© de la imagen La meva maleta

miércoles, 9 de octubre de 2013

Cuando mañana despierten

Todos los que hemos estado acompañando su dolor hemos sido muy conscientes de lo que les viene encima. Probablemente ellos también lo sospechan. Nadie quería estar en esa piel de los dos hijos que tendrán que cuidar de la madre impedida, y contarles a los niños por qué no ha ido el abuelo a recogerles al colegio. ¡Ay, los niños! Ese abuelazo que todo el día, todos los días y a todas las horas, se hacía cargo de sus nietos, los recogía, los perseguía por la plaza, les cuidaba con ternura y paciencia mientras sus padres estaban trabajando, se ha ido para siempre sin poder decir adiós.




Ni siquiera a ella, condenada al peso de su propio peso. Nada la hubiera podido preparar para despedirse para siempre de su embajador en el mundo, que la llevaba a los pocos sitios que su desbordado cuerpo toleraba.

Fumaba demasiado; como un adolescente se escondía de ella, tratando de disimular el aliento con algún caramelito. Ese gesto de pillo me ha hecho sonreír un poco. Un poco, porque el resto de esta historia se escribe con colores grises.

Mañana despertarán cayendo de bruces sobre esa realidad odiosa de su ausencia. Nosotros habremos regresado a nuestra rutina sintiendo sincera compasión por ellos, pero nadie podrá devolverles la compañía y la energía que él les daba. Tiene la vida una asombrosa capacidad de herir.

18 comentarios:

oles dijo...

Hiere siempre en grises y negros... Algunas veces demasiado, sobre todo cuando se trata de abuelos y abuelas que te dejan solo y vacío ante su ausencia.
Besos desde el Sur

Luisa dijo...

Ana. Qué pena la ausencia, la despedida, la marcha...
Desde el cielo les cuidará y les dará energía. Seguro.
Un beso desde el Sur de España

Ana, princesa del guisante dijo...

Ni siquiera recordarán cuánto les quiso ese hombre, Oles. Ella, tres añitos, el bebé, uno y medio. Y el vacío que deja es abismal. Negro, en todas sus modalidades cromáticas.
Besos desde aquí arriba.

Ana, princesa del guisante dijo...

Espero que sepan transmitirles a los niños ese amor. Seguro que les cuida, pero qué lástima, con 65 años...
Besos

Tita dijo...

Qué injusto...qué joven....

Un abrazo apretao Princesa

Mariapi dijo...

Por mucho que le de vueltas, es siempre un misterio.
Besos y oraciones para ellos.

Carme Sala dijo...

Que pena...que poco tardarán esos nietos, en buscar mirando al cielo y las nubes, algún guiño suyo...

Ana, princesa del guisante dijo...

Injusto por joven y porque hacía mucha falta a muchas personas. En fin, un abrazo, querida Tita, apretao.

Ana, princesa del guisante dijo...

Siempre es un misterio. Nos empeñamos en comprender las razones de Dios y no creo que estén a nuestro alcance. Un beso, gracias por acordarte.

Ana, princesa del guisante dijo...

Son tan pequeños que no creo que puedan comprender aún el significado de nunca más. Sus padres, sí. Qué triste. Besos

aaana dijo...

Descanse en paz. Mis oraciones por él y si familia
Siempre es injusto...

UTOPÍA dijo...

Preciosa entrada, Princesa.
Muy cierta la última frase. Solo nos salva la seguridad de que existen otras personas que ayudan, cada una a su manera. La tuya es ésta, escribir cosas bellas.
Por eso releo muchas veces "Regresando a ti"
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Un abrazo grande princesa, para ti y para ellos. Una partida como ésta nos hunde en la desesperanza pero hay que aferrarnos a la vida para seguir adelante. Y llenar ese enorme vacío con su amor y sus recuerdos. A los pequeños hay que decirles cuánto los quería, a qué jugaban, cómo era, en qué se parecen a él, animarles a buscarlo en una estrella en el cielo y contarle lo que quieran. Los niños tienen una capacidad asombrosa de adaptación y seguramente podrán incorporar su presencia espiritual en sus vidas. Por la edad, el niño esperará su regreso, hay que ser pacientes y explicarle, siempre que sea necesario, que no va a volver pero lo sigue amando. Para los grandes, vienen días de dolor infinito, de preguntas sin responder y de vacío, siempre les hará falta, y no hay otra manera de superar la pérdida que vivir el dolor. Pero ese dolor pasará, hay que aferrarse a esa esperanza, y poco a poco ellos también aprenderán a reincorporalo en su vida de otra forma. Ese despertar amargo en el que uno quisiera que el mundo parara porque lo hemos perdido para siempre y se da cuenta que todo sigue girando como si nada no va a durar para toda la vida.
Sé que en momentos como éste las palabras sobran y yo ya escribí mucho, pero recientemente viví una pérdida parecida y me ayuda mucho recordar que el sufrimiento termina pero el amor de nuestro ser amado no se agota nunca. Espero ayuden en algo mis palabras.
Abrazos cariñosos, Elsie

Anónimo dijo...

Perdón, la niña de tres añitos es quién esperará el regreso de su abuelito.
Elsie

Ana, princesa del guisante dijo...

Muchas gracias, Elsie. Todos sabemos cuále son las palabras de esperanza a lasmque deberán aferrarse esas criaturas, pero se prevén en esa familia muchas horas de tristeza. Un abrazo grande.

Ana, princesa del guisante dijo...

Gracias. A lo mejor es una justicia que no somos capaces de comprender...

Ana, princesa del guisante dijo...

Gracias. Es complicado desprenderse de aquellos a los que queremos y que, a su vez aman su vida. Qué lejos se nos van, Utopía.

sunsi dijo...

La muerte jamás es bienvenida (al menos desde un punto de vista humano), pero hay situaciones en las que la mente y el corazón no comprende. Has escrito algo que también me planteo. ¿Cómo explicas a una niña de tres años que el abuelo no estará nunca más, nunca más la irá a recoger a la escuela, nunca más...?

Gracias por el post, Princesa. Una oración por ellos.

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