© de la imagen La meva maleta

domingo, 26 de enero de 2014

Las entrañas del silencio


Imagen de aquí


Siento una delicada mezcla de orgullo y de responsabilidad cuando me pides, desesperada, que te ayude, como si fuésemos amigas de siempre y yo tuviera el poder de besar tus rodillas magulladas después de tu penúltimo tropiezo. 
No voy a darle vueltas a porqué me eliges a mí, y no a otra persona que te conozca más, de más tiempo, quiero decir. Creo que sí es válido lo que te pueda aportar yo, porque cada perspectiva de lo mismo nos da una visión nueva, un matiz que nos ayuda a trazar las líneas que delimitan el problema. Lo corroboro cuando tú me confirmas que la psicóloga que te atiende te dice lo mismo que yo. 
Y yo sé que nos escuchas a las dos con la misma atención, no en vano vienes libremente a llamar a mi puerta cuando me necesitas. 
Con la misma sencillez me tomo, pues, la libertad de decirte lo que pienso, porque yo no sé querer de otra forma.  
Será que mi mundo está rodeado de un entorno de personas de campo, o porque el clima del lugar en que vivo invita a la reflexión (o son cosas mías, no me hagas demasiado caso), pero te percibo envuelta en un ruido infernal. Ruido de cosas materiales, de necesidades que no lo son, de factores que no son tan importantes. Y con todo eso a tu alrededor, te sientes sola y desamparada, y realmente no lo estás, sólo necesitas seguir escondiéndote ahí.
Porque, desde aquí, desde el sesgo de que sólo sé de ti lo que tú has querido contarme por teléfono, me da la sensación de que lo que realmente te da pavor es escucharte, no escucharme a mí, sino a ti misma. Y yo creo que tú eres una gran mujer. Sólo tienes que encontrarte en las entrañas de tu silencio, eliminar todo aquello prescindible, bebe sólo el agua que necesites, besa sus piececitos sin preguntarte si lo podrías hacer mejor, habla una tarde entera con una amiga que te diga la verdad aunque duela, come sano, no fumes, date crema después de la ducha y construye tu hogar con el brillo y la dureza del diamante. Tu hogar. Tú eres el pilar sobre el que se sustentan las vidas de tus criaturas. 
Déjate de lexatines, de internets y de circos. Desaparece un segundo del mundo y demuéstrate a ti misma lo que vales. 
Respira hondo y elimina todo lo superficial, todo aquello que en realidad no necesitas. Desnúdate ante el espejo y encuentra la gran persona que te habita. La que yo leo entre todas las palabras de relleno. 
Y cuando ya estés bien, que lo estarás, porque tu fuerza interior es radiante, entonces, construimos nuestra amistad con los guisantes en su sitio bajo el colchón. Ya verás lo bien que sienta la libertad. 


21 comentarios:

aaana dijo...

Lo que has puesto, "Desnúdate ante el espejo y encuentra la gran persona que te habita"
Me parece tan necesario... pero TAN difícil...

Ana, princesa del guisante dijo...

Cuesta, pero cuando lo consigues, ah amiga... entonces tienes el Poder.

Marta piesdescalzos dijo...

A ver si a la tercera va la vencida...me desaparecen los comentarios al clickar publicar...
Decía que tendrás que ir cambiando el guisante por la bola de cristal, Bruja!. Mira que los silencios hablan, bien lo sabemos, y muuuuucho, pero tus palabras de hoy además de hablar, cuentan, dicen, sorprenden y dan en el clavo.
Besos Princesa...o Bruja??? Bruja Buena y sin berruga o Verruga???

Marta piesdescalzos dijo...

verruga
verruga
verruga
verruga...
copia 100 veces

Ana, princesa del guisante dijo...

Y eso que ni siquiera la conoces, Marta. Bueno, a ella no, pero a los silencios del castillo, sí. Ya viste que aquí hay poco con lo que distraer a la rectitud interior.
Bruja, buena.
Sin verruga (como decía Mary Poppins, "a la vista está"). Excepto por el maldito corrector de word que autocorrige por defecto mi apellido por semejante palabreja. Puaj. FIn del fin de semana. Mañana nos toca correr, ¿me darías un empujón?

que dificil la vida sin ti dijo...

