© de la imagen La meva maleta

martes, 7 de agosto de 2012

Tierra de nadie



He escogido esta imagen de LeaNoticias.com porque me ha parecido perfecta para ilustrar esa Tierra de Nadie que vive un preadolescente, que le arrastra de la carcajada al llanto, como un pequeño payaso.
En esas arenas movedizas camina mi hijo, apurando las últimas luces de su niñez para entrar por la puerta de atrás en una adolescencia que promete ser larga y dura.

Me preocupa mucho el agua de la que beben nuestros hijos. Les oigo (suelo estar de espalda a la tele, no lo veo) las series que ven mañana, tarde y noche. Y sus modelos son horrorosos. Niñas pijas riquísimas, con un nivel de inteligencia inversamente proporcional al dinero que tienen. Por supuesto, los más inteligentes de la serie suelen ser los que fracasan... o los divertidísimos y peligrosos Phineas y Ferb, que siempre se salen con la suya sin que la buena (e histérica) de su hermana pueda delatarles a su madre, que parece haber fumado muchos porros. Críos sexuados de forma aberrante, niñas vestidas como furcias, padres incapaces. En fin, ni un solo valor al que aferrarse, no les aportan NADA.

Ayer me puse en la piel de mi hijo mayor, me fui a su edad, a mi verano, que fue azul. Y les puse la serie que marcó a varias generaciones, que se repuso hasta la saciedad porque era buena, porque tiene todos esos valores que ahora no aparecen por ningún lado, no vaya a ser que salgan niños capaces de pensar y luego no puedan manipular sus cerebros.

Estuvieron pegados a la pantalla viendo Verano Azul durante un episodio y medio, se reían, disfrutaron, entendieron que podían aprender algo de lo que veían.

Aquella serie supuso el retrato de una generación, y más allá. Porque los perfiles personales que se dibujan siguen siendo vigentes: la mujer solitaria que ha sufrido una gran pérdida (que hoy encontraría su compañía probablemente en las redes sociales) y el hombre de mar atascado en tierra que se rodea de la juventud que permanece en su espíritu. Cada uno de los chicos, en esencia: el más presumido y competitivo, el que permanece en segundo término, la guapa, la menos agraciada, el chico de pueblo sin oportunidades, el niño glotón y sabelotodo y el que pone la guinda al pastel con su sinceridad aplastante. Y los padres, con su papel secundario, son una lección en sí misma, aunque, la verdad, se pasan el día bebiendo, fumando y en el chiringuito... ¡Así salimos nosotros!


8 comentarios:

Tita dijo...

¿padres incapaces? jajajajajaja Eso mismo me pregunto de mi misma cada día...

Tras Verano Azul vimos muchísimas más series, un poco más o menos del mismo pelo de las de ahora. Y aquí estamos: emparejadas, con hijos, hipoteca y perro ¡la vida!

Creo que somos más ejemplo nosotros que la tele ¡eso espero!

Besos

Ana, princesa del guisante dijo...

Tita, no, no es lo mismo. Hablo por mí, cuando yo era de la edad de mis hijos, las series eran de adultos, y los dibujos animados de niños. Yo vi Jack y el hidroavión, (o algo así), V, El coche fantástico, Banner y Flappy, Jackie y Nuca. Y, si me apuras, Dinastía y Falcon Crest. Pero estaba claro cuál era el mundo de los adultos y cuál el de los niños. Y Verano Azul estaba en esa zona que ahora ocupan todas las del Disney Channel.
Con la edad de tus hijas no es un problema, pienso, porque a mí me preocupa ahora. Y nosotros somos el modelo... ¿seguro? Cuidadín con el poder del mundo que les rodea.

Besos, guapa

Susana dijo...

Siento decirte que tienes razón y nuestro ejemplo pesa relativamente poco. Cuando tenía hijos pequeños les grababa las series que me gustaban para que las vieran por la tarde. Sin embargo, Phineas sí me gusta porque es original, aunque desde luego no son un ejemplo a seguir. Un beso.

Ana, princesa del guisante dijo...

Yo, durante mucho tiempo sólo les dejaba ver películas, pero ahora ellos eligen. Nuestro deber es enseñarles a elegir, y no siempre hay dónde... Besos

Carme Sala dijo...

Yo creo que el problema de hoy no es que no haya series de calidad, que seguro que las hay, sino que hay tele para niños todo el día...de manera que por muy buena que sea una serie, solo ocupa una pequeña franja horaria, entre un mar inmenso, de contenido dudoso.

De pequeñas, recuerdo muy bien, que en cuanto se acababa Verano Azul más valía pillar la bicicleta e irse con las amigas, porque nada de lo que salía de la caja tonta, nos parecía tan divertido como eso :-)

PILAR dijo...

pues si, ahora vino la época más dura. Despues de años sembrando educación y ejemplomcomo buenamente el sentido común te ha dictado, y antes de recoger la cosecha de tu esfuerzo, viene la adolescencia.

En ella las influencias exteriores lucharán contra las de dentro (familia) para imponer su criterio. Sólo decirte que se sobrevive, pero siempre luchando un poco cintra corriente, porque el sentido común nomestá de moda.

Mucho ánimo y un abrazo

Ana, princesa del guisante dijo...

No sé la causa del problema, en realidad, pero está claro que no podemos esperar a que se nos eduquen solitos. El otro día hacíamos recuento de las series que veíamos de pequeños y nos salieron un montón. Luego empezó a degenerar... ¿recuerdas a Steve Urkel?

Ana, princesa del guisante dijo...

No me quedará otro remedio que ir sorteando los problemas a medida que surjan, como dicen los expertos en el tema: PACIENCIA

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