Comentaba en su blog Mariapi de la crudeza que empleaban los cuentos antiguos para los niños.
Cierto, ese temor que hacía que te taparas con la sábana (ojo, que si viene un psicópata con un cuchillo una sábana es súper útil...), era el mismo que te hacía pedir más, porque aquello que nos asusta también nos atrae un poco
Imagen sacada de aquí
Ayer estuve viendo una representación de El soldadito de plomo. El cuento en sí tiene un sabor agridulce, aquel amor eterno del plomo fundido con el papel, para siempre... saquen ustedes mismos las conclusiones.
El montaje me llamó la atención. Eran tres mendigos que se encontraban en la calle y se ponían a contar el cuento. Como material, dos contenedores, una tabla, unas latas, unas bolsas de basura. Como espectadores, papás de niños pequeños y esos niños pequeños que aplaudían entusiasmados.
Y la realidad de fondo. ¿Cuántos de ellos tuvieron dificultades para rascarse el bolsillo para cotizar los escasos 5 euros por persona que costaba la entrada? ¿Es ese escenario de miseria -los tres mendigos- el que amenaza hoy día a esos sobreprotegidísimos niños?
Los cuentos no tienen nada que ver con la realidad, a veces. No, no es probable que mandemos a nuestra niña de trenzas doradas a casa de la abuelita a través del bosque y se encuentre con un lobo. Pero sí tenemos que advertirles de los peligros del mundo. El patito feo se encuentra encerrado en el corazón de muchos cisnes que no saben lo que valen. Y el País de Nunca Jamás... bueno, lo de los polvos dorados para hacer volar cada vez me suena más a apología de las drogas.
Quien sabe, a lo mejor el lobo feroz de nuestros hijos se llame Paro o Crisis. Estoy convencida de que los cuentos seguirán sirviendo para contar realidades y yo sí creo que es necesario mostrar el lado duro de la vida a los niños, porque está ahí, y dentro de nada serán adultos.
10 comentarios:
Mmmm, pues sí y no.
Sí al lado duro de la vida, que los niños deben conocer.
No a cómo se les expone en algunos cuentos clásicos.
Hace poco compramos a Criatura el libro "cuentos para educar niños felices" y lo recomiendo totalmente. Habla de problemas diarios (los protagonistas son animales de un bosque), pero no es necesario "traumarlos" con madrastras que no les quieren, niños que son abandonados en el bosque porque sus padres son pobres, o zapatillas de baile que no se pueden sacar de los pies.
Por no hablar de Caperucita, que es comida por un lobo, y que es salvada gracias a que un cazador abre en canal la tripa del lobo, la saca y después, en modo venganza, le llena la tripa de piedras y le tira al río para matarle bien muerto (como decía el anuncio)...
No me digas que eso no es lamentable!
De todas formas, también creo que depende, y mucho, de la edad de los niños. Los tuyos ya son mayores y pueden comprender las metáforas. La rubia aún es demasiado inocente para entender ciertas cosas.
Algo de razón tienes. Conozco a una tipa que ha hecho un cuento sobre el Alzheimer que dice no sé qué de besitos :-)
Los cuentos de antes eran duros y crueles hasta límites insospechables. La vida también lo es, pero esas no son formas.
No creo que los niños se traumaticen tan fácilmente. Son peores algunos dibujos animados que ven en televisión. Yo escribí un libro explicando los valores de los cuentos tradicionales. Un beso.
Ana, creo que ya lo dije, pero me perdonarás si me repito. Los cuentos clásicos son crueles, pero eso lo pienso ahora, Desde la visión que tenía de niña, sólo me emocionaban: miedo, tristeza, intriga...no todas las emociones son la alegría, estas menos "positivas" también son "emociones". Esos cuentos nos hacían conocer por vía emocional el mundo duro,la realidad y sus peligros en la que que los mayores debemos enseñar a navegar a los niños, eso es un modo de educar. Esra otra realidad, pero nadie mejor que tu sabe que los cuentos son una herramienta maravillosa para transmitir modos de vivir. Entonces había lobos, hoy hay "bulling"...A mi me siguen gustando los cuentos, y las cuentistas.
Besos.
Evidentment que els contes clàssics són un reflex (i una perpetuació?) d'un tipus de societat i un tipus de valors. Tanmateix, quan els meus fills van ser prou grans, vaig regalar-los les versions originals de molts contes que, amb els anys, s'han anat edulcorant. Entre la cafreria dels clàssics i la inducció a la diabetis de Disney, segur que totes hem acabat trobant un punt mig, coherent amb allò que ens envolta. Sortosament hi ha una pila de bones autores i dibuixants que ens donen l'oportunitat d'encertar-la ;)
Susana, ni lo antiguo es perfecto ni lo moderno lo es. Supongo que los cuentos tienen que adaptarse a la realidad actual del niño. Y más abajo dice Clídice que no es necesario tanto almíbar como propone Disney. Es verdad que los niños no se traumatizan fácilmente, pero los de hoy día están sobreprotegidos hasta límites irracionales. Besos.
Es cierto, Mariapi, no te quejabas, lo comentabas, voy a cambiar el verbo del post. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Bsssss
Bé, la nostra lluita ha de ser oferir bons models als nens d'avui, i, sobre tot, ajuda real als seus problemes reals, que els tenen.
Bueno, teniendo en cuenta que yo nunca le canté a mis hijos "que viene el coco..." para no asustarles... ¡no, no os echéis encima de mí! Que luego cambié mucho, y los tengo muchas cosas, pero sobreprotegidos creo que es la palabra que menos les puede definir.
Efectivamente la manera de contar las cosas en esos libros puede resultar traumático a ciertas edades (mi hija se salía de la habitación cuando veía La Bella Durmiente, todo el rato que estaba en escena Maléfica), pero es evidente que hay que prevenirles sobre los riesgos actuales. Lo que pasa es que creo que no tarea fácil, porque elegir el momento... pues a veces surge, y otras lo tienes que contar, pero intentando no adelantar demasiados acontecimientos, y metiéndoles en el cuerpo un miedo absurdo antes de tiempo.
P.S.: Jajaja, Ana, lo de los polvos de Campanilla y las drogas me ha hecho mucha gracia. Yo identificaría más ese cuento con la infinita niñez de los niños debido a nuestra sobreprotección, pero lo del "volar" con las drogas, jajaja. Por cierto, me he acordado de un libro que me he leído este verano, Los niños de la Estación del Zoo (o también Yo, Cristina F, en "sudamericano"). Es del tema drogas en niños que casi no llegan a adolescentes, muy, muy duro. Creo que también hay una película (es de finales de los 70).
Se trata de ponerles en el mundo en condiciones, con recursos, aprendidos de cuentos o de la voz de su madre/padre/abuela/maestro. La realidad suele superar a la ficción.
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