Los encontré en una librería. Conservaban la etiqueta con su precio original, que me pareció caro... ¡35 pesetas! Mi paga de un domingo no habría bastado para comprarme uno de esos cuentos.
Lo más bonito de ellos es su tamaño, apenas 12 centímetros de altura y ternura para dar un par de bofetadas a las monsterhigh esas.
No creo que esos, nuestros tiempos, fueran mejores ni peores que los de mis hijos. Estuve observándoles estas Navidades. Mis crías y las de mis alrededores, correteando bajo las mesas, como antes, empezando a guardar secretos, como nosotros, escuchando tras los butacones de orejas, como hacíamos entonces. Estrenando juguetes nuevos y decepciones sospechadas.
Tanto se parecen las infancias entre generaciones que da un poquito de miedo, porque uno ya sabe cómo es de difícil lo que viene después, cuánta inseguridad promete la adolescencia, cuánto duele el primer amor, cuánto cuesta hacerse mayor y el valor de una despedida. Sí, lo sabes, como sabes cuánto dolerá tener una criatura desgarrando tu pecho, y nunca se lo acabas de contar a la que va a ser madre primeriza dentro de nada. Para qué, probablemente no te creería.
Guardaré para mi colección los cinco cuentos de mi niñez, quién sabe si ellos algún día los encuentren en un cajón y quieran asomarse al balcón de la infancia de su mamá. Si no es así, lo haré yo, únicamente para recordarme de vez en cuando que yo también fui pequeña y aprender de nuevo a ver el mundo desde el barullo de piernas de los que eran adultos entonces, en una larga sobremesa.
12 comentarios:
Me ha encantado el post.
Yo tambien los tenia y conservo alguno.
Todo ternura
Un besote y felices fiestas
Gracias, Laura. Yo no tengo casi nada de cuando era pequeña, así que cuando veo algo que me recuerda a aquel tiempo, no me puedo resistir.
Besos, felices fiestas.
Me encanta cuando les llamas "mis crías".
YO no recuerdo estos cuentos, pero sí el tipo de dibujos. Casi casi puedo olerlos también.
Las Monster High... puag! Eso es lo que mi hija hace cada vez que las ve (me ha costado mucho esfuerzo "subliminal", jajajaja)
Los niños hacen que surja de mí algo instintivo, no les llamo cachorros porque suena peor jajaja
Yo lo hago con las motos: motocaca motocaca motocaca :-)
¡¡¡Yo tengo el del gato con botas!!! Se lo compré a mi hija y lo guardo todavía.
Preciosa, que deseo que estés pasando una muy felices fiestas.
Un besazo enorme y mis mejores deseos para el año que viene.
Besazooooo
Mis mejores deseos para tí y los tuyos (y para todos los que seguís este extraordinario blog pleno de humanidad y valores) en el próximo año.
Guillermo.
Dolega, cambia el año, espero que nosotras no cambiemos tanto como para no saborear estos pequeños dulces que la memoria nos trae. Un beso, que sigas siendo feliz!
Querido Guillermo, te deseo que sigas luchando -y ganando- por todo eso que nos une. Un abrazo.
Incluso ellos tienen que tener un recuerdo, si no fuera así, no reconoceríamos a los villanos al verlos llegar.
Hay que ponerse ropa limpia a diario, pero al hacer la colada no hay que olvidar el polvo que manchó nuestra ropa.
Esto es lo que borraste sin querer, Juanpe, no pasa nada...
Muchas veces viene de lujo no guardar nada de la infancia. Incluso de la adolescencia. La imagen borrosa del cabo Gorila y del capitán Johnny Comando. Es bueno renacer cada navidad. Te pones el pañal de colores y tiras todos los sucios.
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