© de la imagen La meva maleta

domingo, 6 de abril de 2025

La vida a grandes cucharadas

Me hubiera cambiado por ti mil veces en el colegio. Aspiraba a tener tu carisma, tu verbo y tu desparpajo, incluso tu pelo. Me habría gustado que las profesoras se dirigieran a mí como lo hacían contigo. Claro, te conocían desde hacía años, fuiste de las primeras alumnas en vestir el uniforme granate y yo acababa de llegar. Yo, en cambio, pertenecía a ese grupúsculo social, un poco paria, de las "nuevas" o las "de pueblo", que llegábamos para cursar BUP y eso, entre otras cosas, resultaba una barrera infranqueable para aspirar siquiera a ser amiga tuya. No lo digo como un reproche, era lo que había, y ya. 

En aquel tiempo no era consciente de eso, ni era una obsesión ni nada parecido, pero si lo pienso, me doy cuenta de que me habría gustado ser tú y tener el afecto de todas las demás. Todo el mundo te quería y te respetaba, eras, como buena Leo, la reina de nuestra selva. Nada desea más el ser humano, que tener el aprecio de los de su entorno. Como ser tú no era posible, me habría conformado con ser tu amiga, porque tú eres de las amigas que se dan, que están y que permanecen. 

No, no fuimos amigas, éramos únicamente compañeras, y no recuerdo que nos lleváramos mal. Al contrario, todas las veces que coincidimos después del colegio nos hemos estudiado con cierta sorpresa, nuestros ojos se han mirado con cierta sinergia que no he sabido describir y que me ha hecho lamentar que las circunstancias y esos mundos nuestros tan lejanos nos impidieran ser amigas.

Han pasado mil años y yo ya he aprendido a quererme y a ser yo, y a no necesitar ser otra persona, pero sigo sintiendo por ti esa admiración secreta, heredada de aquel tiempo de la adolescencia en la que la vida se movía bajo mis pies como una charca de arenas movedizas. 

Quiso el azar que nos cruzáramos el otro día. Salías de la librería, acababas de comprar mi último libro. Me emocionó mucho saber que habías leído mi novela... Que alguien dedique su tiempo a leer algo que tu escribes es indescriptible, ya me lo dirás. Ayer yo me leí tu historia, tu vida. Sí, es vida. Así se llama tu libro. 

Lo primero que te voy a contar de la vida de escritora que acabas de estrenar es que cuando uno escribe algo, las palabras dejan de pertenecerte y pasan a ser propiedad de quien las lea. Así que, ya que las palabras de tu libro son ahora mías, voy a decirte algunas cosas. 

La primera, es que ahora te admiro más que entonces todavía. Qué mujerón eres, Bea. Qué valiente ¡qué enorme has sido! No creo que te des cuenta... Yo sé de lo que hablo porque mi trabajo como enfermera es hablar con gente enferma. Y la enfermedad o la circunstancia que te ha tocado es dura de narices. Y tú lo has superado con matrícula de honor.

Qué suerte tuviste de tener una madre como la tuya. Que la tuviste poco tiempo, sí. Pero ella te cedió el sitio para que tú fueses grande por ti misma. Ella no pudo completar su camino, es una injusticia, porque a ti te hacía mucha falta, pero para que tú alcanzaras la luz que tienes ahora, debía ser necesario que lo hicieras sin ella. Tenías que brillar y te ha tocado hacerlo dándonos lecciones a las demás, que nos pensamos que la vida es fácil. 

Y ese hombre, ese que con tan buen criterio supiste que era tu mitad cuando eras una cría, ese... Qué grande, también. Os merecéis el uno al otro. 

Y por último, respecto a este libro. Sé que necesitabas romper la presa de todo lo que has ido guardando en tu ser desde que tu madre murió, has soltado toda la hiel y el dolor y la tristeza. Ahora te has limpiado. Me vas a permitir un acto de honestidad que creo que te ayudará mucho más que cualquier peloteo, tú también serías sincera conmigo (eso, eso es lo que tú y yo tenemos en común, que vamos de frente y a bocajarro). Este libro tiene mucho hígado y poco temple. Escribes muy bien, te animo a que vuelvas a escribir, y cuando lo hagas, dedica a cada idea el tiempo necesario. Sé que cuando una ha estado a punto de morir se come la vida a grandes cucharadas, por si acaso. Pero no te vas a morir. Tómate tu tiempo para leer, para reescribir, para expresar cada concepto, rasgándonos el corazón como has hecho con el tuyo en este libro. Antes de publicarlo busca un corrector de estilo, alguien que no te conozca mucho y que pase la tijera sin piedad, te hará ser mejor escritora. Porque tú tienes una contadora de historias dentro de ti, no lo dudes ni un momento. Yo me ofrezco a ser tu lectora cero y, si quieres, tu amiga. Ahora que nos hemos leído estamos mucho más cerca. Y me hace MUY feliz tener un cameo en tu libro. ¿Sigues llevando el piercing que te hice? Yo me dejé tapar los tres que llevaba en la época en la que me tocó pasar a menudo por el hospital, cada vez que pasaba por un quirófano era un palo tener que quitarme todos los abalorios y terminé por simplificar.

Vivamos, Bea, nos lo merecemos. Te abrazo.


No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Por favor,

Si algo de lo que expongo aquí te molesta, te pertenece, o habla de ti y quieres que lo borre, tan solo tienes que pedírmelo. Nunca quise ofenderte, ni plagiarte, ni molestarte...
Este es un espacio de libertad y, sobre todo, de respeto.