© de la imagen La meva maleta

domingo, 16 de febrero de 2025

Un saco de palabras

Hace algunos días cayó en mis manos un libro de poesías que escribí en el año 2000, encuadernado en espiral. No lo busquen, fue una edición limitadísima, tres ejemplares, solo. 
Entre sus páginas se escondía, en un folio suelto, un texto mío de 1990, manuscrito con una perfecta letra inmaculada, minúscula, delicada. Escrito, sin duda, con pauta, todas las líneas perfectamente alineadas. 


Le adivino a la autora, aquella yo de mis diecisiete años, un mundo interior intenso, un conocimiento profundo de la vida, a pesar de la juventud, y el amor por las palabras y por su significado. Jugaba con ellas, las medía, las regalaba. Eran lo mejor que tenía. Y mi letra de entonces, tan bonita... redonda, ordenada. Y con toda la inseguridad que yo era dibujada en los diminutos palitos de las eles, las tes, las bes y las des. Mis letras apenas se levantaban, por no molestar, por no ser vistas. Creo que no estaba segura de escribir bien, pero lo que tenía claro era que yo estaba hecha para ello. 
Hablaba de silencio y de música, de soledad y de pasión. Hablaba, por hablar, porque en el fondo no soy más que un saco de palabras. 
Me gustaría poder contarle a aquella niña, (no, a la niña no, a la mujer que ya era), que la vida le salió bien, que seguimos escribiendo, que el silencio se fue, que llegó el amor (apenas un mes después de aquello) y que los libros se hicieron verdad, con nuestro nombre escrito en la portada. 
La ditada Ana Bergua

Esta semana he publicado La ditada, esta vez en catalán, y en prosa poética. Aunque es un libro corto, cuenta la vida abierta en canal. No es apto para cualquiera, no es un menú del día, es un plato degustación, no lo recomiendo para quienes tienen prisa. 

Si me permiten que les sea sincera, he hecho lo que me ha dado la gana con las palabras, porque me pertenecen. Son mías, hasta que caen sobre el papel y entonces pasan a ser propiedad de quien las lee. 
Me temo que no va a ser posible traducirlo, así que tendrán que conformarse con esta edición. Si saben catalán, me atrevo a sugerirles que lo lean en voz alta, como si recitaran poesía y entonces, es posible que encuentren entre sus páginas sus propias infancias, las manos de sus abuelos, el sabor de su primer beso y la mirada de sus hijos cuando los conocieron por primera vez. 

Respecto a aquel primer libro de poesías que escribí y que se titulaba Desde cer0, tiene, para mi gusto, algunas poesías bastante buenas, otras muy cursis, casi infantiles, un poco Gloria Fuertes, pero en cobarde. Tal vez algún día me atreva a publicarlo, quién sabe. 


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