© de la imagen La meva maleta

viernes, 15 de febrero de 2013

Profesionalidad


“La enfermera es temporalmente, la conciencia para el inconsciente; el apego a la vida para el suicida, la pierna para el amputado; los ojos para quien acaba de perder la vista; un medio de locomoción para el recién nacido; el conocimiento y la confianza para la joven madre; la voz de los que están demasiado débiles para hablar o se niegan a hacerlo”
Virginia Henderson.

Recuerdo perfectamente el día que oí por primera vez la frase de la Henderson, de la boca de una de las mejores profesoras que he tenido. Recuerdo que de repente sentí la responsabilidad sobre mis hombros, pero, a la vez, supe que esa era la única forma de ejercer una profesión como la de enfermera. 



Esta semana mi abuelabesitos ha estado en el hospital. Tiene un problema crónico que necesitaba una prueba que tardaron media hora en realizarle. Se decidió ingresarla para evitar la larguísima espera ambulatoria que estaba contraindicada por unos vómitos incoercibles. 

No voy a detallar aquí las múltiples incomodidades que suponen estar en un hospital, para quien está enfermo y para el que acompaña, y que son inevitables. 

Sobre lo que se podría mejorar, los profesionales que la atendieron, ciertamente lo hicieron tan bien como sabían, como les dictaba el protocolo. Ni una sola vez se desviaron de él. Pero debió de haber algo que se hizo mal, muy mal. A lo mejor el protocolo no es lo suficientemente amplio para atender a una anciana de 90 años igual que a un chaval de 35 o a un señor de 55. Seguro que no.

Porque mi abuela, en un momento en le recordé su longevidad me confesó:

-Yo no me creo que tenga 90 años...
-¿No?, -le dije, sonriendo por su coquetería- ¿y cuántos diría que tiene?
-Pues... no sé, 78. 78 está bien. Además, cuando los médicos ven mis papeles, y un "90", dejan de hacerme caso.

Me conmovió.

No voy a detallar aquí su peregrinación que ha acabado con un conato de úlcera por presión, sobreinfectada con una candidasis, en apenas tres días. Ha sido una pesadilla en toda regla.

Y lo único que puedo decir a mis compañeras de profesión es que siguieron a la perfección su protocolo, pero que no deben olvidar jamás que ellas también pueden tomar decisiones. Deben tomarlas, teniendo en cuenta que la persona que tienen delante es única, y su circunstancia, también. Un anciano de 90 años es un ser frágil y delicado.

Tres días sin comer, sin beber, sin más líquido que dos botellas de suero en 24 horas, no son suficientes. Un anciano se queda sin masa muscular en muy poquito tiempo. Y a lo mejor consideráis que ya ha vivido bastante, que su vida llega a su fin, pero no por ello debemos dejar de atenderle y acompañarle. 
La familia hicimos cuanto supimos y pudimos. Hasta donde alcanzábamos, aplicamos crema hidratante, pusimos protecciones en los tobillos, besamos y abrazamos, dimos palabras de consuelo, y contamos las horas que faltaban para el alta.

Acabamos comprando un flan en la cafetería porque la ambulancia que se la tenía que llevar llevaba dos horas de retraso.

Ya en casa, el personal que la atiende la alimentó, la hidrató, la lavó, peinó, maquilló y la trataron como un ser humano.

Tengo un nudo en el estómago. Nunca me había sentido tan impotente, porque de sus ojos había desaparecido toda la esperanza. No habría muerto de su enfermedad, pero no creo que hubiera sobrevivido dos días más al hospital. 

26 comentarios:

aaana dijo...

Buf, princesa, me has dejado un nudo a mí también en el estómago. .. cuanto siento que tu abuela tuviera que pasar por eso.
Al menos ya está fuera del hospital y os tiene con ella
Abrazos y besitos... también para la abuela

Apanona dijo...

Maremeva, quanta gent insensible. A la feina on estava abans vam organitzar un curs de bioètica adreçat a persones que tenen curs dels avis però seria molt important que tothom passés per una formació així...

M'ha commogut el teu relat Princesa. Felicitats i espero que l'àvia estigui a casa seva, protegida i sobretot, cuidada.

Petonets

Unknown dijo...

Ahora ya en casa muchos be sos y mucho amor!y todos los caprichos que quiera comer para coger fuerzas!un Besote y animo xq son personas especiales que lo dan todo

Tita dijo...

No te quepa duda...si ya es difícil para alguien joven, alguien tan frágil como ella, como ellos a esa edad...no me extraña que se desorienten tan pronto y tan rápido en un hospital.

Dale muchos, muchos besitos...de nuestra parte.

Detitanioyporcelana dijo...

