© de la imagen La meva maleta

martes, 23 de julio de 2013

En silencio

Desde el silencio todo es distinto. No he dicho mejor, he dicho distinto. Les oyes discutir, incluso se están tirando cacharros, te preguntas si habrán llegado a las manos. Abres la puerta de su habitación y les miras desde ese silencio que te ha estado protegiendo todo el verano. Se acusan mutuamente, te piden de forma descarada que castigues al otro -el que lo pide, obviamente, nunca ha hecho nada- y se quedan desconcertados ante tu silencio. Pides en voz firme pero queda que pongan orden, que cuando hayan resuelto sus problemas que vengan a hablar contigo.
Sientes ese calorcillo en la boca del estómago y te preguntas si acabará convirtiéndose en una úlcera.




Las aguas vuelven a su cauce, las lesiones, como esperabas, no fueron tan graves, no habrá que amputar nada. Si acaso, algún orgullo desmedido.

Este silencio lo pone en jaque casi todo. Lo usas en la escucha del otro y se van destapando sus miserias, las contradicciones que acaban por desenmascarar las trampas que el pasado había envuelto entre gasas y tules, que tal vez se construyeron sin maldad, pero que acaban por decepcionarte. En realidad, mientras el otro parlotea, te recuerdas que ya sabías que no puedes confiar en casi nadie.

Mientras callas, les dejas seguir pensando que eres medio lerda y que no te enteras de nada. Las personas muy inteligentes suelen suelen olvidar que ellos son muy listos, pero eso no nos convierte a los demás en tontos. Así, dejas que hagan lo que quieran, que manipulen y manejen, que campen a sus anchas por la codicia disfrazada de apego emocional, porque ya nada necesitas. 

A veces el silencio se disfraza de verborrea. Y si tienes un poco de paciencia y sabes leer, sueles encontrar debajo del palabrerío miedo o dolor. Pocos se molestan en preguntarse si el silencio oculta algo, y si se lo preguntan, lo hacen desde la presunción de saber qué piensa el que calla a gritos. Cuesta soltar los lastres de los prismas por los que estamos acostumbrados a mirar, los lugares comunes que nos hemos hecho a partir de lo de siempre. Y los tiempos cambian, las personas cambian, lo que nos pasa nos transforma. Sigues observando desde la puerta, porque sabes que todo volverá a su sitio sin tu intervención, aunque quedes mascando el recuerdo agrio que te ha quedado en la garganta. 

Presentas tu silencio en forma de asentimiento amable, pero sigue siendo silencio, porque crees que es la única forma de hacer ruido. 


17 comentarios:

Susana dijo...

Cuando mis hijos eran pequeños jamás permití las peleas. Me temo que se convierten en costumbre y luego ya no saben resolver sus cuitas de otra manera. Un beso.

Carme Sala dijo...

Excel.lent estratègia Ana...almenys en aquesta ocasió.
Aviat jo mateixa, hauré d'aplicar-la a casa; quan ja no em quedi veu, de tant cridar! :-)

Petonets, en veu baixa.

Marta piesdescalzos dijo...

El silencio habla tanto! No recuerdo ni una bronca de mi padre pero su silencio era lo peor!. Cuídate, muchos besos Pesoletina.

aaana dijo...

Tomo nota... me llegará dentro de nada la situación...
Tu mano mejor?
Abrazos

oles dijo...

El silencio, en silencio asoma y hace de su ruido ley. Sin palabras y con solo la mirada, mi padre imponía su ley. Siempre respetamos sus silencios y también los aborrecíamos. Ahora, sin embargo, los echo de menos.
Besos princesa!
Espero que tu mano este mejorando

Ana, princesa del guisante dijo...

Lo mejor, desde mi punto de vista, no es que no peleen, que es inevitable, sino que aprendan a hacelo con palabras. Besos

Ana, princesa del guisante dijo...

No ho utilitzo únicament amb els nens, també ho faig amb molts adults. Petons sorollosos, de iaia!

Ana, princesa del guisante dijo...

Mi señor guisante lo utiliza conmigo, pero le sirve poco, me hago la sorda! Besos y al agua patos...

Ana, princesa del guisante dijo...

Realmente no lo he utilizado sólo con los niños... Mi mano está al 90%, eso es mucho. Un besito a las pichoncitas

Ana, princesa del guisante dijo...

Todo está mejorando,gracias Oles

De titanio y porcelana dijo...

Totalmente de acuerdo princesa, bendito silencio, tan infravalorado...

Anónimo dijo...

Lo bueno del silencio es que te permite escuchar a las personas. Lo malo del silencio es que te hace escuchar a la peña.
Juanpe

Marta piesdescalzos dijo...

me encanta que te hagas la sorda con su silencio!!! Oximeron digno de princesas!

NickCrow dijo...

Los míos ... ( ahora 9 y 11 ) se pelean como todos los chicos, pero nunca deje que se vayan a las manos. Sí les enseñe a discutir el tema y que cada uno vea en que estuvo mal y se pidieran disculpas mutuas... eso con el tiempo les enseñò a utilizar el dialogo y descartar algún que otro golpe : )
Lo que si, coincidiendo con vos, yo también tengo ese silencio que siempre se cotiza un poquito mas. jeje.

Ana, princesa del guisante dijo...

Si, se lo valora poco porque seguramente no se le conoce bien.

Ana, princesa del guisante dijo...

Todas las voces me parecen interesantes, un ratito.

Ana, princesa del guisante dijo...

las discusiones de la infancia son el entreno para los problemas del futuro. No debemos intervenir, sino enseñarles a dialogar y a discutir sin violencia. También con el ejemplo.

Me alegra que pases por el castillo, bienvenida.

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