Pareciera que me hablaras a mí...bruja NO, pero hechicera que es algo maravilloso, SEGURO...
Gracias "de rebote"...debe de ser un placer hablar contigo...
Un beso grande
A

Ana, princesa del guisante dijo...

Asun, no es complicado, cuando uno se conoce bien, no es tan difícil comprender la lucha de los demás. Yo también aprendo. Lo de placer, pues no sé, no todo el mundo quiere escuchar la verdad, y yo no he nacido para dorarle la píldora a nadie. Pero como soy bastante payasa, al menos nos reiríamos un rato. Un beso

Susana dijo...

Qué buenos consejos. Un beso.

Mariapi dijo...

Los peores problemas, los que siempre son irresolubles, son los que nos creamos en nuestro terrible ego. Nunca tiene bastante, y la estrategia de atraparnos consiste precisamente en situarnos fuera de la realidad. Buen consejo: simplifica mucho querer verse en el espejo y coger la vida por los cuernos. La real, en la que la única culpable-responsable de lo que me pasa soy YO. Es tan fácil echar la culpa a los otros, las circunstancias, la suerte etc etc...Besos, princesa.

Carme Sala dijo...

Qué buen consejo, y a la vez qué difícil!
La búsqueda del silencio, es una constante en mi vida...simplificar, descomplicarse la existencia. Todo debería ser mucho más fácil, sólo que a veces, nos falta quién nos lo recuerde.

Tus consejos siempre son acertados, guapa.
Un beso.

Ana, princesa del guisante dijo...

Salen del cariño, buenos o no, Susana. Un beso

Ana, princesa del guisante dijo...

Cuanto más nos queremos, más nos aman los demás. Esa regla tan importante, tan difícil de medir y comprobar. Mirarse al espejo sin juzgarse más allá de un respeto por lo que hemos sido. Así, y reconocer aquello en lo que no nos gustamos para poderlo cambiar. Y de vez en cuando, revisar. Un beso, Mariapi.

Ana, princesa del guisante dijo...

Ay, que me cuesta a mí también , porque a menudo pasa que cuando tienes controlado el ruido interior, no tienes silencio a tu alrededor. A trabajar! Un petonet

Mariapi dijo...

Desconozco el contexto desde el que escribes el post, y eso es importante en los comentarios, claro. Pero hago una apostilla a tu respuesta. No estoy de acuerdo en que cuanto más nos queremos más nos quieren los demás. Para poder querer a otro hay que amarse a uno mismo, claro, Precisamente porque de ése amor "propio" se hace posible el trasladar el amor al otro. Pero también mi experiencia es que un exceso de ese amor a uno mismo no sólo hace imposible el querer a los demás, si no que hace muy difícil que nos quieran, y encima, nunca se tiene sufciente ni se es capaz de apreciar y agradecer el cariño. Al menos esa es mi experiencia...Besos.

Ana, princesa del guisante dijo...

Yo lo veo como tú, y he sufrido de cerca la experiencia de personas con gran capacidad centrípeta. Pero en este caso, su solución pasa por quererse, empezar a quererse. Así ganará amor hacia y desde. Qué belleza...

Anónimo dijo...

Verruga, verruga, verruga, verruga, verruga, verruga, verruga, verruga, verruga, verruga,
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;)

MadreYMas dijo...

Ay, Ana... cuánta razón en tus palabras...
Yo también te elegiría como confidente, jajajaja, te considero ideal para volcar todas mis miserias, jajajaja!
Por qué será?

Coincido totalmente con el comentario de Sunsi, me queda poco más que añadir.

Besote.

Ana, princesa del guisante dijo...

Ay, qué material tn curioso ese que forja la amistad, que cuanto más te das, mas lleno te encuentras.
Busco el comentario de Sunsi, y no sé encontrarlo, así que no tengo referencia sobre vuestro acuerdo!
Besos a granel y a cascoporro

Inma dijo...

Hoy he tomado una decisión que quita de mi vida ruido y agresividad innecesaria. Igual es que voy en el buen camino.

Ana, princesa del guisante dijo...

A veces nos viene bien el ruido porque hay que trabajar el interior de una forma mecánica e irreflexiva. Cuando es necesario el silencio no queda otra que bajar el volumen. Si ese es tu momento, seguro, seguro que es tu camino. Suerte

MadreYMas dijo...

Perdón, me refería a Mariapi.

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