Estoy totalmente de acuerdo contigo. Cada vez más protocolos para tratar patologías sin ser conscientes del ser humano que las sufre. Cada vez más intentos de ser eficientes para ahorrar dinero sin pensar en el riesgo vital que eso conlleva. Cada vez menos recursos y más mella en los más débiles. Menos mal que trabajadores como tú velan a pie de cama para hacerles más llevadera esta situación.
Gracias en nombre de todos ellos.

Ana, princesa del guisante dijo...

aaana, sé que va a llegar el momento en que ella tenga que irse, estoy preparada para el adiós, pero no para verla morir de inanición. Hemos rozado la desesperación. Afortunadamente, ahora ya pasó, pero otro envite como éste, y a lo mejor no lo contamos. Besos para ti

Ana, princesa del guisante dijo...

Bé, mala setmana per estar ingrsesat, quan acaben de saber que perdran una altra paga extra. Ara ja la tenim, i ha reviscolat en dos dies!
Petons

Ana, princesa del guisante dijo...

Está comiendo bien, sin vomitar. Su generación está construida con material altamente resistente. Besos y gracias

Ana, princesa del guisante dijo...

Son como bebés recién nacidos, físicamente, quiero decir. Una corriente de aire cuando fue al dentista, hace ya un mes y medio nos lleva arrastrando este estado.

Besos para ti también.

Ana, princesa del guisante dijo...

Sobre el ahorro de dinero... me parece fenomenal que no se derroche en un hospital, pero no hay que olvidar que quienes están allí no están precisamente en un balneario tomándose unas vacaciones. Yo no trato con personas ingresadas, dentro del desarrollo de mi profesión, pero procuro no olvidar que detrás de la persona a la que estoy atendiendo hay todo un mundo,
Gracias a ti.

Mariapi dijo...

Me ha conmovido tanto la certeza de tu abuela, saber que por tener 90 años ya no le van a hacer caso...porque sé que es así, por desgracia, eso es verdad.
Cuídala, quierela mucho, como sé que lo hacéis...con el mismo respeto y mimo que merece un niño, o un adulto en plena madurez, el trato que merece cualquier vida, en cualquier situación o etapa.
Besos, Ana.

sunsi dijo...

¡Pobre tu abuela, Ana! Pobres los abuelos a los que se les acaban las fuerzas y ven cómo el personal sanitario no los atienden como lo hacían años atrás.
Mi abuela paterna falleció a los 99 años; tampoco los aparentaba. Al final de su vida decía: "A los viejos no nos quiere nadie. Estorbamos..." Y cuando ingresaba en el Hospital se daba perfecta cuenta de esa cierta desidia ... Como tú has dicho, es como si pensaran que ya había vivido suficiente...

Estoy convencida de que vuestro cariño y cuidados le hará olvidar el mal trago. Un beso, Princesa.

Me ha encantado el párrafo de Virginia Henderson.

Carme Sala dijo...

Tan importantes son los medicamentos y las curas, cómo la sensibilidad de quiénes les atienden, cómo tú bien apuntas, Ana. Y la sensibilidad, demasiado a menudo, no es una materia curricular. Aunque debiera serlo.

Un beso muy grande a la abuelabesitos, guapa y un abrazo para ti.

Susana dijo...

Me temo que con esas edades a menudo te sientes un estorbo. Me alegro de que le dieran ya el alta. Un beso.

Ana, princesa del guisante dijo...

Eso es precisamente lo que me escamó, que tenía razón, que en algún momento de nuestra vida la edad nos quita el derecho a seguir viviendo y formar parte del escalafón.
La cuidamos, la queremos. Los niños la abrazan, nos vestimos bien para alegrarle la vida. Ojalá pueda seguir haciéndolo por mucho tiempo.
Besos

Ana, princesa del guisante dijo...

Debemos ser respetuosos con todos, con aquellos de más edad especialmente. Ellos tienen un camino recorridos. Llegaron donde están esforzándose, sacrificando su tiempo por el nuestro.
Eso, además de ser personas, sólo por ello merecen dedicación especial. Besos, Sunsi.

Ana, princesa del guisante dijo...

Eso no se aprende en una escuela, eso se lleva en la madera. Y si no lo llevas, no puedes ser enfermera. Un beso de vuelta para ti. Hoy la he visto y estaba viejita pero medio recuperada.

Ana, princesa del guisante dijo...

Te sientes así porque nuestra sociedad da la espalda a la vejez. En las culturas asiáticas, se venera a los ancianos. DEberíamos aprender. Besos

Anónimo dijo...

