© de la imagen La meva maleta

jueves, 7 de junio de 2012

El renacimiento de la mujer



Así dibujó Leonardo da Vinci una criatura en el vientre de su madre. Su tiempo, el de Leonardo, fue el del renacer del hombre, del nacer, diría yo, hacia el conocimiento. Nació el hombre, no tengo tan claro que lo hiciera la mujer. Ella siguió confinada a la cocina y a los pañales, a hacer milagros con migajas de pan seco, a sufrir desvelos e ingeniar zurcidos.

Bien, si atribuímos a la Imprenta el acceso del hombre a la cultura, deberíamos reconocer el mérito a Internet por haber facilitado la multiplicación de la mujer hacia el conocimiento. No, no me atrevo a decir cultura. Eso empezó una generación anterior a la mía cuando entró en la Universidad de forma masiva y le dio sopas con hondas a sus hombres.

La mujer ha llegado al saber mucho más tarde, prácticamente los últimos 60 años. Nuestra generación, la mía, está luchando por multiplicarse. No nos está permitido desfallecer: tenemos que cuidar de nuestras familias (sí, ellos ayudan, pero la carga en el 80% de los casos, recae sobre nosotras), trabajar para pagar hipotecas o gastos corrientes, a elegir. Además tenemos que estar al tanto de la moda, bien peinadas, conocer trucos de belleza dignos de la mismísima Cleopatra. No basta con saber hacer galletas caseras, tenemos que ser doctas en cupcakes, ser igual de hábiles con el fondant que con las relaciones interpersonales, tener un blog, saber coser, pero no sólo remiendos, sino hacer labores dignas de ser expuestas en museos, estar al día de la prima de riesgo, habernos leído lo último de Roth. Tenemos que organizar Partys con estilo y decorar vintage. Y, por supuesto, ser las mejores madres del mundo. Controlar los deberes, hacerse del bando Estevill o pasarse a González, llevar a los bebés en carritos ergonómicos y dar teta hasta los 5 años si es preciso, todo ello sin descuidar a nuestros padres, ir a cenar con los amigos y estar en todo, aún a costa de nuestra salud física y nuestro equilibrio mental.



Ahora todo lo que hacemos se da por normal (¡qué menos que estar en todas partes!) pero yo, desde mi ventana, aplaudo a cada una de nosotras por nuestra grandeza.

13 comentarios:

Susana dijo...

Pues, mira, en eso no coincidimos hoy. Será porque yo no sé hacer esas cosas, ni lo intento, la verdad.:) Un beso.

Ana, princesa del guisante dijo...

Bueno, no se puede coincidir en todo, sino este blog sería el tuyo :-)) Besos

Ana, princesa del guisante dijo...

Cabrita. Buen adjetivo para hipoteca.

En fin, yo cuando sepa hacer tartas como las tuyas...

Mariapi dijo...

Sí, eso es así...pero creo que no debemos asumir un protagonismo histórico tan especial...en cada época las mujeres y los hombre tienen sus especiales cargas y tareas. Mi madre llevó la misma carga laboral y familiar que yo, o que mi hija, siempre a contracorriente, con menos adelantos técnicos que yo, por supuesto, con menos ayudas laborales, y sin quejarse jamás, y probablemente su madre y su abuela tuvieron sus luchas, no necesariamente más duras que las nuestras. Fijate que yo estoy por desdramatizar...Un besico, Princesa.

CARMEN dijo...

Me veo identificada en la mujer que tu muestra.

En mi caso ...los objetivos que yo misma me marco son demasiado altos y me propongo siempre llegar a la excelencia en todo lo que hago...así que te podrás imaginar el estres!

La verdadera libertad la encontraremos las mujeres cuando no nos importen tanto las cosas

el hombre tomae dijo...

...Estoy con Carmen (la araña) Sí Leonardo hubiera pintado en vez de un bodegón -si es que lo pintó- unos platos apilados (de cualquier forma) con los restos de la comída de ayer, todos amontonados en el fregadero y a rebosar igual sabrías ver "La belleza de lo cotidiano" ...

Ana, princesa del guisante dijo...

Yo no pienso para nada que tú, o tu hija, o tu madre, seáis mujeres del montón. Las tres sois excepcionales en vuestra época por muchas razones. Y no lo niegues, "madre antisistema", tus hijos te delatan. Cierto, nada de dramatismos, pero fíjate que ahora que tenemos la capacidad de estar en el mundo al mismo nivel de conocimientos que los hombres por primera vez en la historia, y con la ventaja de Internet que nos comunica, por ejemplo a ti y a mi. Besicos!

Ana, princesa del guisante dijo...

Cierto, Carmen. Yo me meto en líos por envidia cochina jajaja quiero hacer de todo y todo perfecto. Buf.

Ana, princesa del guisante dijo...

Yo lo sé apreciar aunque no lo haya pintado Leonardo :-) ¿Haces algo de cena para la gente del castillo?

hombre tomae responde dijo...

"verdura y pescado" Le dijo la mujer al hombr, jo PrincesaDel cuando mi chica me dice eso ...se me pone una cara mas triste :(

Ana, princesa del guisante dijo...

Valens. Así no te cuento que en el castillo hemos cenado sobras de ossobucco buenísimodelamuerte, con su tomatito seco y sus moixernons. Uys, si ya te lo he dicho. Hale, hale cómete la verdura que lleva muchas mitaminas

Naranjito dijo...

Querida Ana, en mi familia las mujeres siempre han sido algo especiales, seguramente por lo numerosas que son. Aunque siempre me acuerdo en particular de mi madre, luchadora a más no poder en ayudar a sacar adelante una familia, mi mujer que dejó su profesión para cuidar de sus churumbeles (no se arrepiente de ello) y ahora mi hija, que con veintiun tacos tiene mas coj... que muchos de los canis que pululan por estos andurriales.
Bueno Alteza, te dejo que me toca comer "ropavieja", que por cierto, este plato lo inventaron las mujeres mucho tiempo antes que D. Ferrán Adriá invetara esos de la "deconstruccón" culinaria.
Una reverencia.

Ana, princesa del guisante dijo...

Querido Naranjito, yo creo que cada uno, hombre o mujer tiene mérito en sí mismo, no sólo por el sexo al que representa. He visto mujeres más inútiles que la tapa del pan bimbo, y hombres muy válidos que se desenvuelven por igual entre pañales que en un puesto de trabajo. Es interesante ver hasta dónde estamos llegando y lo mejor, hacia dónde nos dirigimos. Un abrazo

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