© de la imagen La meva maleta

martes, 16 de octubre de 2012

¿Las cosas son importantes?



No colecciono nada. No tengo constancia, ni gusto, ni dinero para hacerlo en condiciones. Ni creo que acumular docenas de dedales, como los de la foto, llaveros, sellos, gafas antiguas me sirviera para nada.
En cambio respeto mucho a aquellos que sí son amantes de coleccionar cosas.
Porque les comprendo. Comprendo su necesidad de rodearse de objetos por mero placer.
Y, sin embargo, envidio también a los que son capaces de mudarse de casa con una simple una bolsa de mano como toda posesión.

Yo no tengo la casa de mis padres. Ellos la vendieron hace ya muchos años, se mudaron a pequeños apartamentos que ya no son mi hogar, por mucho que me abran sus puertas. Mi hogar, mi casa, el lugar al que recurría cuando ya todo estaba cerrado era la casa de mis abuelos, de las que también tengo, más o menos, las puertas abiertas. Hace algunos meses os contaba algunos de los tesoros que me llevé de ella, porque pronto va a sufrir una reforma grande. 

Por esa razón, yo sí he atesorado pequeños anclajes, no son porsiacasos, sino cosas absolútamente sustituíbles, como el cuchillo del pan de mángo de nácar que lleva en acto de servicio más de 40 años, como la medallita de la Virgen de Lourdes que me trajo mi abuelo y que llevo siempre en la cartera, junto con las monedas, el vestidito que le trajeron a mi hermana de Ibiza cuando era un bebé, y que conservo inútilmente porque ella no tiene intención de tener hijos.

En fin, no puedo evitar dar a las cosas un valor personal  que para otro podría resultar absurdo, por lo que, hace algunos días, me compré la novela de Marta Rivera de la Cruz, llamada La importancia de las cosas, atraída por su título.

Debo confesar que las primeras páginas me dejaron tibia -los suicidas me ponen de mal humor-, pero en cuanto entré en la delicada descripción que Marta hace de la personalidad de sus protagonistas, me resultó imposible dejar de leer la historia, que, por cierto, es muy entretenida.

Y yo, que presumo, como el anodino protagonista, de no tener nunca ideas originales sobre las que escribir, me he sentido plenamente identificada con él. Así que, además de recomendaros la novela, del año 2009 y editada por Planeta, voy a agradecerle el buen rato que he pasado.

14 comentarios:

aaana dijo...

Hay realmente muy pocas cosas que guardo. pero esas siempre, siempre están conmigo. De todas maneras, ne cuesta entender lo de atesorar muchas cosas... yo disfruto haciendo limpieza de cosas que no uso/necesito, dos o tres veces al año me lío la manta a la cabeza, y a tirar cosas
me apunto tu recomendación literaria

Ana, princesa del guisante dijo...

Yo no soy tan valiente, necesito esos anclajes materiales. Eso sí, señor Marido lo sabe hacer muy bien, no vayas a pesar que el Castillo está lleno de desechos :-)

MadreYMas dijo...

Pues yo, como Aaana, no tengo ningún apego por lo material. Guardo pocas cosas. No colecciono nada. Odio la acumulación. Mi mente descansa cuando hago limpieza de bártulos, ropa, papeles y "recuerdos"...
Cuando viví en Londres, y fueron sólo 15 meses, acumulamos tantas cosas, que al hacer la mudanza de regreso, me juré que nunca más!

Eso sí... a veces he tenido que esconderme de Padre y de Criatura para poder tirar cosas a gusto... porque ellos... en eso... TAMPOCO se parecen a mí!

Susana dijo...

Yo me encariño mucho con las cosas. Un beso.

Ana, princesa del guisante dijo...

Chica, no sé que decirte, a mí me parecen tesoros...

Ana, princesa del guisante dijo...

Susana, me parece estupendo :-) Besos

Tita dijo...

Cuántas cosas me has recordado y removido con tu post...el hogar de los padres, el de los abuelos, las colecciones. A ver si me lo leo ¡besos!

Mariapi dijo...

Guardo cosas por valor sentimental y otras porque siempre encuentro utilidades futuras, pero no creo que sea estar apegada. Son cosas. Nunca llorare por una cosa, pero eso no quita que disfrute con ellas, con su belleza, aunque no tengan valor objetivo.
Me gusta ver el Moises de mis hijos en casa de mi hija, y los cinturones y bolsos que llevaba en la Uni en los looks de mis niñas, la bufanda que le teji a mi entonces novio en el cuello de los chicos...es algo contradictorio, porque disfruto con las cosas " de toda la vida" y al mismo tiempo no las necesto. Y cuando llego a un sitio nuevo, en poco tiempo se hace mi casa... No se explicarlo. Gracias Ana, tus letras me han traido muchas sensaciones hermosas. Besicos.

Ana, princesa del guisante dijo...

Los recuerdos de cada uno, lo que nos emociona es totalmente personal e intransferible, es único. Besos

Ana, princesa del guisante dijo...

Tanto como llorar, no, pero algunas de mis posesiones materiales forman parte de mi historia, estoy segura de que las iba a echar de menos. Y me encantan los reciclajes... el espejo de mi cuarto de baño era el marco de la foto de mis bisabuelos, casi nada!!
Besos, besos.

tomae dijo...

Supongo que los "blogueristas" podemos prescindir de guardar muchos objetos ¿no crees? Bona nit Princesa Del...Bss!!!

La otra Madame Popova dijo...

oh.. que bonito blog, es mi primera vez por aqui.. y no será la última jeje

Yo también soy de encariñarme con las cosas que me traen recuerdos. ¡como no?! esas cosas son la única forma que tenemos a veces de recordar algunos momentos.. No me fío mucho de mi memoria, como ves jaja Así que si no hay fotos, prefiero guardar "mierdecitas" como las llama mi padre o "tesoritos", como los llamo yo =)

Un besito!!

Ana, princesa del guisante dijo...

Bueno, yo creo que los blogueristas no tenemos por qué ser iguales, no, hoy no te lo compro... Buenas tardes, joven.

Ana, princesa del guisante dijo...

Bienvenida, Madame. Me pasaré por tu blog más tarde, me apetecerá más :-) Mi marido tiene por costumbre, un par de veces al año hacer la campaña de limpieza llamada: ¿Mierdas?, las justas. Así no se nos acumulan. Besos

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