El llenado y vaciado de las cámaras de gas, también era protocolario.
La obediencia debida es la justificación del sádico cobarde.
A mi madre, cuando le cambiaban el pañal en la clínica, siempre decían : "no la toques el ano que la estimulas". Eso significaba que ahorraban un minuto. Así se cagaba nada más irse y estaba dos horas con el plastón . Por ejemplo. Una tras otra. Con mucha profesionalidad, mucha agilidad y bastantes sonrisas. El ictus era total, iba a morir y que lo hiciese llagada. Han pasado dos años, nos la llevamos al casa. La cuidamos entre sus seis hijos, ninguno sanitario. Come perfectamente, pasea con dificultad, pero pasea, emite sonidos guturales con la carita plena de expresividad. El miércoles la llevamos a la iglesia a que la pusieran la ceniza. El cura era un borde y se negó a comulgar. ¡bien sus ovarios! A la salida, paseando por la plaza del Dos de Mayo se reía y se reía del gusto de pisar la calle. Ha engordado, tiene la piel del cuerpo muy tersa y le está creciendo bello de nuevo. No ha vuelto al tener una llaga en su cuerpo y nos hace cada día más felices. Me cago en los profesionales sin amor. Me asquean los que usan la variable de la fecha en que nació. Mi madre está tan viva como cuando nació y la quiero más que jamás.
Juanpe

ana dijo...

Estupefacta. Pesoleta, y no es que se salieran del protocolo, es que sencillamente no cumplieron su labor. ¿Saben al menos que uno de los índices de la calidad en los cuidados de enfermería es precisamente la prevención y ausencias de úlceras por presión en los pacientes encamados a los que se cuida?. Y no, ya no es cuestión de no seamos profesionales con amor, como comenta Juanpe, que bien pudieran existir _es evidente que yo no amo a quien cuido, porque lo cierto es que no les conozco de nada_ es que en nuestro caso _enfermeras_ estamos hablando de profesionales SIN PROFESIONALIDAD. Y esto es negligencia profesional.

Un abrazo Pesoleta.

Anónimo dijo...

Pido disculpas por la ira que desprende lo que escrito allá arriba. Mamá es una bebé y he saltado irreflexivamente como cuando ves desprecio hacia los más débiles. Anas (va por las dos) yo he estado ingresado quizá demasiadas veces, y me han mimado. Habéis sido todo lo que comenta la princesa que es una enfermera y mucho más. Hasta he llegado al pensar no ser merecedor de todo lo que recibía. Eso lo llamo amor. Quizá es una acepción muy amplia, pero entiendo que reconfortar y dar confianza al quien está en tus manos, es exhalar amor. Eso intentaba decir, muy mal expresado. Se puede amar a media humanidad. Vamos, que ya sabéis lo que quiero decir. Dueña del castillo, si te da mal tufo lo que he escrito, bórralo sin más. Un beso público y amoroso. Juanpe

Ana, princesa del guisante dijo...

Incluso cuando ellos se vayan espero que quienes les amortajen y les den sepultura no olviden que fueron alguien, y que tienen quien les ama aún.
Aquí no se borra nada, vale tu aclaración.
Gracias por tu punto de vista.

Ana, princesa del guisante dijo...

Mi tía, médico, y yo estuvimos planteándonos, una denuncia. Nada se podía punir, todo se ajustaba al protocolo. Aquí no he contado nada, pero ha la profesionalidad no la he visto por ningún sitio.
Las gerocultoras y la enfermera de la residencia, que son profesionales y además tienen un verdadero afecto por mis abuelos, se quejan de que todos los que van al hospital en dos días vuelven llagados.
Nosotros pedimos el alta, no creo que hubiera sobrevivido dos días más.
Eché de menos alguien como tú, alguien que creyera tanto en la enfermería como para animarme a ser enfermera.
Un abrazo.

Marina dijo...

Ay mi niña. Por eso yo voy a los hospitales subida a mis altos tacones, peinada con un moño, lo más alto posible y con un punto de altura en mi voz, permanentemente...que bajo después, siempre después, nunca antes...

Besitos mi cielo.

Ana, princesa del guisante dijo...

Ya, pero qué triste tener que asumir ese papel que tú dices. Deberíamos ser tratados bien siendo como seamos. Besos, preciosa.

ana dijo...

Juanpe, no creo que tengas que pedir disculpas por nada. Sencillamente has descrito una realidad que has vivido. Y tu experiencia es la que es, y los profesionales que has encontrado son lo que son. No hay más. Por encima de los protocolos estamos las personas. Los protocolos son mínimos, la excelencia viene de la mano de quien trabajando, supera cualquier límite y actúa responsablemente ante el ser humano que tiene delante. Eso es lo que hemos de comprender; responsabilidad y libertad. No podemos reducirnos a un protocolo, a obeceder, a cumplir mínimamente... esto me recuerda la definición de Hanna Arendt sobre "la banalidad del mal"... ese anular la propia responsabilidad en un "yo obedecía la órdenes _protocolos_ impuestas". No por favor, no caigamos en el descuido por un miserable protocolo que se queda corto... Cuánto siento estas cosas. Saludos.

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