© de la imagen La meva maleta

domingo, 23 de febrero de 2014

Mientras esperas



Historia de un adiós, segunda parte.

No sé por qué me contaste aquella historia triste de tu niñez, que anudó tu garganta y veló tus ojos menudos con un paño de tristeza sólo de pensarla, aunque lo cierto es que yo nunca la olvidé. No nos escatimabais la dureza de la vida a los niños de antes.

Debías ser un mocico de pantalón corto. Te imagino espabilado, de carnes fuertes, magro y curtido por el aire limpio de la montaña que te parió. Tenían tus padres un pequeño corral, en el que hiciste a tu mejor amigo, una oca, que te seguía a todas partes, tal vez fueras lo primero que viera al romper su huevo. 

Dondequiera que tu fueras, corría ella, moviendo la colita tras de ti, por no perderte de vista. Si me dijiste su nombre no lo recuerdo, pero te imagino llamándola para que acudiera presta a tu vera. Te advirtieron de que no era una buena idea, te regañaron incluso por ello, pero desobedeciste, ¡maldita la hora! 

Apurabais un verano de agua fresca de arroyo, los árboles se envolvieron de frío y dejaron bajo vuestros pies un manto de hojas secas. Tus huellas crujían junto a su caminar lento, refunfuñaba gruñona con un "macmacmacmac" -¡Cuídate siempre del mal carácter de las ocas, que pican!-. Sin embargo tu amiga de mirada altiva era dócil como un perrito, y se hizo mayor pisándote los talones con sus patas palmeadas, si se lo pedías apoyaba la cabeza en tu regazo y se dejaba acariciar por ti. 

Cuando Padre te dijo que ya había crecido demasiado, que habría que comerla antes de que se hiciera dura, que tenías que acabar con ella, saliste corriendo de la casa, deprisa, para que no te siguiera. Nublaban tus ojos las lágrimas que enjugaste con la manga de tu jersey, negabas con tu cabeza, con  tu corazón, con tu boca, que gritaba: "Nunca, nunca, NUNCA". 

No volviste hasta que se cerró la noche sobre el bosque, Madre te esperó con un plato de caldo y el ceño fruncido, pero te protegió del gran enfado de su marido, al que llenó dos veces el vaso de vino para que se quedara dormido en el sillón junto al hogar y no te viera llegar. Daba lo  mismo, igualmente amaneció; Madre te dirigió una mirada severa que te advirtió de que ya no podrías volver a escapar. Atendía ya a que le trajeras el ave muerta, calentaba el agua para escaldar sus plumas. 

-Venga, vamos. -Le dijiste a tu oca. Y ella te siguió, una vez más. Entre sollozos le pediste, como tantas veces, que apoyara la cabeza. Y te ofreció su cuello para que le segaras la vida. 

Nunca pregunté si el filo del hacha llegó a reflejar tus lágrimas o si huiste de nuevo, enfrentándote al bofetón de tu padre con valor, pero quise pensar que sí fue así. 


Ayer te vi, vi tu fragilidad, tu piel anciana, tu espalda curva, tu mirada apagada, tu vejez sobre ti, y comprendí que, aunque llegó tu hora y llevas ya tiempo con tu cabeza en el regazo del Señor, a Él parece  temblarle el pulso, como si no pudiera llevarte aún. 

(No quisiera que te fueras nunca, abuelo, pero puedes irte tranquilo, estaremos bien, has dejado un legado muy bello en nosotros, gracias por el camino recorrido. Te quiero mucho, mucho.)



14 comentarios:

aaana dijo...

No se publicó mi comentario...
decía que seguro que él sabe que le queréis mucho mucho mucho

Ana, princesa del guisante dijo...

Él sabe que le queremos, se deja abrazar y acompañar, aunque no comprende quienes somos. Es duro, duro.

Chitin dijo...

Bufff, tengo un nudo en la garganta...yo perdí a mi abuelo querido con 13 años...en pocos días y fue horrible, ver su sillón vacio en el salón, su hueco en la mesa.

Mi abuela sin embargo, se fue poco a poco...su cabeza dejó de funcionar y no sabía quien éramos, dejó de hablar...y fue infinitamente peor verla así, sin saber si sufría o no, si era consciente de lo q la rodeaba o no.

Un abrazo muy fuerte

Ana, princesa del guisante dijo...

Es que no podemos escoger como morir, o cómo morirán quienes son amados por nosotros. No debiéramos poder. Un abrazo, gracias, Chitin

oles dijo...

Que historia mas bonita y tierna. Los abuelos son seres maravillosos en nuestra niñez pues todo lo saben. Luego, cuando somos mas mayores son las personas que mas ternura y amor nos inspiran. Esoy segura que el tuyo sabe que lo queréis mucho, mucho.
Un beso grande del Sur, Princesa

Mariapi dijo...

Siempre es doloroso despedirse.
No deberíamos olvidar que es un "hasta luego".
No deberíamos olvidar que también este dolor, seguro-seguro-seguro, tiene un sentido, para él, para vosotros, para todos los que nos encontramos en situaciones similares. A mi me ayuda pensarlo.
Un beso, Ana, que me gustaría que os acompañase.

P.D. La historia de la oca, me ha parecido tan dura...

Marta piesdescalzos dijo...

Me hubiera gustado poder disfrutar más de mis abuelos, se fueron demasiado pronto. Supongo que siempre se van demasiado pronto...Aún así guardo momentos entrañables con mis dos abuelas. Los tengo enmarcados a los cuatro, en blanco y negro, como mis recuerdos borrosos.
Admiro esa espera paciente del que sabe que ya ha cumplido,
Un beso Ana

Ana, princesa del guisante dijo...

Lo único que puedo seguir haciendo por él es acompañarle y llenarle de besos. Ya le echo de menos. Un beso, guapa

Ana, princesa del guisante dijo...

Sí es tremenda la historia, si la recuerdo es porque me impactón. Claro que entiendo la muerte como un punto y aparte. Pero no evita que sienta dolor por lo que ya no tengo de lo que él fue. gracias por recordármelo, de todos modos, qué fácil es perderse en este mundo!

Ana, princesa del guisante dijo...

Él quiere irse ya, está cansado, es tan duro, Marta... Un beso

Juanpe dijo...

Ya paseamos de la mano. Tan serios los dos. De una punta a otra de la terraza y vuelta a empezar. De vez en cuando nos miramos. Unas veces sonreímos. Otras no. Levanta tanto la cabecita que parece un pez. Le contaré lo de la oca. Sabrá que hay amores más grandes que los de los humanos. No esperan más que tu olor. Y te ofrecen el cuello por que saben que en ello va un bofetón. Les duelen más tus lágrimas que su muerte. Esta noche quiero ser una oca que ofrezca el gaznate al hombre sabio que ya todo lo que tiene esta dentro de él. Gracias a ti, a él y a la oca flaca.

Carme Sala dijo...

La espera del final, es mucho más dolorosa que la propia muerte; ese adiós prolongado y triste, que pesa toneladas en el alma es algo que nunca quisieramos vivir ni explicar.

Sin embargo, tu historia, contada con tanto cariño, refleja un amor enorme hacia él...
Ojalá el sufrimiento sea breve, guapa.

Un beso muy grande.

Ana, princesa del guisante dijo...

Juanpe,siento haber tardado tanto en responderte. Lo de la oca es una historia triste y dura. Porque su verdugo no era más que un niño. Qué difícil es esto....

Ana, princesa del guisante dijo...

Nuestro final dura ya cinco años. Y yo solo quiero seguir abrazada a su cuerpo gastado. Un beso, y tres al cielo

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