
Tu búsqueda de Dios te ha llevado a abandonar ese camino que te tenía presa y, por tu propia voluntad, te encierras por siempre para seguir buscándole, a Él, a Dios en ti.
Recuerdo cuando me enseñaste a hacer oración y me admiraba tu capacidad para rezar. Y comprendo que entre tantísimo ruido no pudieras escuchar. No sé cómo la burbuja de aire que eres podrá contenerse en los muros del convento para siempre, en mi fuero interno te imagino un poco como otra María, la de Sonrisas y lágrimas. Eres casi tan guapa como ella, y tan buena, y tan rebelde... que se vayan preparando las hermanas para recibirte, porque estoy segura que donde tú estés la luz brillará de una forma nueva.
Mientras tú rezas por todos nosotros, yo trataré de buscar la voz de Dios en mi mundanal ruido. La encontraré vestida de otras formas: en la cicatriz de mi vientre, en la mano de mi marido, en los ojos de mis hijos, en la vejez de mis abuelos, en la luz del alba que me encontrará despierta casi todos los días.
No cayeron en saco roto tus enseñanzas sobre mí y llegué a entender que tuviste que irte por órdenes "de arriba", que seguramente te hicieron bien, porque te han llevado, al final, a elegir tu propio camino.
No podré imaginarte sin tu precioso pelo rubio reflejando el sol, vestido ahora de marrón carmelita. Así que, con tu permiso, te conservaré en mi corazón con la imagen de aquella niña grande que compartía conmigo una taza de chocolate en el Viena de Pamplona.
Te quiero, guapa. No te olvides de quién eres.
13 comentarios:
Yo también creo que es un paso de valientes.
No la conozco, pero le deseo lo mejor en su nueva aventura.
Un petonciño para las dos
Seguro que será muy feliz en su decisión, y que por supuesto, encontrará a Dios.
Besos
Me ha gustado "salto a un abismo de silencio"...pero silencio elocuente, que se llena con la Palabra.
Hace falta mucho-mucho-mucho Amor para dar el salto.
Felicita a tu amiga, aunque Dios se hace presente en mi vida de un modo muy diferente, entiendo y admiro su camino. Besos para ti, afortunada, que tienes su amistad
Leles (es galleguiña, como tú) Besos y gracias
Tita: ciertamente ella es capaz de encontrar felicidad, es una persona excepcional. Un beso
Mariapi: para escuchar tenemos que apagar todos los sonidos que nos rodean. Hoy llevo todo el día intentando escuchar, y me molesta el tintineo de la lluvia en mi paraguas, la bolsa de plástico escandalosa que cruje con mi caminar... y pienso en la belleza aterradora del Silencio. Me mareo, Mariapi. Un beso, y gracias por la tuya (tu amistad, claro)
Hoy en día desde luego es algo muy de admirar. Espero que sea feliz en su nueva vida. Un beso.
Menuda valiente!, hoy en día las hay pocas,...
Por cierto, yo también compartí muchos cafés y chocolates en el Vienés de Pamplona...
Susana: hoy en día más que nunca, verdad? Besos
mistrucosparaeducar: ¡¡tienes razón!! era el vienés... le he cambiado el nombre. Gracias.
... Me alegro, cuánto me alegro por María, pesoleta. Deduzco que estuvo en un camino que no era el suyo porque buscaba a Dios. Deduzco que debió de sufrir cuando le sobraba el ruido, cuando hubo intermediarios... "siempre con tu sonrisa en los labios, siempre con la mirada entristecida". Se nota mucho cuando la mirada no va acorde con los labios...
Qué bonito cómo lo has escrito, Ana. Es de las pocas veces que un post me sacude. Y no te lo puedo explicar porque no encuentro las palabras acertadas.
Gracias, Princesa... Y gracias, María.
Sunsi: no lo sé. En realidad, son conclusiones que saco yo a distancia. Supongo que para tomar una decisión así tienes que hacer una gran catarsis interior. Si te digo la verdad, María sería una gran madre, pero si ella escucha otra llamada (no le escuchan, ¡la escucha ella!), pues tiene todo mi apoyo. Los caminos de cada uno son bien complicados. Besos, Sunsi, gracias a ti.
Sobrecoge, esa decisión, ese introducirse en el Silencio, que como dice Mariapi, es Palabra.
Yo también le deseo lo mejor.
Un beso, Pesoleta.
ana: a mí me impresiona tratar de ponerme en su lugar. Llevo dos días caminando por la calle saboreando sus sonidos y no me imagino sin ellos. Un beso, niña.
Responder ¡Sí! al Señor es el mayor de los gritos que se le puede hacer al silencio...Felicidades a María.
Tomae:No, si yo estoy de acuerdo con el Sí... lo que no sé cómo se hace es renunciar a todo lo demás. Tiene mucho más mérito...
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